Yossi Beilin (62), nacido un mes después de la Declaración de Independencia del Estado de Israel, fue uno de los arquitectos del Acuerdo de Oslo con los palestinos hace ya 17 años. Beilin no pierde la esperanza de ver la paz entre israelíes y palestinos, pero analiza la situación con bastante escepticismo.
Declarado exponente de la izquierda israelí, Beilin fue en sus tiempos en el partido laborista Vice Canciller y Ministro de Justicia y luego jefe del partido de izquierda Meretz. Dejó el Parlamento en el 2008 pero aclaró que seguiría desempeñándose en la actividad pública, especialmente dedicado al apoyo a las negociaciones con los palestinos.Jugó un rol protagónico en la así llamada “Iniciativa de Ginebra” que elaboró un acuerdo modelo con interlocutores palestinos. Hoy encabeza la compañía "BEILINK -Business Foreign Affairs".
- Dr. Beilin, usted tiene en su haber muchas horas de contactos con los palestinos. ¿Qué siente ahora al ver que tras tanta demora, casi 20 meses sin reunirse, finalmente volvieron a comenzar las negociaciones directas entre Israel y la Autoridad Palestina?
- Ante todo, me alegra que estén hablando. Pero no creo que las partes están prontas ahora para llegar a un acuerdo permanente, definitivo, debido a los grandes abismos que hay entre sus posiciones. Por lo tanto, considero que lo único práctico y realizable en estos momentos es un acuerdo interino. Me parece que hoy todos comprenden cuál es la solución, una situación diferente de la que existía hace 17 años. En aquel entonces creo que no todos lo tenían claro. Hoy en día se capta ampliamente, tanto a nivel de grandes partes del público como de los partidos políticos, cuál será el carácter del arreglo. Pero sigue existiendo una derecha que no está dispuesta a pagar el precio completo y que intenta pagarlo a medias. Por lo tanto, considero que en las condiciones actuales, intentar terminar todo de una vez, como intentamos nosotros años atrás, será contraproducente, perjudicial, porque conducirá a un estallido, llevará nuevamente a más frustración y pondrá fin a la cooperación que hoy nuevamente existe.
- Usted dice que las partes no están prontas para un acuerdo definitivo ahora. ¿No cree, mirando hacia atrás, que tampoco en aquel entonces lo estaban y que por lo tanto se incurrió inevitablemente en un error al intentar en ese momento solucionar todo?
- No, para nada. Creo que no tomamos suficientemente en cuenta el poder de los extremistas de ambas partes, que tienen fuerza, a menudo más que la mayoría, que es positiva pero silenciosa. No tomamos suficientemente en cuenta gente como Baruj Goldshtein (que cometió la matanza de musulmanes cuando oraban en la Tumba de los Patriarcas en Hebrún, el 25 de febrero de 1994), como Ygal Amir (que asesinó al premier Itzjak Rabín el 4 de noviembre de 1995) de nuestro lado, y extremistas suicidas del lado palestino, que aunque eran minoría, lograron torpedear lo que se estaba haciendo. Es un hecho.
- ¿Compara las dos cosas, las pone al mismo nivel? Numéricamente, en cuanto a cantidad de casos de ese tipo ocurridos, hubo grandes diferencias. Los atentados suicidas, en ciertos tiempos, eran diarios... Pero más allá de lo ocurrido años atrás, la pregunta es si considera que se puede comparar, por ejemplo, entre lo que está haciendo Hamás en los últimos días, abierta y militarmente opuesto a las renovadas negociaciones, y lo que pueden hacer extremistas del lado israelí.
- Aunque no compare, el hecho es que esos extremistas de nuestro lado y del otro, lograron torpedear las cosas. Puede que de un lado haya más extremistas que del otro, pero en mi opinión, si Rabin no hubiese sido asesinado, habríamos podido llegar, quizás ya en 1999, como estaba estipulado originalmente, a un acuerdo definitivo.
- Más allá de lo que usted ya aclaró sobre lo que debería ser el objetivo hoy en día de las negociaciones, un acuerdo interino, ¿cuál es su impresión acerca de lo que va ocurriendo hasta ahora desde la reanudación de las conversaciones directas? ¿Comparte la impresión de que al parecer las cosas van mejor que lo que se pensaba?
