Pablo Martínez Sameck se refiere al caso que ha conmovido a la sociedad argentina -la desaparición de un testigo clave para la condena por delito de genocidio a un ex represor de la última dictadura militar (1976-1983)- para indagar sobre la resolución política (o no) del trauma de lo viejo que se hace presente como un retorno de lo reprimido. Martínez Sameck cree que la impunidad que se ha desarrollado en la sociedad argentina tras la recuperación de la democracia parece llegar a su fin.
LA DEMOCRACIA ARGENTINA, reflejo de su puntillosa sociedad, se debate entre modernización y tradicionalismo; entre una resolución política de sus traumas y el lidiar con viejas artimañas de un pasado que procura sobrevivir impune. Posee cuestiones que se presentan insolubles, inacabadas, imposibles de una definitiva culminación favorable. Expresión de ello es su retorno a un estilo anacrónico y estamental, en cosmovisiones, instituciones y hombres. Así como también algunos atisbos de originalidad en temas delicados que procuran una conclusión de sus ancestrales pujas políticas de la siempre larga y mal resuelta agenda política democrática. Valga recordar que esta Argentina democrática posee la virtud de ser el período más prolongado de vida institucional incuestionable de toda su historia.
EL RETORNO DE LO REPRIMIDO
El ejemplar fallo del Tribunal Federal sobre Miguel Etchecolaz, ex alto jerarca policial de la última dictadura militar -caso único, de trascendencia mundial, habida cuenta de ser una condena por genocidio a un represor por la propia justicia de su país- parece ser el disparador de una memoria de lo viejo que se hace presente como un retorno de lo reprimido, abriendo cauce a la opinión, la prevención y a una sospechosa búsqueda de impunidad.
Incongruentemente, con la claridad del fallo parecieran revivirse mecanismos de conformación -cuando no de resurrección- de un frente de actores políticos y sociales que procuran restar valía a las contundentes definiciones y generar un terreno atravesado por la especulación, la coyuntura política y la siembra de confusión sobre lo logrado.
EL SILENCIO DE ALGUNOS POLÍTICOS
El tema de los Derechos Humanos resulta ser una cuestión que, pese al paso deltiempo, continúa siendo un acontecimiento traumático e indescifrable si no se toman categóricas definiciones de base. Y cuando se toman, como resulta ser una respuesta jurídicamente terminante, un acontecimiento imprevisto como lo es la prolongada ausencia de un testigo clave -el obrero de la construcción de 77 años Julio Jorge López-, pareciera reflotar los fantasmas de una insólita coalición que procura reinstalar un escenario confuso, pleno de complicidades y omisiones.
Desagreguemos esta instancia.
Por una parte, están los políticos profesionales que por su ubicación en el espacio político de derechas no parecieran sentirse obligados a una toma de posición taxativa, habida cuenta de su retaguardia electoral. De nuevo confunden los términos, y es llamativo su silencio. Ejemplo de ello son los casos de Mauricio Macri y Ricardo López Murphy.
Se distingue también la condición de Elisa Carrió (Afirmación para una Republica Igualitaria, ARI), hasta no hace mucho impulsora delcontrato moral que, frente a la obligación de una definición real, invoca a una inaudita etapa de reconciliación.
LA CONTRAOFENSIVA MILITAR
En otro nivel están los grupos que, desde las sombras, entienden que se ha abierto una etapa favorable para una contraofensiva de naturaleza militar, similar a las de otrora, en donde se inscriben la traumática desaparición del testigo y una catarata de amenazas a los miembros del Tribunal en cuestión, su fiscal, algunos testigos clave y otros jueces que poseen causas de similar tenor.
Otra dimensión análoga, muestra a los nostálgicos, que realizaron el acto de la Plaza San Martín en donde una convocatoria por parte de las víctimas de la subversión-con una participación algo menor a las 2.000 personas- reclamaba una amnistía para los militares y policías imputados por crímenes de lesa humanidad. Verdadera confusión sobre los mecanismos institucionales republicanos, desajustados con la trayectoria del presidente Néstor Kirchner.
CLIMA DE CONFUSIÓN
En otro plano, el ex presidente militar de facto Reynaldo Bignone, aquel que reclamara con la bíblica sentencia de aquel que esté libre de culpas, que tire la primera piedra, realizó una reivindicación de lo actuado, en la que convocó a completar las tareas irresueltas del pasado.
Finalmente, la Iglesia Católica. Las definiciones tajantes de cuestionamiento al accionar presidencial y la omisión sobre la cuestión López del Cardenal Bergoglio (Arzobispo de Buenos Aires), así como las turbias posiciones de la cúpula eclesial sobre el tema, aportan un prefabricado clima de confusión, que suma inestabilidad a la concluyente sentencia que recorre el mundo. Ello provoca que lo que resulta absolutamente transparente se presente comoturbio.
¿Existe una cadena asociativa entre tan diversos actores como para colocarle una sordina al acontecimiento clave de condena al represor? ¿Puede una posición de circunstancia coyuntural abrir un estado deliberativo y permitir un arco de especulaciones sobre tan delicada temática del pasado que hoy se comienza a resolver?
JUSTICIA, JUSTICIA, PERSEGUIRÁS
La concluyente respuesta multitudinaria de octubre en la Plaza de Mayo (lugar clave para la política argentina), bajo la consigna de: Buscamos verdad, buscamos justicia, buscamos a Julio, convocada por los organismos defensores de los derechos humanos, oficiosamente el gobierno, sectores sociales y de izquierdas, parece colocarle algo de claridad al interesado estado de confusión ficticiamente insuflado, en donde se entremezclan la coyuntura política, las especulaciones electorales y el retrógrado pasado genocida.
La histórica situación de prebendas e impunidades que siempre ha desarrollado la sociedad argentina, pareciera que llega a su fin. Nadie soportaría más una vuelta al pasado, la irresolución de hechos tan traumáticos como el atentado a la AMIA (mutual judía de Buenos Aires), los eufemísticos errores y excesos del hoy condenado Estado Terrorista (durante el gobierno militar de 1976 a1983), y demás atrocidades de la vida política del país establecen un escenario favorable para comenzar a romper el pasado de ilegalidad para generar otro democrático en sujeción al Estado de Derecho. Sólo falta que algunos protagonistas lo asuman y se definan de manera terminante.
* Pablo Martínez Sameck es sociólogo, catedrático e investigador de la Universidad de Buenos Aires. Es consultor de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y ha sido decano de la Facultad de Ciencias Sociales y vice-rector por la misma universidad. Fue subsecretario de la Universidad de Buenos Aires y miembro de la convención nacional constituyente para la reforma de la Constitución de Argentina.