Estimados,
Cada vez me apasiona más este Bibi. Maquiavelo al lado de él es como la mona Chita agarrada al pié de Tarzán.
En un mundo en el que sobran líderes de cuarta, sin visión y corruptos, este mago hebreo es, por lejos, el mejor de todos los peores y juega con nosotros con pelota al pié.
En la actualidad, en Israel, nadie puede salir a la calle con la seguridad de que volverá vivo a su casa, porque justo ese día a una nena árabe no le regalaron la barbie que quería y después de tomar el chocolate se le ocurrió ir y acuchillar a media Raanana.
Y este rey tuerto del reino de los ciegos nos mete profundamente su casino de Eilat por el tujes, y todos los medios escritos y electrónicos se olvidan de los cuchillos y no paran dos días enteros de hablar de otra cosa. ¡Genio! ¡Genio!
Hace años, cuando Israel era un país en serio y Ben Gurión o Golda se tenían que medir con graves problemas económicos, bastaba con una llamada a Moshé Dayán (otro rey tuerto) para que mande algunos Fantom a calentar bien bien alguna frontera cercana (egipcia, siria o jordana), y así, con las reacciones esperadas, toda la gente abría los refugios antiaéreos y de forma automática se olvidaba de los precios para pensar sólo en su seguridad personal y familiar.
Ahora, gracias a este erudito autor del «Manual del perfecto idiota israelí», sucede exactamente todo lo contrario: cuando la ciudadanía está espantada por el terror y cada día piensa de nuevo si mandar, o no, a sus hijos a la escuela, aparece Bibi con su casino en Eilat, a pocas horas de nuestra casa, y hace soñar a los matrimonios jóvenes con una vivienda propia que nunca lograrían alcanzar a menos que empeñaran hasta el aire que respiran, que también podría oler a amoníaco.
Nada que ver con Obama, Putin, Merkel, Cameron, Hollande, Macri, Rajoy, Peña Nieto, Maduro, el chino, el japonés, el hindú o el norcoreano. Sin duda, de los peores, el mejor por lejos.
¡Hagan juego señores!
¡Buena Semana!