Estimados,
Luego de reconocer la gran concentración de población judía en los territorios de Cisjordania, el presidente Obama recordó la antigüa posición norteamericana de que los asentamientos constituyen un obstáculo para la paz.
Obama no fue totalmente preciso. Los asentamientos no son sólo un obstáculo para la paz. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si mañana los palestinos dieran la bienvenida a los colonos judíos y renunciaran a sus pretensiones de un Estado independiente en Cisjordania y Gaza y a Jerusalén oriental como capital?
¿Qué hariamos si Hamás abandonara las armas y declarase unilateralmente una tregua por 50 años? ¿Qué diríamos si los palestinos aceptaran que Israel anexe los territorios, incluyendo Kiriat Arba, Hebrón, Shjem y Bet El? En ese caso, los asentamientos no serían un obstáculo para la paz. Serían el epílogo del sionismo.
Durante varios años, muchas pesonas en Israel, inclusive gente que apoya a la izquierda, observaron al movimento colonizador en los territorios como una nueva versión - nacionalista/religiosa/mesiánica - del movimento sionista laico.
Después de más de 40 años de asentamientos en Cisjordania, ha llegado el momento de examinar ese mito a la luz de la situación actual entre el Mar Mediterráneo y el Río Jordán.
En Israel 2012 ya no es posible seguir ateniéndose al argumento de que también en 1948 ocupamos tierras árabes. Aquel capítulo de la lucha sionista finalizó el 14 de Mayo de 1948. La Declaración de la Independência determinó las bases morales del Estado hebreo; la realización de la visión sionista.
Ese documento constituyente sionista garantiza que el Estado «otorgará una completa igualdad de derechos sociales y políticos a todos sus habitantes». Esta declaración significa que si los territorios fuesen anexados, Israel estaría obligado a ofrecer todos sus habitantes el derecho de ciudadanía, también a los palestinos, incluyendo el derecho a votar y a ser electos en el Parlamento, de lo contrario sería catalogado como un Estado apartheid con todas sus responsabilidades y consecuencias.
Dentro de la Línea Verde - las fronteras anteriores a 1967 - la población judía constituye una mayoría sólida (79%). Según recientes datos demográficos suministrados por la Oficina Central de Estadísticas, la separación entre Israel y los territorios garantizaría que, también en 2020, los judíos mantuvieran dicha cantidad. Pero la anexión oficial de Cisjordania, junto a la ya ejecutada en Jerusalén oriental y en los Altos del Golán, transformaría inmediatamente al territorio ubicado entre el Mediterráneo y el Jordán en un Estado binacional: 54% de judíos y 46% de no judíos.
La dirigencia sionista declaró en 1948 que el Estado de Israel «estará basado en principios básicos de libertad, justicia y paz». Una masiva colonización en el corazón de Cisjordania limita - durante más de 40 largos años - la libertad de millones de personas, incluyendo, entre otras cosas, la libertad de movimiento.
¿Qué relación hay entre la expropriación de «tierras del Estado» o la toma de propriedades privadas, por un lado, y la declaración de justicia y paz, por otro? ¿Cómo encajaría el enorme crecimiento en el número de colonos desde los Acuerdos de Oslo - de 100.000 en 1993 a 350.000 actualmente - con nuestra declaración sexagenaria de que «Extendemos nuestra mano a todos los países vecinos y a sus pueblos en oferta de paz y buena vecindad»?
¿Y en que contribuyen los asentamientos a la posición internacional de Israel, establecida en su Declaración de Independencia: «Apelamos a las Naciones Unidas para ayudar al pueblo judío en la construcción de su Estado y a recibir al Estado de Israel dentro de la comunidad de las naciones»? Los asentamientos consiguieron aportar el mayor número de condenas internacionales y de la ONU en contra de Israel.
El documento más importante del sionismo político también anunció que «el nuevo Estado incrementará el desarrollo del país en benefício de todos sus habitantes». La colonización en los territorios en benefício de una minoría - que no llega a un 5% de sus habitantes - fue llevada a cabo a costa de otras regiones del país, incluyendo localidades olvidadas en el Neguev, en la Galilea y en las ciudades en desarrollo. Eso sí, los salarios de los funcionarios de la administración judía en Cisjordania siempre se pagan a tiempo. Y ni que hablar de las enormes sumas que invierter el Ejército israelí para proteger los asentamentos y sus carreteras privadas de acesso.
Hace una generación atrás EE.UU descubrió que los colonos son un obstáculo para la paz. Ésto no le impidió a Israel continuar expandiendo esos obstáculos hasta hoy.
Durante años, Binyamín Netanyahu injurió y degradó a todos aquéllos que le advertían de que los asentamientos, que él venera y justifica, conducirían a un Estado binacional.
El primer ministro decidió ignorar a los que entonces le alertaban, y aún hoy, no propone nada ni toma iniciativa alguna - aparte de hablar - para acabar con la ocupación, el mayor obstáculo en el camino del sionismo.
Recientemente, refiríendose a Irán, el mandatario hebreo aseguró que toma sus decisiones pensando sólo en el futuro y la seguridad del país. Ese Estado binacional hacia el cual Netanyahu nos conduce es el peligro más grande para la futura existencia de Israel; mucho mayor que el de Irán.
Y será precisamente en ese punto en que la Historia y el pueblo judío lo juzgarán.
¡Jag Sucot Sameaj y Buena Semana!