El Dr. Ronén Bergman, escritor y periodista israelí abocado a temas de seguridad e Inteligencia, lo asegura en forma categórica. «Nisman no se suicidó. Lo asesinaron».
Para aseverarlo, Bergman se basa en su conocimiento personal del fiscal de la causa AMIA y de los detalles mismos de su investigación.
- ¿Cree factible que el fiscal Nisman, al que usted conoció, se haya suicidado?
- No, en absoluto. En la medida que pude captar personalmente, era una persona decidida, amante de la vida, a quien le gustaba vivir. ¿Suicidarse? ¿Horas antes del día más importante en su carrera?
- Lo mataron, dice usted...
- Para mí, está clarísimo.
- ¿Quién?
- No puedo saberlo. Pero recordemos que hay dos grandes grupos aquí con intereses. Primero, aquellos a quienes acusó, Irán y Hezbolá. Segundo, elementos en el gobierno argentino.
- ¿O una combinación de ambos?
- No me parece probable porque eso significaría que uno se expone ante el otro. Está claro que Irán y Hezbolá tienen la capacidad operativa de hacer algo así. No sé si en el contexto actual lo harían. Puede ser que entendieron que Nisman era la única piedra en el camino hacia un acuerdo y decidieron ayudar a quitarlo del medio. No lo sé. Pero mi sensación es que tienen que haber sido elementos argentinos.
- Él mismo sabía ya de encubrimientos locales. Su propio nombramiento fue posterior a una etapa así.
- Él me dijo ya en 2007 que llevaba a cabo dos investigaciones. Una sobre los responsables directos del atentado. Otra sobre los elementos locales que obstruyeron la justicia y la investigación.
- En aquel momento era otra administración...
- Para mi, es más probable - lo estimo, no lo sé - que los responsables de su muerte sean elementos locales a los que él no cesó de perseguir.
- Cuando se halló su cuerpo sin vida, se informó que este bloqueaba la puerta del baño... que estaba cerrada por dentro... elementos que supuestamente reforzaban la teoría del suicidio… pero no hay duda de que gente profesional en la materia puede dejar «huellas» del tipo que quiera o borrarlas ¿verdad?
- Por supuesto. Cuando el Mossad mató en Dubai en 2010 a Mabhuh, un jefe de Hezbolá, los agentes lo vistieron con su pajama, lo dejaron en su cama y la habitación quedó cerrada incluso con la cadena cerrada por dentro. ¿Cómo lo hicieron? Sé cómo pero no lo voy a revelar. Pero además, no creo todas esas descripciones. No le creo nada a nadie. Tampoco cuando se publique un informe oficial me parece que podré creerle. Hay evidentemente mucha corrupción y sólo así pudieron pasar cosas que ocurrieron aquí en todo este caso.
- Usted escribió en el periódico israelí «Yediot Aharonot» que cuando conoció a Nisman en 2007, en Israel, pensó que hablaba quizás demasiado dramáticamente, que no iba a ir realmente tan lejos como dijo.
- Así es. Totalmente. Pero comprendí que sí en el momento en que no se limitó a Hezbolá e Irán. Él podía hacer una investigación seria en Argentina contra figuras que están del otro lado del mundo, sabiendo de antemano que no es muy probable que lleguen a juicio. Los ponía bajo órdenes rojas de Interpol, lo cual les molesta mucho, los avergüenza, y crea crisis internacional entre Irán y Argentina. Pero aún no es una guerra que se libra en casa. Pero cuando en 2008 cumplió con lo que había anunciado de antemano cuando estuvo en mi casa, traído por el escritor israelí argentino Gustavo Perednik, ya era otra cosa.
- Mencionó antes al Mossad, el servicio de espionaje exterior de Israel. ¿No supo advertir respecto a los atentados en Buenos Aires?
