Estimados,
El acuerdo logrado entre Teherán y el Grupo 5+1 para limitar el programa nuclear iraní a cambio de aliviar las sanciones internacionales tiene grandes repercusiones en la comunidad internacional.
Si bien los cerca de dos años de negociaciones rindieron los frutos esperados por las grandes potencias, el mayor interrogante ahora es qué consecuencias tendrá el tan esperado pacto.
No se trata de un pctoo económico, sino nuclear. Pero el levantamiento de las sanciones impactará directamente en la economía no sólo de Irán, sino del mundo.
El Congreso norteamericano tiene 60 días para aprobar o rechazar el acuerdo. De concretarse, se espera que Irán firme lucrativos convenios con grandes empresas de energía que ya muestran interés y que aumente considerablemente su producción de crudo.
Teniendo en cuenta que Irán tiene la cuarta mayor reserva de petróleo del mundo, 150.000 millones de barriles, y la segunda mayor reserva de gas natural del planeta, el potencial es gigante.
Actualmente, Irán produce 2,85 millones de barriles diarios de petróleo, pero Bijan Zanganeh, ministro de Petróleo, anunció que, de levantarse las sanciones, la producción de crudo aumentará en 1 millón más.
Si bien Teherán aseguró que el aumento en su producción no tendrá un gran impacto en el mercado global, tras anunciarse el pacto, los precios del petróleo registraron caídas.
Se espera que la República Islámica aumente sus exportaciones de petróleo en hasta un 60% en un año, según una encuesta de 25 analistas petroleros realizada por la agencia de noticias Reuters.
Esto a partir de que Irán buscará recuperar mercado en los países que redujeron las importaciones como consecuencias de las sanciones.
Sin embargo «cualquier cambio en este ámbito no vendrá de inmediato y será muy lento», explicó el profesor Yehoshúa Porat, experto en Oriente Medio de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
«La infraestructura petrolera y de gas necesaria en Irán es muy básica. Incluso si la inversión es impulsada por grandes multinacionales, construirla llevará años. Y de ahí, llegar a un incremento significativo de la producción, probablemente décadas», agregó.
En términos geopolíticos, que Irán se alíe con Estados Unidos y Europa puede tener «consecuencias trágicas», según lo expresó el historiador Avner Cohen, catedrático de la Universidad de Haifa.
Históricamente, Irán fue y es el gran defensor de las comunidades chiítas en Oriente Medio, en contraste con los grandes reinos sunitas impulsados por los países del Golfo y liderados por Arabia Saudita.
«La confrontación es entre chiítas y sunitas. Irán apoya al gobierno de Assad en Siria, a Hezbolá en Líbano y la revolución en Yemen. Los sauditas lo ven como una gran amenaza», aseguró Cohen.
«Además, el Gobierno de Arabia Saudita acusa a Irán de fomentar y financiar la disidencia chiíta dentro de su propio territorio», añadió.
La rivalidad entre los persas y los árabes es histórica. Y desde la Revolución Islámica de 1979, Estados Unidos se situó del lado de los sauditas. Eso puede cambiar ahora.
Sin embargo, «el apoyo de Irán a minorías chiitas no necesariamente tiene que ver con una agenda sectaria, como sí lo es, del otro lado, la de Arabia Saudita», destacó Porat.
Los sauditas, que además son los principales productores de petróleo en la región, se verán directamente afectados si Irán logra acuerdos comerciales con Occidente y no verán con buenos ojos que su aliado norteamericano se vuelva amigo de su enemigo.
«Temen que el acuerdo no garantice que Irán detenga su programa nuclear y que se vuelva más peligroso», aseguró Cohen.
Pero Arabia Saudita no es el único enemigo histórico de Irán en la región. Ni el único aliado de Estados Unidos.
Israel dejó claro que está totalmente decepcionado. Netanyahu dijo estar profundamente preocupado por este pacto, que definió como «error histórico».
«Este acuerdo no es malo sólo para Israel, es peligroso para todo el mundo libre. Darle libertad para desarrollar armas nucleares al más grande patrocinador del terrorismo es como pasarle fósforos a un pirómano», aseveró Bibi.
Y el Ejecutivo hebreo desplegó abiertamente todo su poder y contactos internacionales para intentar detener las tratativas.
En marzo Netanyahu visitó el Congreso invitado por la oposición republicana para criticar las negociaciones con Irán y advertir sobre las consecuencias que podría traerle a Estados Unidos un peligroso distanciamiento con su principal aliado en Oriente Medio.
Israel desconfía de la sinceridad de Teherán y cree que el pacto deja intacta su capacidad para construir bombas atómicas. Además, el apoyo que Irán les da a grupos terroristas como Hezbolá, Hamás y la Yihad Islámica, es un bocado que difícilmente Bibi consiga tragar.
Pero, para las grandes potencias, el acuerdo abre la posibilidad de armar una amplia coalición contra el grupo yihadista Estado Islámico (EI) que amenaza la región.
No obstante, el Gobierno israelí sigue sin descartar un ataque militar para neutralizar el proyecto.
«Israel no está obligado por este mal acuerdo porque Irán sigue declarando que busca nuestra destrucción. Siempre nos defenderemos», sentenció Netanyahu.
¡Buena Semana!