Estimados,
«El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros».
Así comienza Crónica de una Muerte Anunciada del gran Gabo.
Y así podríamos parafrasearlo y aplicarlo a la mañana fatídica de un 7 de Enero del 2015 en París, en la redacción de «Charlie Hebdo».
En la ficción de García Márquez es Santiago el que muere. En la realidad parisina son doce los muertos y junto a ellos es también a cada uno de nosotros a quienes se pretende asesinar.
No nos llamemos a engaño, el ataque a «Charlie Hebdo» no es una venganza por una ofensa religiosa. Es parte de un choque ineludible entre dos concepciones del mundo. El culto a la vida contra la adoración de la muerte; la luz (qué paradoja que la masacre fuera en la «Ciudad Luz») contra el oscurantismo; la libertad contra el sometimiento.
Ya no alcanza con declaraciones de los gobiernos de solidaridad y pésame. Debemos esperar respuestas claras y contundentes como no las hubo hasta ahora.
Europa duerme con el enemigo. Hoy su cuerpo se encuentra infectado con un tumor llamado islam radical. Y a los tumores no se les extirpa con aspirinas.
Es esa misma Europa que hoy vive lo que nosotros en Israel vivimos a diario, y ellos no logran entender - o no quieren, o aún peor, tienen miedo. Quizá este atentado por su trascendencia mediática cambie algo.
Estados Unidos tuvo a su 11-S. En España no aprendieron nada a pesar de Atocha. Londres tuvo su 7-J donde fallecieron cincuenta y seis personas en un ataque a su servicio de transporte.
Nada cambió. Hoy debe cambiar.
El enemigo es poderoso. Dispone de medios y lava cerebros. No podemos permitir que el mundo atrase 500 años. Y no confundirnos con el maniqueísmo y la manipulación de algunos «pensadores» que parecieran justificar este accionar del islam yihadista llevándolo a comparar con la Inquisición que propulsó la Iglesia Católica en su tiempo.
El camino que hemos recorrido no puede ser desandado. Actitudes complacientes a organizaciones terroristas como Hamás, por ejemplo, que ha tenido la Unión Europea últimamente, sólo envalentonan a los asesinos, a aquellos que usan las libertades que les ofrecen los regímenes democráticos para luego tratar justamente de abolir dichas libertades.
Y es en este momento crítico, y luego de un hecho que debe considerarse como bisagra por todo el mundo libre, que Israel debe ser entendida en su lucha por preservar aquellos valores que la vieja Europa promulga.
Ojalá no sea demasiado tarde.
Tal como lo ha expresado Perez Reverte en un brillante artículo: «Es la guerra santa idiota». Y yo agregaría: «Es entre ellos y nosotros; yo elijo nosotros».
¿Y ustedes?
¡Buena Semana!