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¡Hay jueces en Jerusalén!

Estimados,

El rechazo del Tribunal Supremo a la apelación presentada por el ex presidente Moshé Katsav señaló el final de una de las sagas más largas, dramáticas e importantes en la historia de la sociedad israelí.

De hecho, tal como lo declaró el juez de la Corte Suprema de Justicia, Salim Joubrán, la condena impuesta a Katsav por el Tribunal de Distrito fue todo un terremoto. Ciertamente, no se trata de una cuestión trivial cuando el ocupante del cargo más alto y representativo del país es declarado culpable de un crimen, y sobre todo cuando el delito es de violación y acoso sexual.

Es difícil exagerar la importancia de la sentencia. Frente a un aparato bien aceitado que se dedicó a ejercer una enorme presión sobre las querellantes, y que utilizó sofisticada e ingeniosamente los medios de comunicación, el sistema judicial llevó a cabo audiencias minuciosas con un alto nivel de profesionalidad en todas las etapas del caso.

Se tomaron en consideración las complejas características de los delitos sexuales en general, y los delitos sexuales cometidos por una persona en el poder en particular.

El ex presidente compareció ante la Corte Suprema como cualquier otro ciudadano, mientras el panel de justicia compuesto por tres jueces explicaba su unánime decisión de mantener el veredicto en su totalidad. Creer en el testimonio de las demandantes, quienes acusaron a Katsav de haberlas violado y acosado sexualmente; y no creer en lo que los magistrados denominaron la "no-verdad" del acusado, a la cual, por su parte, los miembros del Tribunal de Distrito calificaron de forma categórica como un montón de mentiras.

Todos los esfuerzos realizados por la defensa para desprestigiar a las demandantes y estigmatizarlas como "cazafortunas" fueron completamente refutados. Todos los afanes por parte de los allegados a Katsav para socavar su credibilidad ante la prensa, apelando a denuncias de ocultamiento de evidencias y de relaciones consensuadas, resultaron en vano, dada la decisión de los jueces del Tribunal Supremo de mantener el veredicto.

La denuncia acerca de que se había rechazado a Katsav en condición de debido proceso también fue desestimada, e incluso los magistrados tuvieron que condenar a la defensa por el abuso de su elevada posición y por su conducta durante el juicio.

La sentencia dictada contra el ex presidente es severa, pero no tan excepcional, dada la gravedad de los delitos. En su decisión, los jueces se encargaron también de disipar aquella niebla verbal a través de la que los abogados de Katsav trataron de borrar la dimensión de sus crímenes y socavar la base jurídica y moral de su condena.

Una página brillante se registró esta semana en la historia de la democracia israelí y en la del mundo todo. Se refuerza en ella la condición de la mujer y el valor de la igualdad ante la ley.

Como en su momento dijera Menajem Begin, z"l: "¡Hay jueces en Jerusalén!".

¡Buena Semana!