Lo que la Universidad de Stanford es para Silicon Valley en Estados Unidos, el Tejnión, el Instituto de Tecnología de Israel, es para el desarrollado sector tecnológico del Estado judío.
Su presidente, Peretz Lavie, ahora trabaja para llevar parte de esa experiencia a Estados Unidos. Como parte de una alianza con la Universidad de Cornell, el Tejnión acordó hace poco la creación de un campus centrado en la tecnología en la ciudad de Nueva York.
Bautizado Instituto Jacobs Technion-Cornell en Cornell Tech, el campus se levantará en Roosevelt Island, una pequeña isla entre Manhattan y Queens.
Fundado en 1912, el Tejnión es históricamente una escuela de ingeniería que brindó capacitación para ayudar a construir la infraestructura para el crecimiento de Israel. En los últimos años, pasó a ser un centro de emprendimiento y jugó un papel importante para que el Estado judío sea conocido en muchos círculos como el «país de las startups», como se conocen las empresas recién formadas. Ahora, a medida que la educación universitaria se vuelve cada vez más global, el Tejnión mira más allá de sus fronteras.
Desde que Lavie asumió el mando en 2009, el instituto sumó 150 profesores. Los graduados de la universidad obtuvieron cuatro premios Nobel desde 2004 y más de dos tercios de las empresas israelíes que cotizan en Nasdaq fueron fundadas por graduados del Tejnión o son dirigidas por ellos.
Aunque Lavie dice que la universidad no se involucra en política, cree que su ubicación en el tumultuoso Oriente Medio le trajo algunas ventajas.
«Tenemos que estar siempre alertas y pensar por adelantado. Para vivir aquí uno debe ser optimista, un atributo esencial de los emprendedores», sostiene.
«Actualmente, la zona alrededor del Tejnión en Haifa tiene más que una cierta similitud con Silicon Valley, y no sólo porque hay tantos israelíes en Silicon Valley. Las oficinas de Google, Qualcomm y Yahoo, entre otras empresas, se ubican a pocos kilómetros del campus. Los alumnos suelen pasar más tiempo en centros de investigación y desarrollo corporativo que en las aulas», explica.
La globalización fue una de las principales metas estratégicas de Lavie, quien espera sellar más alianzas con otros centros de tecnología internacional, empezando con Cornell.
«Pronto, el Tejnión se expandirá a China con financiación del multimillonario chino Li Ka-shing. Con el respaldo de Li, que incluye una donación de 130 millones de dólares, el Instituto de Tecnología Tejnión Guangdong planea comenzar a recibir sus primeros estudiantes en 2017 con un foco inicial en la ingeniería civil y los estudios medioambientales», afirma.
El Tejnión también estableció alianzas con otras universidades norteamericanas, como realizar proyectos de investigación conjunta con la Universidad de Michigan e intercambios estudiantiles con el MIT y la Universidad Johns Hopkins.
«Creo que el mundo académico se volvió plano, y una vez que nos asociamos con Cornell y nos invitaron a China y lanzamos estas alianzas con las mejores universidades en Estados Unidos, el Tejnión quedó en un lugar visible», sostiene Lavie.
De todos modos, está preocupado por el estado de la educación en todo el mundo, en particular en los niveles preuniversitarios.
«La educación atraviesa una profunda crisis, no sólo en Israel sino también en todos los países desarrollados. Veo menos estudiantes de secundaria que estén listos para dedicarse a matemáticas de alto nivel, física y química», asegura.
El Tejnión, por su parte, respondió con una oferta de clases de ciencia y matemáticas para estudiantes y egresados de la secundaria de bajos recursos, para que puedan equiparar sus destrezas con las de otros postulantes al instituto en un plan de estudios subsidiado de 12 a 18 meses.
Aunque el Tejnión se convirtió, según sus palabras, en «el bastión de los emprendedores», Lavie hace hincapié en la importancia de que los estudiantes reciban una educación antes de lanzar una empresa.
«Les digo que para ser un idealista y un pionero en la segunda década del siglo XXI, no se apresuren a lanzar su primera startup. Dénle una oportunidad a la docencia», destaca.
Para alentar a los estudiantes a volverse educadores, la escuela otorga becas de un año para programas de certificación pedagógica.
Gracias a los subsidios del gobierno, los alumnos del Tejnión pagan sólo unos 3.000 dólares en matrícula anual. Con todo, Lavie considera que los costos son «difíciles de digerir».
«Es un problema. La pregunta es, ¿cómo va a afectar a la sociedad a largo plazo, y quién puede incluso pensar en la educación universitaria bajo esas circunstancias?», reclama.
Lavie creció en Israel. Como miembro de un movimiento juvenil sionista, se sintió fascinado por la dinámica de grupos, que lo llevó a estudiar psicología en la Universidad de Tel Aviv. Iba camino a convertirse en psicólogo social hasta que otro investigador le pidió que lo ayudara en un laboratorio del sueño en 1968. Eran los inicios de la investigación sobre el sueño y Lavie cuenta que luego de pasar una noche en un laboratorio observando las ondas cerebrales, los movimientos oculares y las tensiones musculares de un sujeto mientras dormía, quedó enganchado.
Luego obtuvo un doctorado en fisio-psicología - describe el campo como un precursor de la neurociencia - de la Universidad de Florida, antes de continuar su investigación posdoctoral en la Universidad de California en San Diego. Se sumó al Tejnión en 1975 para establecer un laboratorio del sueño y llegó a ser decano de medicina. Asumió la presidencia hace seis años. Durante todo ese tiempo, lanzó cuatro empresas: dos fabricantes de aparatos médicos y dos proveedores de servicios médicos.
Lavie sigue involucrado en la investigación. En un estudio reciente sobre sobrevivientes del Holocausto, descubrió junto a sus colegas que mientras las personas que no sufrieron traumas en un grupo de control recordaban en promedio 85% de sus sueños, los sobrevivientes del Holocausto que estaban decididos a estar «bien adaptados» apenas recordaban 30%. Los sobrevivientes mal adaptados recordaban 60%, la mitad de los cuales eran pesadillas. El estudio causó revuelo en el mundo psiquiátrico debido a sus implicaciones de que la terapia de conversación no sería tan efectiva como simplemente olvidar. Los que no soñaban sobre sus traumas presumiblemente tampoco hablaban sobre eso de forma regular.
¿Qué lo desvela? «Duermo bien porque hay tantos problemas cuando eres presidente que o padeces de insomnio o aprendes a dormir con elllos», responde.
Uno de sus problemas más recientes es encontrar la forma de recaudar 75 millones de dólares para un nuevo centro de investigación del cáncer en el Tejnión. Menciona una próxima reunión con un posible donante en Los Ángeles. «¿Me dará lo que busco?, ¿Podré hacerlo?».
Pronto viajará a Nueva York, donde los estudiantes de Cornell Tech y el Instituto Jacobs Technion-Cornell ya están tomando clases en un espacio prestado en las oficinas de Google en Manhattan. Espera que no se queden sin dormir por estudiar.
«Dormir es importante, incluso en una ciudad que nunca duerme», asevera.