Estimados,
Israelíes y palestinos vivimos atrapados demasiado tiempo en invernaderos políticos de nuestra propia hechura, incapaces de sorprendernos mutuamente con cualquier actitud positiva, así como con una necesidad desesperada de una dosis de sentido común de una amigable tercera parte.
Por ejemplo, al escuchar a Netanyahu alegando que el muftí de Jerusalén, Haj Amín al-Husseini, le dio a Hitler la idea de un asesinato masivo de todos los judíos, sólo se puede concluir que Bibi está en una burbuja sellada, sin alguien a su alrededor que sea capaz de decirle «oiga bien; eso es demostrablemente falso en términos históricos. Si realmente lo cree, sería mejor que se lo guardara para usted mismo. Diplomáticamente, no le va a servir».
Olvidamos cuánto ambas partes necesitamos de vez en cuando a Estados Unidos a fin de que interprete la realidad desde una perspectiva más amplia para romper la parálisis en nuestra política interna y regional. A veces Bibi tendría que decirle a su Gabinete: «Yo nunca accedería a eso, pero estos malditos gringos me doblaron el brazo. ¡Miren cómo cuelga! ¡Está torcido! ¡No me quedó otra que decir que sí!».
A medida que pasa el tiempo, nuestra política y la de los palestinos se vuelve cada vez más salvaje. Si los yankis no nos meten los dedos en los ojos con regularidad, los agendamos sólo en horas de siesta.
Imaginemos. ¿Cómo sonaría un mensaje de Estados Unidos actualmente? Empezaría por acusar en público a Abu Mazen: «Usted rechazó una oferta sin precedentes de Olmert, sobre una solución de dos Estados, en la cual él accedió a renunciar a la soberanía en el Monte del Templo y le propuso que en el marco de un acuerdo final, el control de los lugares sagrados sea manejado por un comité especial de cinco países: Arabia Saudita, Jordania, Palestina, Estados Unidos e Israel».
Olmert le trazó a Abu Mazen un mapa sobre el cual delineó las fronteras del futuro Estado palestino, que incluía un intercambio de tierras casi de iguales dimensiones en Cisjordania para albergar asentamientos judíos a cambio de parcelas en Israel.
Olmert todavía sigue esperando la respuesta de Abu Mazen. Es claro que con los palestinos ahora divididos entre Gaza, controlada por Hamás, y Cisjordania, con Al Fatah al frente, no hay una sola Autoridad Palestina con legitimidad para aprobar formalmente un acuerdo definitivo. Además, es cierto también que Abu Mazen se comprometió con la no-violencia; pero ¿dónde está su plan para una solución provisional que pueda al menos darle impulso al proceso? ¿Por qué sólo se sienta como un Buda, rechazando cualquier idea creativa y se inclina por una inútil política unilateral en la ONU».
En cuanto a Bibi, el audaz mensaje podría ser éste: «Usted va a pasar a la historia. Va a ser el primer líder judío que dejó a Israel con nada más que una solución de un Estado que gradualmente dejará de ser judío o democrático. Conocemos con exactitud la apariencia de una solución de un solo Estado. Asómese a la ventana de su residencia en Jerusalén y vea: palestinos acuchillando al primer judío que pasa y colonos encapuchados aplicando represalias».
Esta semana, nuestro ministro de Defensa, Moshé Yaalón, dijo que el país tiene enemigos armados con cohetes en cuatro de sus cinco fronteras - Sinaí, Gaza, Líbano y Siria - y que él no puede arriesgarse a abrir una quinta con sólo abandonar Cisjordania. Es comprensible.
Sin embargo, tiene que existir una alternativa a no hacer nada o a hacerlo todo. Tiene que ser una opción que al menos ponga a prueba a los palestinos para que realmente controlen un poco de territorio; y eso, a su vez, despierte cierta esperanza de que las dos comunidades puedan separarse de manera segura.
Además, tiene que involucrar que el Gobierno hebreo al menos detenga la construcción de asentamientos en el corazón de Cisjordania en las áreas designadas para un Estado palestino. Alrededor de 70.000 de los 400.000 colonos de Israel viven ahora allí, y eso está ocasionando que cualquier separación sea cada vez más imposible.
Esto es lo que aquí en Israel nos estamos perdiendo. Somos un país con muchísima energía creativa en ciencias, tecnología y medicina, pero no se nos ve en diplomacia. Es cierto que podemos sobrevivir a estos atentados con cuchillos. ¿Pero seremos capaces de prosperar? ¿Seguiremos siendo un lugar en el que la gente quiera vivir y criar a sus hijos?
Puede ser que no tengamos alternativa. Sin embargo, somos un Estado realmente poderoso; no una Costa Rica desarmada. Nadie espera que renunciemos a todo. Pero cada vez menos personas pueden entender por qué dedicamos tanta energía en explicar por qué no podemos hacer nada, por qué los palestinos son irredimiblemente repugnantes y por qué nada que pudiéramos llevar a cabo no influiría en la conducta de ellos.
Es realmente desesperante que estemos caminando lentamente y de la mejor manera rumbo al abismo con nuestros mejores argumentos.
¡Buena Semana!