El desafío no es sencillo; y lo saben todos aquellos que cuidan a un ser querido con discapacidad. No es fácil para la familia ni para la persona discapacitada, no sólo por las limitaciones con las que se lidia, sino por la necesidad de manejarse en sociedad.
En Israel hay expertos que luchan contra viento y marea, seguros por un lado de los numerosos avances logrados y por otro, del largo trecho aún por recorrer.
Un aspecto especialmente notorio en Israel en lo relacionado a gente con discapacidad es su clara presencia activa en público. No sólo en forma individual, sino en el marco de grupos organizados, con sus acompañantes y sus guías, que llegan a lugares de ocio, a sitios de diversión, centros comerciales, restaurantes, teatros y cafés. Nadie los esconde ni considera que haya motivo alguno para que no se puedan movilizar en el espacio público, al igual que la gente sin discapacidad.
Ronén Cohen, que tiene a su cargo el área comunitaria en la institución conocida como Beit Issie Shapira en la ciudad de Raanana - que presta numerosos servicios a gente con discapacidad - tiene claro que en Israel se ha avanzado mucho al respecto y señala que la parte legislativa es un ejemplo de ello, o sea la promulgación de leyes que obligan a garantizar la accesibilidad, entre otras cosas.
Sin embargo, aclara que hay mucho aún por hacer a nivel de posiciones de gente promedio de la calle para garantizar que nadie crea que una persona con discapacidad física, por ejemplo, es menos apta para realizar determinado trabajo, que otra sin limitación, dependiendo por cierto del caso.
«Estudios concienzudos muestran que en diferentes sociedades, también en la nuestra, puede haber preconceptos e ideas formadas equivocadamente, ya a los 5 años de edad, inclusive cuando esos niños no tuvieron siquiera posibilidad de experimentar directamente una vivencia que justifique esas ideas», explica Cohen preocupado.
«La base de la respuesta está en la educación, en no cansarse de enseñar y explicar, siempre», afirma. Pero un tema clave es hacerlo a través de la vivencia directa, de crear puntos de contacto que permitan conocerse, siempre dando por cierto una sensación de igualdad, en la medida de lo posible, a quien lidia con la discapacidad.
Un ejemplo muy singular al respecto es el del Parque «Javerim», que en hebreo significa amigos, un verdadero parque para niños totalmente accesible, ubicado en la ciudad de Raanana, como uno de los diversos proyectos bajo la dirección del mencionado Ronén Cohen.
Una de las mejores conocedoras del parque es Tania, asistente social, que disfruta contando sobre las vivencias de los niños, sobre lo singular de que no sólo puedan divertirse como otros sin discapacidad, sino de sentirse al mismo tiempo protegidos por el simple hecho de que los juegos están hechos de forma que permite a un padre sentarse junto a su hijo, por ejemplo, para darle estabilidad.
Fuente: El Universal de México