- Un poco después del atentado de 1992 y mucho después del atentado en 1994, el Mossad trabajó mucho en Argentina. Pero entre ambos atentados no hizo casi nada y por ello, considero que tiene una gran responsabilidad. Gente del Mossad le dijo al jefe de entonces, Shabtai Shavit, que hay un serio problema con una infraestructura terrorista en la zona, especialmente en Ciudad del Este, y que va a actuar de nuevo. Pero él no le dio importancia, lo evaluó mal. Si no hubiera sucedido el atentado del '92, no diría nada, porque evaluaciones de Inteligencia no son una ciencia exacta. Pero sí hubo un atentado. En 41 días desde el ataque en el que Israel mató al secretario general de Hezbolá, Abbás Mussawí, se realizó ese atentado contra la embajada de Israel en Buenos Aires. Es poco tiempo. Quiere decir que la infraestructura ya estaba pronta desde antes.
- ¿Cómo evalúa luego la línea del Mossad? ¿Cambió de dirección?
- Luego del atentado contra la AMIA el Mossad trabajó mucho mejor. Tuvo buena cooperación con la SIDE y con una unidad especial de la CIA llamada CTC, Counter Terror Center, creada en Estados Unidos en 1986 tras unos atentados libios. El ex jefe de la SIDE, Hugo Alfredo Anzorreguy, me contó al respecto en la entrevista que le realicé. Contó de operativos conjuntos con Estados Unidos, que hubo una unidad especial que aterrizó, al parecer en coordinación con Brasil, en Puerto Iguazú, y sacó físicamente de allí a personas que estaban por perpetrar un atentado.
- Claro que cuando se trata de evaluación de Inteligencia, no sólo de parte del Mossad no se actuó cuando al parecer se debería haberlo hecho…
- Por supuesto. Por ejemplo, Nisman me habló bien del entonces presidente Néstor Kirchner y destacó que él ordenó a la SIDE entregarle todos los expedientes que antes no le habían querido dar; y que allí había material increíble, especialmente sobre el agregado cultural de Irán en Argentina Mohsen Rabbani.
- Nisman mencionaba muy a menudo a Rabbani...
- Así es. Lo que se desprendía de ese material fue que durante años, especialmente entre 1992 y 1994, la SIDE seguía a Rabbani. Pero no hizo nada con sus hallazgos. En los meses anteriores al atentado, quedaron registradas determinadas acciones sospechosas, pero sin que se tomen medidas contra ellas.
- ¿Y ahora qué pasará?
- Lamentablemente, nada. La gente tiene miedo. En esto, el mal ganará. Alguien quería sacarlo del camino. Ese alguien ganó. Habrá manifestaciones, pero no pasará nada más.
- Usted y el cineasta israelí Amós Gitai, escribieron el guión para la película «AMIA», que aún no se ha hecho, en la que Nisman es el héroe. ¿Su muerte cambia en algo lo planeado?
- Le diré que cuando un día, hace aproximadamente tres años, estábamos en la casa de Amós Gitai, nos planteamos cómo tiene que terminar el guión. Alguien sugirió «matar» a Nisman en la película. Pero yo dije que no, que es demasiado «cliché», que hay que buscar un fin más sofisticado. Lamentablemente, ese fue realmente el fin.
- Y más allá de su conocimiento personal con Nisman ¿qué importancia atribuye usted a lo sucedido?
- No sé en qué medida son conscientes de ello en Argentina, pero yo me muevo mucho en círculos de juristas internacionales, de la lucha anti-terrorista, Inteligencia y similares, y tengo clarísimo que con el tiempo, el nombre de Nisman se convirtió en una especie de ícono de quien toma un caso y no lo abandona, que sigue adelante hasta que logre descifrarlo, luchando contra la corriente. La gente que se dedica a estos casos sabe que acá no hay casi memoria institucional sino que se necesita a alguien con devoción por el tema, que ponga el alma con esto y vaya adelante. Claro que hay un archive, pero se necesita a la persona que esté dedicada enteramente al caso. Y Nisman era así.
- ¿O sea que aquí el golpe a la causa es irreversible?
- Creo que la tragedia no es sólo para Argentina, el pueblo argentino y las víctimas de la AMIA, sino para todo aquel convencido de que a los responsables de un crimen como ese hay que perseguirlos sin tregua hasta que la verdad salga a la luz. Su muerte es una terrible pérdida en esta guerra contra el terror. Lo único que puedo asegurar, es que no se suicidó. El problema es que se necesita a una persona como Nisman para que investigue quién mató a Nisman. Y no sé si hay alguien así.
Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay