«Prohibido el día de reposo». Entre la noche del viernes a la del sábado, algunos soldados del Ejército israelí se han visto obligados a cumplir las restricciones de los judios ortodoxos: nada de electricidad.
El Ejército israelí está cambiando, y lo hace debido al creciente número de reclutas con perfil ortodoxo. Algunos de estos, llegan al servicio militar en cumplimiento de su «misión» mesiánica, para conquistar las tierras bíblicas.
Para los israelíes laicos, preocupados por el papel de la religión en los asuntos de Estado, no sólo se trata de una amenaza para las fuerzas armadas, sino también para el país en su conjunto.
La cúpula de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), asegura que la religión no está afectando a la cadena de mando. «Ningun rabino estará al mando de mis unidades», declaró el jefe del Estado Mayor, Benny Gantz, hace unas semanas en un canal israelí.
El Ejército israelí siempre ha tenido cierto contenido judío, pero nunca ha llegado a ser un ejército religioso. Era un tema más cultural que religioso.
Sin embargo, los datos del FDI muestran que la situación está cambiando. Alrededor del 57% de los militares dicen tener cierta práctica religiosa. Dos grupos relativamente pequeños están creciendo tanto en número como en poder: los escépticos, en gran medida apolíticos ultrareligiosos que se alistan a pesar de que en su comunidad no les obligan a hacerlo y los judíos ortodoxos pro asentamientos, cuyo dogma está menos relacionado con la religión y tiene más que ver con la lucha por la expansión territorial de Israel.
El pasado año, 5.800 soldados se declararon ultraortodoxos, 800 más que en el año 2007. El otro grupo es más complicado de clasificar. Provienen de los asentamientos de Cisjordania, el lugar del nacimiento del judaísmo y de un territorio donde los palestinos pretender construir su Estado. Muestran una gran predisposición por unirse a las fuerzas armadas.
Un estudio de 2012 revela que el 13% de los comandantes del ejército viven en asentamientos de Cisjordania, mientras que respecto a la población total de Israel, ellos sólo representan el 2%. De 1990 a 2007, el número de gendarmes ortodoxos ha pasado del 2,5% al 31,4%.
El mayor problema del crecimiento de la religión el Ejército es la insumisión de aquellos que creen que las leyes de Dios están por encima de la de sus superiores.
El ejército israelí ha utilizado en ocasiones a mujeres que cantan en los funerales de los soldados fallecidos; algo que ha provocado el boicot de los reclutas religiosos porque consideran que las mujeres son una tentación sexual.
Gershom Gorenberg, autor del libro «El unmaling de Israel», considera que «a medida que los hombres que creen que la inviolabilidad de la Tierra de Santa de Israel vayan ascendiendo en la cadena de mando, aumentarán las posibilidades de que se acentúen los actos de rebeldía entre los soldados».
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