Estimados,
Siempre me fue difícil entender esa especie de desequilibrio cognitivo-emocional que muestra la Unión Europea (UE) acerca del conflicto israelí-palestino. Por un lado, no puede negar la trascendencia de Israel como única democracia avanzada en Oriente Medio, ni la enorme relevancia del Estado hebreo desde el punto de vista económico, social, cultural y de innovación tecnológica y científica.
Pero, por otro, la UE se siente débil, insegura y perdida cuando la ciudadanía de sus países miembros le exige acción y respuestas sobre las víctimas civiles de los territorios ocupados, la pobreza persistente, los bombardeos y la devastación desoladora cada año y medio o dos.
Hace unas semanas, Suecia reconoció unilateralmente a Palestina como Estado. Los Parlamentos de Irlanda y Reino unido, recomendaron el reconocimiento. Este martes, en el Congreso español, se llevará a debate una proposición de ley no vinculante que pretende que España reconozca, de forma también unilateral, lo que viene a denominarse «Estado palestino». A finales de noviembre, la Asamblea General francesa hará lo propio.
Pero para reconocer un Estado, primero tiene que existir, en términos geográficos y políticos. Es decir: debe tener un territorio definido, con unas fronteras internacionalmente aceptadas, y un Ejecutivo que de manera efectiva gobierne ese territorio. Y eso no ocurre en el caso de Palestina, donde en realidad hablamos de dos gobiernos y dos territorios: la Autoridad Palestina (AP) en Cisjordania y Hamás en Gaza.
Ambos comparten muchas cosas, como la profunda corrupción que azota por igual a la población de ambos territorios. Miles de millones de ayuda internacional, destinados a construir estructuras nacionales que siguen sin existir, permitieron a sus líderes enriquecerse. Pero estos dos «Gobiernos» tienen además características propias que merece la pena recordar para hacer una valoración precisa de la cuestión a la que me refiero:
1) El Gobierno de la AP no llama a elecciones desde 2006, se muestra incapaz de controlar a sus propias facciones armadas y permite que se vulneren a diario derechos básicos y libertades civiles. Desde escuelas y medios de comunicación incita a la violencia contra Israel y alaba a los terroristas. Y promueve la limpieza étnica, anunciando que no permitirá que ciudadanos judíos permanezcan en cualquier Estado palestino futuro - si bien el 20% de la población de Israel es árabe.
2) El Gobierno de Hamás llegó al poder tras un golpe de Estado sangriento - con cientos de miembros de Al Fatah masacrados en Gaza. Se trata de un grupo terrorista, según denominación de la propia UE. De ideología muy cercana al yihadismo del Estado Islámico (EI) - dentro de la cual se inscribe como parte esencial el objetivo de acabar con los judíos -, su sangrienta trayectoria contra objetivos civiles es conocida, así como la utilización de la vida de sus ciudadanos para lograr sus propios fines.
¿Se puede, por lo tanto, hablar de un «Estado palestino» susceptible de ser reconocido? ¿O se trata más bien de un artificio destinado a convertirse en un nuevo Estado fallido, precisamente en una región donde ya hay demasiados? ¿Otro Estado donde las ideologías más extremistas contarían con recursos y legitimación? ¿Otro destino para enviar cascos azules en misiones internacionales?
Los gobiernos de Suecia, Irlanda, Reino Unido, Francia y España propusieron un texto que, si bien recoge en sus primeros puntos el espíritu de la solución de dos Estados, se precipita en el último inciso hacia un «sí o sí» sin condiciones.
¿Es favorable a los intereses de la UE una acción de este tipo? ¿Qué razones pueden aducir dichos gobiernos para impulsar una resolución como esa dentro de la UE, que implica romper su tradicional postura de equidistancia y respeto a los acuerdos y la alineacion con la ONU? Y aún más: ¿no supone una irresponsabilidad y una contradicción que países con graves problemas de orden territorial interno, como Reino Unido, España o Irlanda, por ejemplo, abanderen iniciativas de reconocimiento de soberanía y estatalidad a no-Estados que no cumplen los mínimos requisitos exigibles?
No hay duda de que la resolución pacífica de este conflicto es una de las prioridades máximas en el escenario internacional. La UE debe ser implacable a la hora de intervenir y exigir a ambas partes que cumplan con los compromisos requeridos. ¿Pero en qué ayuda el reconocimiento unilateral de Palestina como Estado en la situación actual descrita? Ni garantiza la seguridad de Israel, ni estabiliza un escenario convulso, ni prima la exigencia imprescindible de gobiernos democráticos, no violentos y respetuosos con los derechos humanos y la convivencia entre israelíes y palestinos en la región.
Reconocer unilateralmente un Estado palestino significaría dar validez a los métodos de la AP y Hamás, que priman el ejercicio de la violencia, además de permitir la externalización de la resolución del conflicto, invalidando así los Acuerdos de Oslo que promueven negociaciones bilaterales y la solución de dos Estados.
Ese fue desde siempre el requisito exigido y mantenido por la UE. Una requisito posible y viable.
¡Buena Semana!