Un primer ministro que condujo al mayor aislamiento de Israel en la historia, que no tomó ni una sola resolución política significativa o en asuntos internos, reúne cada día otra conferencia de prensa y reparte promesas que no tienen la mínima posibilidad de concreción.
Por favor, esperen un poco y verán que bien se vivirá aquí. Un verdadero paraíso. Esto es lo que sucederá dentro de poco tiempo: Dos nuevas ciudades se edificarán en el desierto. ¡No una,dos!
Se construirá el ferrocarril que unirá el centro del país con Eilat y Asia con Europa. Israel se convertirá en el eje central de tránsito mundial.
La corriente de inflitrados y refugiados en nuestra frontera meridional se interrumpirá; no se reducirá, se interrumpirá. Y eso no es todo.
Derrotaremos al terrorismo; Israel ya no estará sujeto a sus amenazas. Y el inmenso mundo, ese animal de múltiples patas y cruel, reconocerá finalmente nuestras razones existenciales concretas y regresará a su posición de apoyo hacia nosotros como hace muchos años atrás.
Nosotros les enviaremos fotos desgarradoras de niños y padres después de un asesinato aberrante en Itamar y ellos comprenderán con quien tenemos que lidiar y volverán a favorecernos.
Y lo más importante: todo esto sucederá sin que Israel cambie ni un milímetro su política, porque sinó ¿que logramos? Nosotros continuaremos construyendo miles de nuevas viviendas en los asentamientos existentes, quizás incluso levantaremos nuevos y el mundo estará con nosotros.
También en las fronteras de la Línea Verde habrá un florecimiento indescriptible. Después de todo dos nuevas ciudades y un tren que acercará a todo el Neguev, el desierto y Eilat al centro del país es una solución apropiada para una periferia abandonada, desvinculada, sin lugares de trabajo, con posibilidades de un gran futuro, con un poco de esperanza. No hay que preocuparse, Bibi lo arreglará todo.
Un primer ministro que condujo al mayor aislamiento de Israel en la historia, que no tomó ni una sola resolución política significativa o en asuntos internos, que cada día reúne otra conferencia de prensa y reparte promesas que no tienen la mínima posibilidad de concreción, ese es el hombre misterioso que está detrás de las tonterías sin base presentadas aquí.
Si por lo menos estuviésemos ahora en medio de una campaña electoral, vaya y pase. ¡Pero no! Esa es su conducta. Ese es su camino para esquivar cualquier problema que se le presenta. En lugar de solucionarlo, o por lo menos intentarlo, él se maquilla, se arregla el cabello, se para frente a los micrófonos y emite al aire palabras que limitan con el ridículo, lo grotesco y la ambiguedad.
Y cuanto más elevadas son las palabras que utiliza, nosotros nos hundimos cada vez más profundo.
La periferia del norte y del sur claman desesperada por ayuda. Mientras allí se habla de un desmoronamiento casi total de lo existente, Bibi nos vende la edificación de nuevas ciudades. No existe ninguna estructura en el desierto no sólo para dos ciudades, tampoco para una pequeña aldea, y él nos pide que dejemos de ocuparnos de idioteces y pensemos a lo grande.
¿Porqué diablos no podemos ver lo que él ve? ¿Qué tan cortos de vista somos?
Si Bibi estuviera al frente del sistema de esclarecimiento de Israel, quizás podríamos perdonarlo por su falta de acción total acompañado de un torrente insoportable de verborragia.
Pero él es el primer ministro. Él debería dejar de ser un fantasioso incurable y empezar a hacer algo. ¿Acaso realmente piensa que el mundo cambiará su postura hacia Israel luego de ver la ordenada presentación de la cantidad de armamentos hallada en un barco? Eso no va a suceder.
El mundo cambiará su concepción hacia Israel sólo si su primer ministro ejecuta un acto político que conduzca a una renovación de los contactos con la Autoridad Palestina. Sólo si ofrece la esperanza para algún tipo de arreglo. En lugar de ello, Bibi arroja arena a los ojos de los ilusos israelíes. Eso es lo que le importa.
De todas maneras, los paìses del mundo son antisemitas; y fuera de eso, ellos no son los que deberán votarlo dentro de dos años para un nuevo mandato.
Así se desprestigia Israel reiteradamente, y nadie entiende porqué somos las víctimas; los débiles; los que necesitamos defensa y empatía.
El Estado de Israel, que en casi todos los parámetros es un país fuerte y pujante, envía a las televisiones del mundo fotos de una familia asesinada por unos malvados sanguinarios y otras de armas acomodadas minuciosamente encontradas en un barco que navegaba rumbo a Alejandría.
Pero en este momento el mundo está ocupado con la catástrofe en Japón y la guerra en Libia, y no tiene tiempo de transmitir fotos sobre un pobre Israel que se desangra.
Quizás encuentre tiempo para mostrar fotos del tren que conectará entre Asia y Europa, pasando en su recorrido por dos nuevas ciudades israelíes en medio del desierto.
Fuente: Maariv - 21.3.11
Traducción: Lea Dassa para Argentina.co.il