Estimados,
Los gobiernos de Israel y Estados Unidos sostienen otro choque público que pone un discurso del primer ministro Binyamín Netanyahu ante el Congreso norteamericano en el centro de la política doméstica de ambos países.
Bibi aceptó una invitación del nuevo liderazgo republicano del Congreso, en concreto del presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, a pronunciar un discurso sobre Irán y su programa nuclear el próximo 3 de marzo.
Negociaciones entre Estados Unidos e Irán a propósito del programa nuclear iraní fueron y son duramente criticadas por el Partido Republicano, en tanto que Netanyahu es un abierto enemigo de cualquier concesión a Teherán.
Pero resulta que la conducción de política exterior en Estados Unidos es legalmente una prerrogativa del presidente y la decisión de hacer la invitación, por un lado, y la de aceptarla, por otro, despertaron la ira en Barack Obama, la rabia de John Kerry, y causaron malestar en la minoría legislativa.
Para los demócratas, el que Bibi aceptó la invitación sin antes hacer una consulta formal a la Casa Blanca es un serio pecado, tanto que funcionarios se quejaron de haber sido «escupidos en la cara» y Obama no quiere ver al mandatario hebreo ni en pintura.
El embajador israelí, Ron Dermer, quedó más que mal parado en el centro de la polémica como uno de los organizadores del evento y un personaje con el resentimiento de la Casa Blanca encima.
Dermer dijo que no creía haber desdeñado a Obama, pero como un ex operativo del asesor político republicano Frank Luntz, sus reclamos de inocencia resultan más que sospechosos y hasta contraproducentes.
En ese marco, la visita de Netanyahu es dañina por tres razones: socava la política exterior de Obama; pone al principal aliado de Israel en medio de un debate político doméstico, y pretende elevar a un candidato en las próximas elecciones en Israel.
La comparecencia de Bibi en el Congreso se adelantará dos semanas a los comicios parlamentarios israelíes, a mediados de marzo, en medio también de un debate sobre la propiedad de que Netanyahu realce su figura con el discurso en Washington.
La movida de Bibi es táctica y personalmente legal, pero estratégicamente para la seguridad de Israel resulta más que peligrosa. Tanto Obama como Kerry no son dos «patos cojos» que cuentan los últimos días de su mandato.
Cuando Netanyahu necesite de la intervención norteamericana en el caso de las tratativas con Irán o frente a la Autoridad Palestina en La Haya, ambos dirigentes no se olvidarán de pasarle factura y hacerlo sudar.
¡Buena Semana!