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«La cultura judía es portátil»

Simon SchamaEl historiador judío-inglés Simon Schama (70) se disculpa; está preso de la inspiración. Hace uso un poco más las teclas de su PC, produciendo un tintineo con sus pulseras de oro y plata.

Schama levanta la vista, sonríe y estrecha amigablemente mi mano en el lugar que me citó: un animado café de un hotel de Tel Aviv adonde arribó por unos días para festejar con amigos la fiesta de Shavuot.

La imaginación de este historiador británico, catedrático de Columbia, está ahora al servicio del retrato, disciplina a la que va a dedicar su siguiente proyecto.

«Tiene que ver con lo que tú y yo estamos haciendo ahora: mirar», me explica. Antes estudió el paisaje, la Revolución Francesa y la historia británica, entre otros temas. Pero quizá su proyecto más personal sea «La historia de los judíos», monumental libro de dos tomos (el segundo está aún por aparecer) y una serie de televisión de cinco capítulos para la BBC.

La primera parte del libro, que abarca desde 1000 antes de Cristo hasta 1492, se publicó ahora en español. Con su particular estilo, más narrativo que académico, traza un apasionado relato de su cultura dirigido principalmente, explica, a los no judíos.

- La imaginación judía, dice una mujer en su documental, es paranoia confirmada por la historia.
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Es cierto. Somos una cultura con la valija preparada. Asumimos que nos vamos a mover. Pero si encontramos un lugar donde quedarnos durante generaciones, empezamos a tener una relación muy fructífera con el mundo no judío. En España, por ejemplo, fue cierto durante cientos de años. Cuando estuve en Córdoba rompí a llorar. La España cristiana e islámica fue parte del ADN de cada judío. No eran buscadores de asilo que fueron rechazados y expulsados.

- Ni el color, ni la cultura, ni el lenguaje… ¿Qué tienen en común los judíos?
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Hay dos cosas especiales. Que duraron más de 3.000 mil años y que tienen una historia muy dramática que contar. Esas dos cosas se unieron en cómo cuentan su historia para sobrevivir. Los judíos somos nuestra historia. La identidad se construye alrededor de una historia común y una ética, más allá de la destrucción de sucesivas entidades políticas. La destrucción no es única de los judíos, lo que sí es único es sobrevivir a la catástrofe una y otra vez.

- ¿Esa expansión por épocas, razas y países convierte al judaísmo en una narrativa para contar la historia de la humanidad?
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Es el prisma de la experiencia judía. Cómo se vive en un mundo cosmopolita, cómo se vive cuando no se tiene un país. Estados Unidos es único porque no se construyó sobre una identidad tribal, por eso fue bueno para los judíos. Se construyó sobre una idea intelectual y sobre la inmigración.

- ¿La historia de los judíos es la de preservar su identidad en un mundo no judío?
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Sí. Y eso es un cálculo delicado. Si es un inquilino fantástico, puede desaparecer absorbido. Los chinos judíos estaban tan bien integrados en la China clásica que de alguna manera desaparecieron.

- ¿Un dios sin imagen pero con voz ayudó a la supervivencia?
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Lo que se va siempre son las instituciones de poder. Pero la cultura judía es portátil.

- Usted nació después de una guerra que arrasó sus dos culturas.
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Nací en 1945. Ya a los 9 o 10 años sabía que dos historias resultaron muy dañadas por la guerra. Una es la británica. En la calle en que nací en Londres, los edificios fueron arrasados por cohetes V2. Lo cual me dio una idea de la buena suerte y de la contingencia de la condición humana. Creo que la buena historia, y no digo que yo la escriba, tiene un fuerte sentido de la suerte. La locura aleatoria detrás de todo. Crecí en un Londres en ruinas aún humeantes. Y en la historia judía, claro, hubo humos de otro tipo. Las dos sobrevivieron. Nunca fui un historiador escapista. Cuando era estudiante, nos decían que no se debe unir el presente a la historia de la que se está escribiendo. Nunca lo creí del todo. Me gusta la idea de que somos parte de una historia que nunca muere, un pulso, un latido. No me gusta la historia que viene en un lenguaje formal. Para mí, la historia es importante y peligrosa.

- ¿Qué tipo de judío es? ¿Es creyente?
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No soy de los que van por ahí con la barba larga diciendo a todo el mundo lo que debe hacer. No soy ese tipo de creyente. Aunque, como Spinoza, tampoco soy ateo. Voy a la sinagoga a menudo. Creo en algún tipo de causa primera. Creo en la integridad de la ética que fue entregada a los judíos, al margen de la mitología alrededor de esa entrega. Me gusta el lado religioso de las cosas, sin creer cada palabra.

