Estimados,
Parecía una solución digna del Rey Salomón: cear un espacio permanente de rezo igualitario en el Kotel al lado del área segregada por género que fue el centro de cáustica protesta.
La decisión por concesión del gobierno israelí la semana pasada fue aclamada como «histórica y revolucionaria», pero también puso de relieve el cisma entre Israel y su cúpula ortodoxa y la diáspora, particularmente en Estados Unidos, donde la mayoría de los judíos se identifica como reformistas o conservadores.
La mayoría de los judíos norteamericanos dice sentirse emocionalmente apegado a Israel. De igual forma, muchos dicen no sentirse en casa aquí, y el Kotel, el icónico lugar de veneración en la Ciudad Vieja de Jerusalén que atrae multitudes de judíos ultraortodoxos y turistas a diario, es el símbolo de mayor perfil de esa alienación.
«Esto no habría pasado de no haber sido por la presión fuerte y creciente de los judíos estadounidenses», dijo Uri Regev, rabino reformista y promotor con base en Israel de la libertad religiosa y pluralismo, sobre la movida del gobierno. «En mi opinión, esto no dependió de que las autoridades vieran la luz, sino que fue una respuesta a una presión muy concreta transmitida a Israel a través de representantes diplomáticos, federaciones judías y donadores cruciales».
Regev argumenta desde hace largo tiempo atrás que se dedica demasiada atención al Kotel en comparación con otras áreas de la vida israelí en las que cada vez más judíos se estan quejando del control del rabinato estrictamente ortodoxo, que no reconoce el judaísmo reformista y el conservador.
En la ausencia de cualquier cláusula para matrimonio civil, alrededor de 300.000 israelíes que inmigraron de la ex Unión Soviética y que no califican plenamente como judíos bajo la Halajá, la ley religiosa ortodoxa, no pueden obtener licencia de matrimonio en Israel, en tanto el rabinato también controla la mayoría de los sitios de entierros del país.
Ahora la pregunta está en saber si el nuevo espacio de rezo en el Kotel es un primer paso hacia un cambio más fundamental o sólo una resolución para un problema localizado.
Regev reconoció que el acuerdo alcanzado, «en cierto sentido, puede describirse como dramático». Sin embargo, agregó: «Espero que esta eufórica fase no debilite nuestra capacidad para ver la realidad y entender que aún yacen imperiosas batallas por delante».
«Un Kotel B que podamos sacar y embellecer; que el lujo no exista cuando se trate, digamos, del derecho a contraer matrimonio», dijo.
El poder del rabinato ortodoxo deriva en buena medida de la realpolitik israelí. Coaliciones gobernantes en la derecha e izquierda hicieron tratos durante décadas con partidos políticos de tendencia ultraortodoxa que les dan amplio espacio en torno a cuestiones religiosas a cambio de apoyo en lo tocante a prioridades diplomáticas o presupuestarias.
El gobierno actual de Netanyahu es el más conservador en años. Sus ministros promueven una legislación divisiva: como la iniciativa de «lealtad en cultura» y legislación que requeriría a ONGs divulgar financiamientos que reciben de gobiernos extranjeros. Este tipo de legislación genera la condena de judíos liberales en el extranjero.
La decisión sobre el Kotel, tras años de feroz discusión y demora, llegó como un raro contrapunto a esta tendencia. Sin embargo, el momento fue más prosaico, y probablemente no presagie un cambio más extenso. Funcionarios dijeron que los partidos fueron presionados a dar por concluidas negociaciones porque la persona de Bibi al frente del asunto, Avijai Mandelblit, dejaba su puesto como secretario del Gabinete para convertirse en procurador general.
El nuevo espacio para rezos, donde hombres y mujeres pueden orar juntos, recibirá fondos públicos. Será gobernado por un comité encabezado por el director de la Agencia Judía e incluirá representantes de los movimientos conservador y reformista, las Federaciones Judías de Estados Unidos, el ejecutivo hebreo y las Mujeres del Kotel, un grupo que está agitando desde hace 27 años en contra de la cúpula dominada por los ortodoxos.
Algunos activistas dicen que esto equivale al reconocimiento del Estado de la ramas no-ortodoxas del judaísmo, aunque la lacónica resolución del Gabinete le dio vuelta al tema al evadir las palabras «reforma» y «conservador», refriéndose más bien oblicuamente al tema de «arreglos para rezos en el Kotel».
Una discusión de último momento en torno a la redacción de la reunión del Gobierno terminó con la decisión de Bibi de «poner en marcha las recomendaciones del equipo asesor», en vez de «adoptarlas». La resolución fue aprobada, aunque los miembros de la coalición ultraortodoxa votaron en contr y lograron meter algunos golpes.
Al referirse a judíos reformistas, Moshé Gafni, líder del partido ultraortodoxo Iahadut Hatorá, dijo: «Nunca jamás daremos reconocimiento a ese grupo de payasos, no en el Kotel y no en ninguna otra parte».
Es probable que el plan enfrente muchos obstáculos. El Kotel es un remanente del muro de retención que rodeaba el Segundo Templo, el sitio más sagrado del judaísmo, que también alberga la mezquita de Al-Aksa, uno de los tres sitios más sagrados del islam.
Arqueólogos israelíes protestaron con respecto a que actualizar el área del Arco de Robinson, sitio de una antigua escalera, para convertirla en un espacio de rezos permanente de tipo no-ortodoxo, dañará uno de los sitios arqueológicos de mayor importancia en la Ciudad Vieja.
Funcionarios palestinos y figuras religiosas árabes también condenaron el plan, diciendo que el Kotel, o Al-Buraq, es propiedad del Waqf islámico, o fideicomiso, contrlado por la monarquía jordana.
Entre los temas en general que siguieron tenazmente a las relaciones entre Israel y la diáspora durante décadas están la negativa de Israel a reconocer la conversión reformista y la conservadora, así que multitudes de judíos no serían suficientemente judíos para contraer matrimonio en Israel.
Israelíes cuyo judaísmo es cuestionado por el rabinato - o que simplemente no quieren adherirse a sus restricciones - evadieron a la institución contrayendo matrimonio en el exterior, particularmente en Chipre; el gobierno reconoce estas uniones.
Un reciente sondeo del Instituto Panel Politicis realizado para el Canal de TV del Parlamento hebreo mostró que la sociedad israelí a menudo es más complaciente que sus autoridades. Más de 80% de los encuestados dijeron que todos los judíos, incluidos reformistas y conservadores, deberían sentir que el Kotel les pertenece y deberían sentirse bienvenidos en Israel.
La dirigencia no habla de la misma forma que siente la gente en el terreno. La decisión del Kotel mostró que el pluralismo empezó a funcionar y que la gran mayoría del pueblo judío está abierto al cambio.
¡Buena Semana!