Querido Gilad, sabemos que cada día que pasa, es otro día de pesadilla, de sufrimiento insostenible, días y noches de ahogo y soledad interminables. Pero debes confiar en que no renunciamos a tí, no te olvidamos, no ignoramos el hecho de que este domingo cumples 25 años.
Con el sol ardiente en lo alto, sobre la cuadra cercana a la casa del primer ministro Binyamín Netanyahu, tratamos de digerir el hecho de que ya transcurrieron 1.890 días, y tú aún no estás con nosotros.
Hace ya más de un año que estamos en esta cuadra, intentando con todas nuestras fuerzas, por todos los medios con los que contamos, romper las sordidas paredes que nos separan de aquellos que aún no se convencieron que después de tantos días, meses y años, después de tantos errores, de tanta indiferencia, llegó el momento de regresarte a casa.
Estamos aquí. No renunciamos, no levantamos los brazos, no nos rendimos, no nos destruyeron. Y no estamos solos, nuestro querido Gilad, muchas personas que desconoces, que nunca viste, piensan como nosotros, que no puede ser que mientras hablamos de solidaridad social e inmunidad nacional, y de fortaleza y de fe en el país, te dejamos librado a tu destino día tras día, solo y abandonado en los sótanos de Hamás, ya más de medio decenio.
El verano pasado decenas de miles de personas desfilaron por tí, con la confianza plena de que había llegado el proceso de tu liberación. Este verano decenas de miles de personas marcharon por las calles de las ciudades en protesta y reclamando justicia social por el derecho popular a vivir y sustentarse con dignidad. Y nosotros, y muchos como nosotros, adjuntamos a este reclamo la exigencia por tu derecho a vivir, tan humano y básico, a la liberación, a la libertad.
Nuestro querido Gilad, sabemos que cada día que pasa, es otro día de pesadilla, de sufrimiento insostenible, días y noches de ahogo y soledad interminables. Pero debes confiar en que no renunciamos a tí, no te olvidamos, no ignoramos el hecho de que este domingo cumples 25 años, que es el sexto cumpleaños en el encierro, que una gran parte de tu "jóven vida" transcurrió en un sótano, en un pozo de Hamás.
Sabemos que no entiendes porqué no ha terminado esta pesadilla y porqué nuestros innumerables medios aún no brindaron su fruto. Intentamos aferrarnos a la vida a pesar de que la misma ha cambiado en forma irreconocible. Tu hermano, Yoel, finalizó hace un tiempo sus estudios en el Tejnión, y Hadás, tu joven hermana, culmina en estos días su servicio militar. Y a pesar de que estos eventos deberían ser felices, estamos tristes porque no puedes disfrutarlos.
¿Qué más podemos hacer? ¿Qué es lo que aún no hemos hecho? ¿Cómo convencer que no eres un póster o una figura de cartón, e inlcuso una foto que se encuentra casi en cada lugar? ¿Cómo recordarles a todos en Israel y en el mundo que aún estás allí?
Constantemente tratan de insuflarnos nuevas esperanzas de que existirá un adelanto en las tratativas, pero comprobamos que se liberan miles de presos peligrosos de las cárceles de Israel de regreso a sus hogares. Que dinero y prrivilegios continúan llegando a las manos de aquellos que te mantienen prisionero de la manera más cruel, que las condiciones de los presos de Hamás (sí; esa misma organización cínica que te mantiene como arma secreta) son privilegiadas, y nadie logra ciertamente cambiarlo, a pesar de las habladurías. Y nos duele. ¿Hasta cuándo?
En el transcurso de los días, nuestra preocupación por tu salud y tu vida va en aumento. Avisos y anuncios saldrán seguramente de las oficinas del primer ministro, además de las interpretaciones de los "especialistas" de terror de parte del gobierno y de parte de ellos mismos. Avisos que dirán "hacemos todo lo posible" (5 años de hacemos todo lo posible) y continúan atemorizando al público como si la negociación por tu liberación traerá aparejado terrorismo para el Estado de Israel. Como si tu destino jugado en Gaza evitará decenas e incluso centenares de futuros muertos.
Lamentablemente, aún cuando estás allí, los atentados criminales no terminan. Tu sacrificio no cambia la frágil e inestable situación en nuestro pequeño país. Además, con el correr del tiempo, vemos que la sensación de seguridad de nuestro pueblo, de los jóvenes que sirven y se alistan y los padres que los envían, va disminuyendo a raíz de un pacto no escrito (y no por primera vez) entre sus gendarmes y el Estado. Entre el compromiso supremo existente de devolver cada soldado que se encuentra en dificultades a su hogar.
Pero no descansaremos, y tú debes soportarlo porque nosotros debemos encontrar el camino para que regreses a casa, rápidamente, ¡mañana!
Te queremos mucho y te extrañamos infinitamente.
Mamá y papá.
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il