La alarma «Color rojo» volvió a sonar en las ciudades y poblaciones de Israel durante el intercambio de misiles entre Hamás, la Yihad Islámica y demás organizaciones terroristas en la Franja de Gaza y las Fuerzas de Defenza hebreas.
Por vez primera, misiles disparados desde la franja tuvieron como objetivo Jerusalén, además de Tel Aviv, Beer Sheva, Ashkelón, Sderot y otras ciudades israelíes. Un estallido que recuerda el inicio de la operación «Plomo Fundido»en 2008 y que corre el riesgo de encender todo Oriente Medio, con la particularidad de que en esta ocasión, como resultado de la «primavera árabe», varios países de la región, como Egipto, son gobernados por partidos islamistas.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, señaló que Israel tiene derecho a defenderse y trata de calmar a los gobiernos de Egipto y Turquía para evitar una extensión del conflicto.
El estallido bélico llega, además, muy cerca de las elecciones legislativas israelíes. Varios países árabes divisan un interés electoral en esta nueva escalada de violencia.
La operación llega también después de que el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, anunció su intención de llevar unilateralmente a la Asamblea General de la ONU, el reconocimiento de un Estado palestino como observador no miembro.
Hamás, enfrentado desde hace años con la Autoridad Palestina, rechaza un Estado que no se ajuste a las fronteras de 1948, mientras que Abbás, en unas recientes declaraciones, aseguró renunciar al retorno de los palestinos desplazados y refugiados en el mundo, uno de las principales asuntos a tratar en las negociaciones con Israel para lograr un acuerdo definitivo. Unas afirmaciones que le valieron el calificativo de «traidor» por parte de los líderes de Hamás, mientras que el presidente israelí, Shimón Peres, las calificó de «valientes».
Es en este contexto en el que se enmarca la nueva ronda de violencia. A Hamás no le interesa que la propuesta de Abbás a la Asamblea General se acepte, hecho que elevaría el status del líder palestino. Tampoco le conviene al dúo Netanyahu-Liberman, unidos en los próximos comicios, a quienes puede beneficiar electoralmente un duro golpe a Hamás y a las demás organizaciones terroristas de Gaza apoyadas por Siria e Irán.
Liberman considera que la evolución de Abbás es un obstáculo para la paz y exige a la comunidad internacional que lo rechace como representante de los palestinos y como negociador.
Netanyahu, por su parte, no dio aún una respuesta clara a la propuesta de tregua presentada por Egipto. Su decisión es seguir estudiando el documento llegado de El Cairo - que incluye las condiciones de Hamás - y dar un margen más a la diplomacia para evitar la incursión terrestre.
Diferentes fuentes diplomáticas reconocen que hay avances importantes en las tratativas, pero advierten que aún falta pactar varias cláusulas para cerrar un acuerdo que depende también de lo que suceda en el terreno.
Netanyahu, Barak y Liberman consideran que Hamás no flexibiliza sus condiciones para una tregua duradera por lo que es previsible que haya más presión militar», informó el portavoz del Ejército, Yoav (Poli) Mordejai a los medios israelíes.
Mientras tanto, 75.000 reservistas del Ejército hebreo aguardan junto a la frontera con Gaza y la alarma «Color rojo» en Israel sigue sonando sin parar por séptimo día consecutivo.