Al iniciarse los festejos por Yom Haatzmaut, fueron encendidas doce antorchas, como es tradición, por israelíes destacados en sus respectivas áreas. Este año, el tema era «Israelíes que abren caminos».
Entre ellos, como no podía ser de otra manera, estaba el Dr. Danny Gold (54), el nervio motor, cerebro y alma de «Kipat Barzel», o sea «Cúpula de Hierro», el sistema antimisiles que logra interceptar en el aire con altísimos porcentajes de éxito, cohetes disparados hacia territorio israelí, cuando su radar capta que están por impactar en zonas habitadas.
Gold, que comenzó su camino en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en el tema de cyber y lucha electrónica, fue luego, ya como brigadier general, jefe de Investigación y Desarrollo en la Fuerza Aérea, marco en el cual llevó a cabo 1.200 proyectos, no todos publicados, algunos de los cuales le hicieron a él y a sus equipos, acreedores de numerosos premios y galardones a nivel nacional.
Pero seguramente, el mejor premio a sus esfuerzos, fue la cantidad de vidas que salvó, al haber creado la «Cúpula de Hierro», un sistema defensivo sin parangón en el mundo entero.
Este es un resumen del diálogo mantenido con Danny Gold.
- Danny, no sé qué otros honores pueden agregarte, si ya has alcanzado esa indescriptible satisfacción de impeder catástrofes de grandes dimensiones, al crear la «Cúpula de Hierro», contra viento
y marea, protegiendo así a la población de Israel…
- La verdad es que lo más importante para mí fue haber alcanzado ese logro de la «Cúpula de Hierro», haber podido con ello salvar vidas, evitar un daño económico gravísimo al país al ayudar a que no quede paralizada toda la actividad. Creo que eso evitó que la guerra sea mucho más larga, lo cual habría cobrado un precio muy alto en términos de víctimas de ambas partes y de un gran gasto nacional. Además, el saber que las grandes ciudades estaban protegidas, dio a las autoridades un margen para poder pensar antes de reaccionar a cada disparo hacia Israel. Daba cierto margen de maniobra.
Algo que noté en la calle fue que cuando la gente aprendió a confiar en la «Kipá» (la Cúpula), estaba más tranquila y eso elevaba la moral. Y puedo decir que el máximo placer lo sentí con las primeras interceptaciones en el aire, o sea los primeros éxitos de la batería en destruir a tiempo los cohetes que de lo contrario, habrían caído en las zonas más densamente pobladas del país.
Convencido
- Y es algo que se logra no sólo con capacidad en lo profesional, dominio tecnológico y la inteligencia para desarrollarlo, sino, ante todo, con visión...
- Es cierto. Y yo estaba convencido de que podía funcionar. Cuando entré a dirigir el departamento de Investigación y Desarrollo en la Fuerza Aérea, decidí que esto hay que hacerlo. La idea fue desarrollándose en distintas etapas. Y yo sabía que hasta aquel momento, todo lo intentado en ese campo había fracasado. Y tuve claro que lo que necesitaríamos sería los permisos y los recursos. Con el desarrollo mismo, sabía, nos íbamos a arreglar. Pero en primera instancia no lo aprobaron porque todos decían, tanto en Israel como en el exterior, llamémoslo, «el mundo de los misiles», que no funcionaría, que era ciencia ficción. Unos años antes, el presidente Ronald Reagan en Estados Unidos había cerrado el programa «Star Wars». Pero creo que otra razón por la que no lo aprobaron, fue que en aquel momento no previeron la forma en que se desarrollaría la amenaza. Había cada tanto disparos de cohetes hacia Israel, pero no en la intensidad que vimos después. Y cada tanto también había muertos por ello; y eso me enervaba. Yo me preguntaba cómo puede ser que muera gente y que digamos que no hay lo que hacer. No me parecía lógico.
- Y la razón ni siquiera era alguna tecnología bélica de avanzada, sino cohetes bastante sencillos, pero letales...
- Así es. Me dije entonces que hay que hallar una solución. Yo recordaba claramente también lo que había sentido en 1991 cuando Saddam Hussein lanzó misiles hacia Israel y los Patriot no los interceptaban, y caían sobre Ramat Gan y Tel Aviv. Recuerdo que vi varios a la vez en el cielo. Me daba mucha rabia.
- Y en ese momento no estabas por cierto en un puesto del cual podrías irrumpir a la búsqueda de soluciones…
- Para nada. Era un oficial joven y estaba en otra área. Te diré que otra razón por la que había reservas, era que todos decían que llevaría mucho tiempo, que no se haría en menos de 20 años y que costaría miles de millones de dólares, que no serviría. O sea, que la oposición fue masiva. Pero yo decidí que hay que hacerlo. Y hoy sabemos que llevó 3 años, no 20.Fue un proyecto que abrió caminos. Me dije a mi mismo que hay que encontrar una solución, que no puede ser que «la nación start-up» no lo logre. Mi intuición me decía que es posible.
