Estimados,
Si de algo sirvieron estas elecciones fue para que recordemos la verdadera cara de Bibi, cuyo proyecto anexionista es someter al pueblo palestino como mano de obra barata de por vida para la indiferente sociedad israelí que refrendó su voto a favor de más de lo mismo: sepultar del todo la solución de dos Estados, eternizar la ocupación militar de Cisjordania y discriminar a los árabes del país.
No hay que caer en el juego verborrágico de Bibi, que dos días después de los comicios volvió a cambiar de discurso y dijo que apoyaba una «solución sostenible y pacífica de dos Estados», luego de prometer a diestra y siniestra - especialmente de forma siniestra - que si sigue en el poder enterrará dicha solución sin siquiera mencionar qué hará en lugar de ello.
Tampoco se debe tomar en serio su hipócrita disculpa hacia a los ciudadanos árabes israelíes, a quienes «acusó» de «ir a votar en masa», diciéndoles que «no me entendieron».
Según la ONG Paz Ahora, durante el tercer mandato de Bibi (2013-2015) - que se anticipó a disolver para consolidar una nueva coalición férreamente de ultraderecha -, hubo un dramático aumento en las construcciones de viviendas y edificios públicos e industriales así como de instalaciones agrícolas en Cisjordania, no en Israel.
La totalidad de esas obras se desarrollaron en territorios militarmente ocupados, donde también creció hasta en 23% la población de habitantes de asentamientos.
En total, la población judía en Cisjordania se duplicó y aún más en los 21 años desde que Israel y la Autoridad Palestina (AP) comenzaron el proceso de paz en Camp David, que el mismo Bibi hizo todo para acabar con él después del asesinato de Rabin, contra quien no reparó en métodos para insitar y a quien demonizó en foros nacionales y comunidades judías de la diáspora, especialmente de Estados Unidos.
Netanyahu volvió a sacarse el Bibi de la galera, basó su campaña electoral en el miedo israelí y le funcionó. Los israelíes podemos estar divididos en muchas cosas pero no en el recuerdo de la Shoá.
Bibi nos convenció de que el Estado Islámico, Al Qaeda, Hamás, Hezbolá e Irán, entre muchos otros, buscan aniquilarnos y que la izquierda traidora sólo espera llegar al poder para entregarnos a ellos.
Aquí cabe destacar un hecho curioso que si no fuese verídico, parecería sacado de «Las Mil y Una Noches»: Aunque parezca mentira, la izquierda traidora israelí jamás cedió un sólo centímetro del Estado. Todo lo contrario: siempre conquistó tierras y lo expandió. Al finalizar la Guerra de los Seis Días, el gobierno de Levy Eshkol y Moshé Dayán, con el mismísimo Rabin como jefe del Estado Mayor, se vanagloriaba hasta las lágrimas de que el Estado judío triplicó su territorio.
A diferencia de ello, y al contrario de lo que la mayoría cree y está convencida, la derecha expansionista fue la única que hasta ahora devolvió territorios. Menajem Begin entregó todo el Sinaí, hoy en manos de fuerzas yihadistas, y Ariel Sharón le dejó Gaza a Hamás y el norte de Samaria a la AP - sí, sí - con el apoyo de… Bibi y de todos los ministros del Likud. Netanyahu, en su primer mandato, se retiró también de tres cuartas partes de Hebrón.
En su lugar, Rabin el «traidor» intercambió acre por acre con Jordania, de común acuerdo, cuando se firmó el tratado de paz.
Otro «traidor», Ehud Barak, se retiró de Líbano a la reconocida frontera internacional entre ambos países.
Pero los votantes israelíes sufrimos de muy mala memoria. Que nadie venga a desordenar nuestras místicas creencias con hechos verdaderos.
Por eso preferimos valorar el viaje de Bibi «de colado» a París para marchar en solidaridad junto a Abu Mazen y a los franceses tras el atentado contra los periodistas de «Charlie Hebdo» así como con las víctimas judías del ataque terrorista al supermercado kosher, algo que ni siquiera hizo Obama, o el discurso - también «de colado» - en el Congreso norteamericano, donde nos aseguró que ante cualquier «mal acuerdo» con Irán, nos reservamos el derecho de defendernos solos cuando lo consideremos vital.
Que grande este Bibi. No puede garantizarle una vivienda digna a la gran mayoría de los jóvenes de Israel que se desloman trabajando, pero sí asegurarles que, de ser necesario, le declarará la guerra a Irán y los enviará a combatir.
Es realmente un mago. Nos merecemos algo así. Pero como dijo Houdini: «Es pura ilusión óptica».
¡Buena Semana!