Estimados,
Al contrario de lo que los líderes de la Autoridad Palestina afirman, se trata de una fecha límite prematura - primeros días de junio - para mostrar progreso en un intento de reanudar el proceso de paz en Oriente Medio.
El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, expuso que está tratando de superar el escepticismo, que es comprensible, luego de muchos intentos fallidos anteriores.
En su reciente visita, Kerry se movió entre Jerusalén y Ramallah para convencer a Israel y a la Autoridad Palestina a volver a dialogar después de un periodo de silencio que abarcó la mayor parte de los últimos cuatro años.
Los dirigentes palestinos prepararon planes para presentar su derecho de establecerse como Estado, y posiblemente denuncias de violaciones de derechos humanos contra Israel, si el intento de Kerry para reiniciar las conversaciones se demora demasiado.
«En algunos sectores falta confianza», indicó el canciller después de sus encuentros con Netanyahu y Abbás. «Y hay razones para que así sea. Hubieron amargos años de decepciones», señaló.
Kerry instó a que cada parte realice gestos de buena voluntad para mejorar el ambiente y para así poder reiniciar las tratativas; mientras tanto, aseguró que no impondrá un plan de arreglo.
Sin embargo, funcionarios israelíes y palestinos aseguraron que el canciller les dijo que quiere que Estados Unidos juegue un papel central en la reinauguración de las negociaciones.
En unas pocas semanas Kerry realizó cuatro visitas a Oriente Medio. El secretario de Estado quiere relanzar el proceso pero la impresión que se saca de sus viajes es que estamos ante un ingenuo terco o un coprotagonista de la enésima parodia.
Kerry declaró que Netanyahu es serio, algo que incita a la risa si se tiene en cuenta que en esa misma semana el canciller norteamericano lo llamó urgente para protestar por la decisión de Bibi de legalizar cuatro asentamientos ilegales en Cisjordania.
Hace solo unos días trascendió que Netanyahu se comprometió a frenar la expansión de asentamientos para dar una oportunidad al proceso, pero, como de costumbre, se trata sólo de palabras cargadas de cinismo.
Tal vez sea verdad que el Gobierno israeí quiere paz, pero también es verdad que no quiere retirarse de Cisjordania. Negociar, sí, todo el tiempo posible, si es necesario otros 22 años, como los que ya transcurrieron desde aquellla Conferencia de Madrid; ahora bien, sacar a los casi 300.000 habitantes de allí, eso es otra cosa.
Por ahora, todo el sistema político y legal israelí avanza en una misma dirección: mantener la ocupación, de ahí que las recientes afirmaciones del asesor jurídico del Gobierno, Yehuda Weinstein, se deben interpretar como una prueba de hipocresía y nada más.
Weinstein criticó la construcción ilegal continua en los asentamientos. Se refería a la edificacación que se está llevando a cabo sin el visto bueno de las autoridades. Es decir, que de la misma manera que Netanyahu se comprometió, con una mano, a frenar la construcción legal judía en Cisjordania, con la otra está permitiendo la ilegal.
Weinstein se dirigió al ministro de Defensa, Moshé Yaalón, para que ponga fin a la ilegal, pero está claro que ni Yaalón ni Bibi tienen el menor interés en detener nada, ni legal ni ilegal.
Mientras tanto, Kerry va de un lado a otro aparentando que se mueve.
Después de cuatro visitas a la región en menos de cinco meses, Kerry parece estar consciente del papel que debe jugar en este drama, que no es otro sino el de ejercer presión y no permitir que ninguna de las partes de este conflicto tome decisiones y actúe en sentido contrario a una lógica de justicia relativa que beneficie a ambas pero que también de ambas exija renuncias.
Su misión y su inmediato interés es, por lo tanto, que esta lógica no sea burlada en nombre de los intereses y ambiciones de los sectores más radicales que existen en los dos pueblos - y en los dos gobiernos -, porque tal vez sólo así algún día pueda alcanzarse un acuerdo.
¡Buena Semana!