El precio que el Estado de Israel tuvo que pagar por el error estratégico de Moshé Dayán resultó extremadamente costoso. Pero aquel monto será ridículo en comparación con el costo total que el país y sus ciudadanos habrán de pagar a causa del error de Moshé Ya'alón.
Israel ha tenido tres Jefes de Estado Mayor de Tzáhal de nombre Moshé: Moshé Dayán (1953-1958), Moshé Levy (1987-1983) y Moshé Ya'alón (2002-2005). Tras retirarse del ejército, el primero y el tercero hicieron su entrada en la política por la puerta grande. Dayán se desempeñó, entre otros cargos, como ministro de Defensa y ministro de Exteriores; Ya'alón es actualmente ministro de Asuntos Estratégicos y viceprimer ministro.
En virtud de su condición, las declaraciones que este tipo de funcionarios realizan vienen a representar la cosmovisión del gobierno del que forman parte. En virtud de su prestigio como ex jefes de estado mayor, ejercen también una gran influencia sobre la opinión pública y determinan en gran medida las concepciones predominantes de amplios sectores de la población.
Por ejemplo, a Moshé Dayán se lo recuerda por decir: "Es mejor Sharm el-Sheikh sin paz que paz sin Sharm el-Sheikh". Hoy en día no hay necesidad alguna de reiterar lo desastrosa que ha resultado esa declaración para el Estado de Israel. Dos son los errores fatales que comprende en términos de valores y prácticos. La historia demuestra que ambas partes de la declaración eran esencialmente erróneas.
El error relativo a los valores concierne a la identificación de lo que es bueno: Es poco probable que haya algún ciudadano cuerdo hoy en día que crea que la situación del Estado de Israel habría de mejorar en caso de que Tzáhal o algún asentamiento judío estuvieran ahora en Sharm el-Sheikh, envueltos en una perpetua batalla con Egipto, incluso a "fuego lento".
El segundo error de Dayán fue la suposición de que Israel era capaz - militar, política, social y económicamente - de conservar Sharm el-Sheikh para siempre. La historia se ocupó de demostrar la magnitud de esa equivocación en tan sólo seis años.
El país se enfrenta ahora a una complicada disyuntiva, igual o incluso más fatídica para el estado que aquélla de Dayán. El dilema de Moshe Ya'alón, el gobierno y todos los ciudadanos de Israel es casi idéntico al de Dayán. Sólo debe sustituirse a Sharm el-Sheikh por Ariel, y plantear la pregunta: ¿Es un Ariel sin paz preferible a la paz sin Ariel?
Desde que la ciudad fue fundada en los territorios ocupados, todos los gobiernos israelíes y, de hecho, todo el mundo que ha expresado públicamente su opinión sobre el asunto, se han mostrado tan agresivos como Dayán: Mejor Ariel sin paz. Moshé Ya'alón lo expresó muy bien cuando, de acuerdo con un informe del 24 de enero de 2011, declaró: "Ellos [los palestinos] están tratando de empujarnos hacia un acuerdo que no equivale a la paz ni constituye el final del conflicto, pero nosotros no debemos movernos ni un solo milímetro del territorio".
En esta declaración, Ya'alón cometió los dos errores fatales de Dayán: Él también presupone que Israel tiene el poder suficiente para no moverse un solo milímetro de Cisjordania por toda la eternidad. Aunque este supuesto no ha sido refutado tan rápidamente como en el caso de Dayán, muchos israelíes ya se han convertido en sus víctimas; eso sin tener en cuenta la enorme cantidad de dinero invertido para su realización en el transcurso de los últimos 30 años, dinero que en definitiva se ha tirado a la basura.
El segundo error de Ya'alón es idéntico a la equivocada afirmación por parte de Dayán acerca de la identificación de lo que es bueno, y es evidente sobre todo en lo que no dijo.
A juzgar por el conjunto de acciones, declaraciones, medidas económicas, despliegues militares y maniobras diplomáticas que ha hecho Israel, no cabe duda de que este gobierno, en el cual Ya'alón se desempeña como viceprimer ministro, se ha declarado, en principio, a favor de la afirmación de que Ariel sin paz es mejor que paz sin Ariel. Y esto a pesar del intento ensayado, por ejemplo, por Ya'alón, para responsabilizar a la otra parte del conflicto de la decisión adoptada por el gobierno.
El precio que el Estado de Israel tuvo que pagar - y especialmente, el precio personal que se vieron obligados a pagar miles de sus ciudadanos - por el error estratégico de Dayán resultó extremadamente costoso. Pero aquel monto será ridículo en comparación con el costo total que el país y sus ciudadanos habrán de pagar a causa del error de Ya'alón.
De Moshé Dayán, al menos puede decirse que se ocupó de presentar las alternativas con plena comprensión de los hechos, y que su decisión fue tomada con honestidad.
Fuente: Haaretz - 2.9.11
Traducción: www.argentina.co.il