- No estoy seguro. Creo que los norteamericanos no prepararon las negociaciones. Por ahora hablan sólo de un tema, el congelamiento de los asentamientos, un punto en el cual las partes no están de acuerdo. Mandaron a los dos lados a las negociaciones sin entendimientos, aunque está bastante claro de antemano que no pueden tener éxito. Por lo tanto, aunque quisiera alegrarme por el hecho que hay diálogo, que Abu Mazen se reúne con Bibi, no puedo decir que soy optimista.
- ¿Por la falta de preparación de las negociaciones?
- Por eso, por las profundas discrepancias entre las partes... y porque los norteamericanos no han hecho esfuerzos por acortar distancias entre esas posiciones. En lugar de ello, se concentran demasiado en el tema de los asentamientos, que a mi criterio, no es el fundamental.
- Se ha convertido aparentemente en uno de los grandes símbolos de las negociaciones...
- Pero no es lo principal...
- ¿Cómo analiza la actitud que está teniendo ahora el primer ministro Netanyahu?
- Oigo lo que dice, escucho sus palabras sobre su disposición a hacer concesiones, pero en concreto, no hay ningún acercamiento entre él y Abu Mazen. Él cree que lo más arrojado que dijo fue "dos Estados para dos pueblos". Sin desmerecerlo, recordemos que antes de él ya lo dijo otro primer ministro del Likud, Ariel Sharón. Realmente no es nada nuevo. El que él mismo no lo haya dicho antes, lo sabemos, pero no hay aquí algo dramático.
- ¿Pero cómo interpreta sus intenciones? ¿Cree que es sincero en el deseo de llegar a un acuerdo con los palestinos?
- Es sincero en su convicción de que puede quizás llegar a un acuerdo sin pagar el precio necesario, pero eso no me ayuda, porque no está conectado con la realidad.
- ¿Considera que está dispuesto a hacer concesiones, a llegar a términos medios?
- Creo que está dispuesto a hacer lo que él considera que son concesiones, pero que para el otro lado, no son nada.
- ¿O sea...?
- O sea que está muy lejos... y no entiende que este acuerdo tiene un precio y que ese precio habrá que pagarlo. Ese precio es la Iniciativa de Ginebra, que está muy lejos de sus posiciones.
- Resumamos lo principal del acuerdo de Ginebra en el que usted participó...
- Los palestinos recibirían todos los territorios del '67, con mutuos cambios territoriales de 2- 2.5% (Israel anexaría ese porcentaje para los asentamientos principales y, a cambio, daría la misma superficie a los palestinos de los territorios que se encuentran dentro del Estado de Israel). Respecto a Jerusalén, todos los barrios judíos en manos de Israel y todos los barrios árabes en manos de los palestinos. El Muro de los Lamentos en manos de Israel y el Monte del Templo en manos de los palestinos. Todo, con arreglos de seguridad. El Estado palestino estaría desmilitarizado y habría en él tropas multinacionales con estaciones de alerta prematura israelíes. Respecto a los refugiados, recibirían compensación por los bienes que perdieron y por el sufrimiento que vivieron y podrían asentarse en un Estado palestino y en otros sitios, según lo que se logre acordar.
- Claro está que cuando uno se pone a negociar debe mirar para adelante y no estar contando quién empezó y qué hizo antes cada parte; de lo contrario, no se llegará a nada. Pero al mismo tiempo, hay memoria. Y me resulta inevitable preguntarle, ya que menciona el tema de los refugiados, si no se toma en cuenta aquí la responsabilidad árabe en la creación del problema de los refugiados, dado que si no hubieran atacado a Israel cuando estaba naciendo, no habrían hoy refugiados... O sea ¿se espera que Israel compense pero no se ve quién es responsable de ese tema de fondo?
- Es cierto lo que dice... Por eso nosotros no aceptamos el derecho del retorno que los palestinos exigen. Este es uno de los elementos centrales. El problema de los refugiados no se habría creado si hubiesen aceptado la resolución de la partición en 1947.
- Usted planteó antes parte de los problemas que a su criterio existen del lado de Netanyahu...
- Sí, creo que su ideología no le permite pagar un precio que aquí habrá que pagar indefectiblemente.
- ¿Hay problemas, a su criterio, también del lado de Abu Mazen?
- Él no puede traer a Gaza, por lo cual no puede haber pasaje seguro entre Cisjordania y Gaza. Además, no se puede concretar el intercambio de territorios, ya que la mayoría sería al lado de Gaza. Ese es un problema de Abu Mazen; hoy no representa a parte de los palestinos.