- Se define como sionista y defensor de la solución de dos Estados.
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Soy sionista, y odio que el término se convirtió en sinónimo de un neofascismo censurable. Soy un sionista apasionado partidario de dos Estados. Ahora se habla de que esa vía está muerta y enterrada. Pero sólo lo estará si no luchamos por ella. Busco sin remordimientos un Estado palestino y un Estado judío. Soy desvergonzado en mi claridad.

- Es muy crítico con Netanyahu…
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Siempre lo fui. Preferiría tener a Sharón, un monstruo en muchos sentidos, pero que tenía el coraje de sus convicciones. Netanyahu es un pragmático cortoplacista y un irresponsable estratega al largo. ¡Es tan maquiavélico! Otros que estuvieron a la derecha más extrema, como Sharón, tuvieron visión a largo plazo. Querían una democracia judía que sobreviviera, y no va a sobrevivir como Estado imperial anexionando una enorme población palestina. Si no le hubiera dado un infarto cerebral, y no soy un fan de Sharón, podríamos tener un acuerdo de paz ahora.

- ¿Cuál es el mayor obstáculo para lograrlo?
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Bibi, de entrada. Hay dos fanatismos, uno islámico y uno judío. Este fue un debate desde principios del siglo XX. O se tiene una visión de que toda el área de Palestina y Tierra Santa es la tierra de dos pueblos que debe ser compartida, o hay que creer que es la tierra de un pueblo y una religión. Los judíos más locos creen que fue entregada por Dios, y los más locos de Hamás creen que Israel es una anomalía monstruosa, porque no saben nada de historia judía. Esas dos actitudes son catastróficas. Lo que me angustia es que el caso por la coexistencia no se defiende con claridad y fuerza.

- ¿Qué se puede hacer?
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La historia de la lucha por lugares de creencias compartidas debe ser enseñada a los más chicos. Debe hacerse tan cautivadora como la historia que dice lo contrario. Los pequeños deben crecer excitados por la posibilidad de tener vecinos que no se parecen a ellos, que no van a los mismos centros religiosos, que no tienen el mismo color de piel. Algo parecido a lo que sucede en Londres.

- Sin embargo, hay niñas londinenses que van al Estado Islámico y declaran la Yihad a esa sociedad tan integradora.
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Es insurrección y sumisión al mismo tiempo. Es sobre la emoción de la desobediencia. La idea de que una decapitación con un cuchillo de cocina pueda encender a alguien es aterradora. Para las chicas hay un feminismo desafiante y perverso en decir que quieren ser esclavas yihadistas.

- ¿Una historia escrita de los judíos puede ayudar a los no judíos a comprenderlos?
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Esa es mi intención. La historia de los judíos para el resto del mundo esta dominada por la Shoá y el conflicto israelí-palestino. Pero hay otra historia muy rica por la que me gustaría que se interesaran.

- Lo que vivieron los judíos es una más intensa expresión de la adversidad que sufrieron otros pueblos. ¿Conocer la historia de los judíos les puede ayudar a entender sus propias adversidades?
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Los que fueron convertidos en cenizas volaron en el viento. Pero hay muchos testimonios del sufrimiento más extremo. La gran historia de los judíos es ser capaces de escribirla, ponerle forma, aunque sea insoportable. Es una manera bella de decir «viviré y resistiré».

- ¿Cree que hay un nuevo antisemitismo en Europa?
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Es diferente en cada lugar. En Reino Unido, entre los intelectualoides es un problema. Transformaron su odio a Israel en un odio a los judíos que controlan los medios, los lobbies, etc. Pero no es el caso de la inmensa mayoría de la gente en Reino Unido. Ni siquiera en comunidades islámicas. Francia es más difícil. Mucho tiene que ver con la culpa poscolonial.

- ¿Es optimista sobre el futuro en coexistencia?
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No, en absoluto. No creo que suceda en mi vida, pero ya tengo 70 años. Por defecto soy optimista, pero en esto no lo soy. Es maravilloso cuando se cumple 70, que ya importa poco agradar a nadie. Sólo se hace lo que se cree que está bien y lo que da placer. Es como ser un adolescente de nuevo, aunque muchos de mis amigos dicen que no dejé nunca de serlo.

- ¿Cuáles son esas cosas que le dan placer?
- Pasear. Viajar. Tengo un coche deportivo muy criticable socialmente, color naranja brillante. Sólo escucho hard rock. Nada de música de cámara. No juego al golf. Me gusta bailar y visitar a mis amigos en el mundo.