Estimados,
Señores de Hamás, no sé si leyeron los diarios o vieron la tele, pero los ciudadanos en Israel y el pueblo judío en la diáspora necesitan de ustedes hoy más que nunca. Si su ayuda no llega urgentemente, nuestra supervivencia estará verdaderamente en peligro.
Fijensé lo que nos está ocurriendo terroristas de Hamás. Hace ya casi una semana que Israel y el pueblo judío no hablan de Irán, ni de la amenaza nuclear, ni del antisemitismo en el mundo, ni de las decapitaciones del Estado Islámico, ni de los cohetes de Hezbolá, ni siquiera de ustedes.
Periodistas hispanoparlantes como Pilar Rahola y Gustavo Perednik guardan silencio, perdieron su inspiración y dejaron de escribir; y la dirigencia judía en la diáspora sin ellos no tiene de donde aferrarse para justificar por qué es vital que Israel, la única democracia en Oriente Medio y una luz para los gentiles, siga dominando bajo un estricto régimen militar a dos millones y medio de palestinos sin otorgarles derechos civiles.
¿Dónde están ustedes cuando verdaderamente se los necesita? No hay caso: ya ni en el islam yihadista se puede confiar.
Pónganse a pensar un momento con cordura. ¿Se imaginan lo que podría pasar si en estos momentos algunos comandos de sus brigadas Izz a-Dín al-Qassam harían volar por los aires un supermercado en Beer Sheva, una escuela primaria en Ashdod, las Torres de Azrieli en Tel Aviv o el Hospital Hadassah en Jerúsalén, dejando miles de muertos y decenas de miles de heridos?
¿Acaso, según la Biblia, no provenimos del mismo padre? ¿No somos primos hermanos? ¿Así se trata a la familia? ¡No hay derecho!
¿Y cuál es el resultado de su inactividad? Resulta que mientras ustedes se miden con el agobiante calor en las playas de Gaza, los líderes de Israel y la dirigencia judía mundial no tienen más remedio que condenar rotundamente el ataque incendiario mortal de un bebé palestino en Cisjordania y el asesinato a puñaladas de una joven israelí en la marcha del Orgullo Gay en Jerusalén a manos de un ultraortodoxo judío sin tomar en cuenta posibles palabras conciliadoras por parte de políticos fanáticos y rabinos extremistas que se pasaron años incitando a este tipo de violencia.
Las palabras hebreas «venganza», «etiqueta de precio» y «larga vida al Mesías», pintadas con spray sobre en el edificio carbonizado en la aldea palestina de Duma, sugieren que los responsables del crimen son judíos ultranacionalistas religiosos. El asesino en Jerusalén fue atrapado y todos los servicios de seguridad israelíes consideran ambos incidentes como «actos de terror judío».
Esto no fue ninguna sorpresa para quienes estamos siguiendo a politicos xenófobos y rabinos radicales durante décadas. En 2009, los rabinos Itzjak Shapira y Yosef Elitzur, por ejemplo, renombrados líderes religiosos del ultranacionalismo judío, provocaron controversias con la publicación de «La Torá del Rey», un libro sobre la permisibilidad de matar a no-judíos.
Los autores afirmaron entonces que la ley judía «permite el asesinato de niños no judíos por la futura amenaza que pueden causar. No hay razón para no matar a los niños si está claro que van a crecer para hacernos daño», escribieron.
Es verdad que ambos fueron investigados bajo sospecha de incitar al odio racial, pero fueron puestos en libertad de inmediato y nunca fueron acusados por la Fiscalía del Estado.
Pero ellos no son los únicos líderes que usan la religión como justificativo para el racismo y la violencia. El rabino Itzjak Ginsburg, director de la yeshivá en el asentamiento de Yitzhar y maestro de los autores, provocó una conmoción en la década de los '90 por alabar al Doctor (!) Baruj Goldstein, el colono que en Purim de 1994 asesinó a 29 palestinos que rezaban en la Cueva de los Patriarcas de Hebrón. Ginsburg justificó las acciones de Goldstein diciendo que «cumplían el principio legal judío de venganza», la misma palabra pintada en la casa del bebé palestino quemado vivo en Duma. El diputado ultranacionalista ya fallecido, Janán Porat, al enterarse de ese hecho, pronunció entonces una frase para la historia: «¡Purim Sameaj, javerim!», afirmó sonriendo irónicamente ante los medios.
El rabino Dov Lior, del asentamiento de Kiryat Arba, señaló que aconsejó personalmente a Goldstein. Después de su muerte, Lior escribió que lo consideraba «un mártir más santo que todos los santos mártires del Holocausto» (!). Nunca fue imputado.
Como un rabino municipal, Lior recibía un sueldo del Gobierno y desde que se jubiló, en 2014, recibe una pensión de funcionario público. Eso no le impidió decir que Israel debe «limpiar sus calles y avenidas de árabes», que él llamó «jinetes de camellos».
Uno de los vicepresidentes del Parlamento israelí (!), el diputado Bezalel Smotrich, del ala más radical del partido ultranacionalista religioso Habait Haiehudí, calificó la marcha del Orgullo Gay como «el desfile de las bestias».
El presidente Reuvén Rivlin, derechista nato a favor de los asentamientos y en contra de los Acuerdos de Oslo con la OLP, aparece hoy en las redes sociales como el «rey de los izquierdistas», con una kaffiyah árabe sobre su cabeza y bajo amenazas de que «en el momento apropiado ajustaremos cuentas con usted».
Resumiendo; quienes en Israel buscan justificaciones de violencia, vandalismo, quema de iglesias, mezquitas o «asesinatos ideológicos» pueden encontrarlas desde hace más de 40 años en las palabras a veces llenas de sacarina pero siempre amenazantes de políticos dueños de la única verdad o de rabinos seguros de que hablan en nombre de Dios.
Así que señores de Hamás, den señales de vida, de lo contrario, si esto sigue así, conseguirán lo que siempre anhelaron: destruir al Estado de Israel. Y lo que resulta más grotesco es que lo harán sin lanzar ningún misil y sin moverse de la playa en el agosto de 45 grados a la sombra.
Adelante muchachada. Esta es una de nuestras peores horas de angustia interna. Aprovéchenla. Disparen sus cohetes con gallardía y confianza. Después de todo, ustedes siempre fueron los campeones de perder la oportunidad de perder la oportunidad.
Otro «Margen Protector» como el del año pasado y estamos salvados. Nunca nos fallaron; no pueden hacerlo ahora cuando más los necesitamos.
¡Buena Semana!