- Quizás esa sea la dificultad central. ¿Es posible concebir un acuerdo que se cumpla cuando Abu Mazen no controla Gaza? Pero el tema aquí no es sólo que físicamente él no controla esa zona, sino que desde allí se hace todo contra las negociaciones, se sigue lanzando misiles, se intenta sabotear toda posibilidad de entendimiento...
- Si de mi dependiera, firmaría con Abu Mazen hoy un acuerdo tipo Ginebra y lo ejecutaría por ahora sólo en Cisjordania.
- ¿Y Hamás no lograría desmoronarlo? Estos días están haciendo grandes esfuerzos para que todo caiga por la borda...
- Hamás no opera en un vacío. Está el mundo árabe, está Egipto, hay elementos a los que Hamás tiene que tomar en cuenta. No estoy seguro que si se llega a un acuerdo histórico entre Israel y los palestinos, el mundo árabe va a estar dispuesto a permitir que lo torpedeen. Creo que tendrá interés en preservarlo.
- Usted conoce personalmente a Abu Mazen. Se ha reunido con él. ¿No tendrá miedo de que lo maten? Sabemos que Yasser Arafat rehusó firmar algo que equivalía al fin del conflicto con Israel, aunque recibía a cambio casi todo. ¿Concibe entonces que sea Abu Mazen, visto de otra forma por su pueblo, quien acepte firmar algo así?
- Yo creo que él puede, sí, llegar a firmar eso.
- ¿Y qué cree que puede pasar del lado israelí si se llega a un acuerdo histórico?
- No quiero subestimar la fuerza de los dementes. Creo que el Servicio de Seguridad interna tiene que prepararse con firmeza para lidiar con los próximos Baruj Goldstein y con los próximos Ygal Amir, que yo creo que existen.
- Antes del asesinato de Rabin, hubo un proceso de protesta muy fuerte, las calles se llenaban de manifestaciones y hubo también incidentes violentos... no pocos... ¿Cree que eso puede repetirse si Netanyahu firma un acuerdo con los palestinos que incluya serias retiradas?
- Espero que no suceda con la misma fuerza, pero nadie puede estar seguro. De todos modos, dado que ya nos hemos quemado al respecto, hay que prepararse y tomar medidas.
- ¿Ve usted el momento en que se firme realmente la paz?
- Creo que Ehud Barak y Ehud Olmert no estuvieron lejos de lograrlo... Con Netanyahu al frente creo que es más difícil.
- Pero si se logra... ¿eso será automáticamente sinónimo de paz? O sea: ¿se resolverá todo porque Israel se retire y se firme un acuerdo?
- No tengo dudas. Las relaciones con los palestinos son hoy sumamente distintas de lo que eran antes. Nosotros vamos a Ramallah, ellos vienen aquí, hay muchas menos barreras que antes, la economía está floreciendo... hay un progreso bastante significativo.
- ¿No será ilusionarse demasiado pensar que se terminarán los problemas con los palestinos si se firma un acuerdo, a pesar de que Hamás continúa controlando la Franja de Gaza y alrededor sucede todo lo que sucede?
- En general, las películas terminan con la boda, con final feliz. Pero eso no significa que luego siempre todos sean felices...
- Me refiero desde el punto de vista de seguridad...
- No puedo decir que eso garantizará totalmente la seguridad. Eso no existe. Supongo que si hay paz, la probabilidad de que haya violencia será mucho menor.
- En los últimos años aumentó muchísimo la desconfianza, se dio mucha marcha atrás. ¿Cómo ve hoy a las dos sociedades, a la parte civil de ambos lados, en relación a la probabilidad de un acuerdo?
- Es indudable que una gran mayoría en los dos lados está interesada en cooperación, porque comprende qué es lo que eso le significa. Si hoy en día, Cisjordania es el segundo destino de la exportación israelí, después de Estados Unidos, eso explica todo. Está antes de Alemania y de cualquier otro país.
- Usted nunca pierde la esperanza ¿verdad?
- Pero acá estoy simplemente contando lo que pasa en la realidad. No es porque todos sean tan buenos de amos lados sino porque estamos tan pegados unos a otros que es muy difícil estar separados.
- ¿Usted se ve a si mismo viviendo la nueva era de paz entre los dos pueblos?
- Sí, espero que sí.