Cannot get Tel Aviv location id in module mod_sp_weather. Please also make sure that you have inserted city name.

Se hizo la luz

Estimados,

Pobres los judíos de Israel. Igual que sus homólogos en el hemisferio norte deberán pasar Yom Kipur cuando el horario de verano todavía esté en vigencia? ¿Cómo ayunarán ahora sin desmayarse?


En el Estado hebreo, durante años, los líderes políticos ultraortodoxos y los religiosos nacionalistas enloquecían a la gran mayoría de la población asegurando que era imposible ayunar con el horario de verano vigente. Es muy difícil e incluso inhumano, afirmaban. Por lo tanto, el Gobierno, que dependía de sus votos para sobrevivir, se veía obligado a adelantar y activar el horario de invierno antes del comienzo del ayuno.

Es cierto que todo judío en el hemisferio norte ayuna de acuerdo con el horario de verano. También es verdad que en Israel estábamos tan acostumbrados a sus exigencias siempre basadas en «principios ideológicos», que ni siquiera soñábamos con reclamar. Pero aquí, entre nosotros, eso significaba un logro político.

Ese logro lo consiguieron en 2005. Aprovecharon su fuerza en el Parlamento para colocarse por encima de los preceptos, dado que está escrito claramente en la Torá: «Y el día diez de ese mes séptimo será día de expiación (Yom Kipur) de santa convocación para vosostros. Ayunaréis y brindaréis una ofrenda ígnea al Eterno». (Levítico; 23-28). ¿Leyeron bien? Se habla de santificar el día, no la hora.

En un debate en el Parlamento, hace ocho años, los diputados del entonces Partido Religioso Nacionalista - el actual Habait Haiehudí - intentaron atentar también contra el horario de verano desde su inicio. Ellos exigían que comenzara sólo después de la noche del Seder de Pesaj y no a principios de abril, como estaba estipulado, argumentando que «hasta que llegue la hora de encontrar el afikomán, los niños ya estarán dormidos». Es decir, las ganas de dormir y el juego del afikomán de los hijos y nietos del Partido Religioso Nacionalista, impondrían al Estado de Israel adelantar, o no, el reloj. ¿No era una locura?

Por suerte, desistieron de esa estupidez, pero no aceptaron renunciar a sus intereses sectarios en Yom Kipur. Así resultó que en nuestro Israel ardiente, el invierno comenzaba 35 días antes que en Europa, Estados Unidos o Canadá. Y ni que hablar de los enormes gastos relacionados con esa original concepción económica basada en que Dios castiga o perdona mirando el reloj en su muñeca.

De continuar así, este año lo grotesco llegaría al colmo, Yom Kipur cae temprano en relación con el calendario gregoriano, y pdríamos enfrentar una situación en la que el horario de invierno se debería adelantar en casi dos meses (!) con relación a otros países.

Muchos judíos ortodoxos y religiosos nacionalistas con los cuales converso, no logran entender por qué sus representantes en el Parlamento luchan año tras año por obtener este logro. Varios de ellos me dijeron que son los que más sufren por la reducción del horario de verano. No existe ninguna facilidad en el ayuno, me explican, porque de todas maneras, se alarga 25 horas. Pero el comienzo adelantado del ayuno atenta contra los preparativos de ese día tan especial, dado que necesitan almorzar con toda la familia y luego también comer una cena gratificante. Además, muchos desean ir al Muro de los Lamentos, y no disponen de suficiente tiempo porque el rezo comienza a las cuatro y media de la tarde.

Ese mismo problema también existe los viernes, dicen, porque el Shabat empieza temprano; además dificulta los paseos en las vacaciones de Sucot, dado que a las cinco y media todo está oscuro.

Acortar el horario de verano en 35 días le costaba a la economía israelí decenas de millones de shekels y numerosas pérdidas en concepto de electricidad y rendimiento productivo. Los horarios de trabajo eran menos cómodos; las horas de iluminación y del uso del aire acondicionado aumentaban. Cuando nos levantábamos a trabajar, el sol brillaba en lo alto del firmamento, y cuando regresábmos a casa, la muy entrada noche nos cubría con su oscuridad.

Parecía que a los diputados ultraortodoxos o religiosos nacionalistas tampoco les interesaba, por lo visto, el precepto más importante del judaísmo, el de santificar la vida, ya que la temprana oscuridad provoca más accidentes de tránsito, más muertos y más heridos.

La falta de horas de luz dañaba también la calidad de vida de la población en general. No podíamos ir a pasear con nuestros hijos o nietos, o darnos un chapuzón en el mar. Todo por caprichos de la influencia política de los representantes de Dios en el Estado judío.

En otro país, «más pobre que Israel», legislaron en 2005 una ley especial, que prolonga el horario de verano «para ahorrar energía». Eso sucedió en Estados Unidos. Allí comienza el 2 de marzo y finaliza el 1 de noviembre. Pobres los gringos; los obligan a ahorrar energía, mientras que entre nosotros los delegados del Todopoderoso tienen dinero para tirar al techo y no necesitan economizar. Que ahorren allá los idiotas, así tendrán para enviarnos más ayuda económica.

Todo se iba desarrollando como dijo sabiamente Albert Einstein: «Los grandes espíritus siempre encontraron una violenta oposición de parte de mentes mediocres». Pero no hay mal que dure 100 años, y por un momento la lógica volvió a ser un razonamiento con criterio.

Hace pocos días, el Parlamento israelí - sin partidos religiosos en la coalición gubernamental - resolvió por amplia mayoría prolongar el horario de verano y establecer que éste comience y finalice paralelamente al de los países europeos.

En pocas palabras: cuando el Estado se separa de la religión, se hace la luz; es decir: se cumplen las divinas palabras bíblicas.

¡Buena Semana!