Cuando salí de la reunion en la que me dijeron que no, que no se aprobaba, le dije a mi equipo: «Lo hacemos. No tenemos dinero, recursos, nada, pero empezamos a desarrollarlo».
- Danny ¿en ningún momento se te pasó por la mente que quizás en algo los críticos tienen razón, que quizás te estás equivocando, saltando demasiado lejos? En parte, imagino que es cuestión de carácter...
- La verdad… no pensé que tenían razón. En parte puede ser cuestión de carácter, de que cuando estoy sumamente convencido de que llego a la meta, sigo adelante. Pero también sabía que no había fracas ado en ninguno de los otros numerosos proyectos que había encabezado y desarrollado. Además, yo lo veía funcionar; casi imaginaba los cohetes interceptados en el aire.
Cubrir el cielo de Israel
- Sabemos - y lo dice claramente el ejército - que los cohetes disparados desde Gaza en la última guerra, quedarán empalidecidos por lo que puede lanzar Hezbolá desde Líbano. Se habla de por lo menos mil misiles por día; y tienen mucho más que en la guerra del 2006. ¿Cómo lidia la Kipat Barzel con eso? ¿Es sólo cuestión de cantidad de baterías que se puedan emplazar, que cubran el cielo de Israel?
- Claro que primero se intenta impedir que el otro lado pueda disparar. Pero sí, hay que tener más baterías. Según lo que se ha publicado en la prensa, ya hay nueve operativas, en camino a diez. Cada batería cubre la protección de una ciudad grande y territorios importantes a su alrededor.
- Creo que un punto importante de mencionar es que como la Cúpula detecta con su avanzado sistema de sensores y radar, dónde va a caer el misil que está en camino - y todo por cierto en cuestión de segundos - eso detona la alarma en la zona indicada, lo cual alerta a la población que se refugia...
- Claro; eso es importantísimo porque es otro element en el sistema de protección; la actitud de la gente. Y funciona de modo muy puntual, muy concreto, lo cual permite también que el resto del país, en ese momento, siga funcionando.
Sin precedentes
- Danny ¿tú te sorprendiste con el altísimo porcentaje de éxito de la Kipat Barzel? Ha sido medido en alrededor del 90% o algo más.
- No, la verdad que no. Desde 2012 fueron lanzados a Israel desde la Franja de Gaza más de 6.000 cohetes, unos 1.500 en 2012 y en la última guerra otros 4.500. El Sistema es activado cuando se capta que el cohete va a impactar en zonas habitadas. Pues la mayoría cayeron en espacios abiertos y de todos aquellos que iban a caer en ciudades o pueblos, aproximadamente 1.000 fueron interceptados y destruidos en el aire. Son cantidades enormes. Sin precedentes. Yo estaba convencido de que así sería y dije a mi equipo: aspiramos al máximo. Claro que todo aparato puede fallar por diferentes circunstancias. Aquí todo se registra de inmediato, se analiza y se corrige. Sinceramente, creo que alcanzaremos porcentajes de éxito más altos todavía.
La propia casa y la gente
- ¿Cómo te sientes con este éxito de la Cúpula de Hierro, sabiendo que protege también a tu propia familia, a tu casa?
- Es cierto. Y si bien ya lo sentí en el pasado, en la última guerra de hace unos meses, fue más evidente, porque dispararon mucho hacia Tel Aviv. El tema es que yo ya había previsto lo que iba a suceder, no me sorprendí. Y aquí confirmé que funciona y es una sensación maravillosa. Cuando vi las primeras veces en las que los cohetes fueron interceptados - y claro que antes había habido decenas de experimentos para ver cómo funciona en la práctica, en tiempo real - me dije: «ya está, está bien».
- Recuerdo durante la guerra, el tono de alivio en lugares en los que la población decía «tenemos una Kipat Barzel» protegiendo nuestra ciudad.
- Es cierto. La gente se sentía más segura, y eso no tiene precio. Todo el mundo hablaba de los logros de Kipat Barzel como si hablaran de fútbol; era el tema central de conversación: cuántos cohetes destruyó, dónde interceptó. Claramente sentí que el éxito del sistema elevaba la moral.
- Danny... uno es producto de sus propios empeños, pero también de los valores que recibió en su hogar.¿Es lógico que haya salido alguien con tu empuje, del hogar en el que creciste?
- Mis dos padres eran sobrevivientes de la Shoá que lograron salvarse, en Hungría. Ya fallecieron. Sin duda de ellos recibí profundos valores, como el de trabajar duramente para alcanzar lo que uno quiere. No es que me presionaban o revisaban los deberes, pero daban ejemplo de seriedad aspirando a hacer las cosas de modo profesional, sintiéndose pleno y convencido con lo que uno hace.
- Evidentemente... lo lograron...
- Creo que sí.
Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay