Ahora que se reiniciaron las tratativas directas entre israelíes y palestinos, presentamos los testimonios de dos jóvenes, Nir Ley, judío, y Amira Farhud, palestina. Ambos se refieren a cosas muy importantes para ser tomadas en cuenta; conviene escucharlos.
El jueves pasado en Washington fue convocada la cita: el Presidente Barack Obama invitó al Primer Ministro de Israel, Binyamin Netanyahu, y al Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbás, a relanzar las negociaciones directas.Mucho se analiza y se seguirá analizando sobre las perspectivas, las dudas y las posibilidades. Pero lo que quisiéramos compartir con los lectores, son los testimonios de dos jóvenes, una palestina y un israelí, con los que hablamos estos días.
Claro que cada uno da su testimonio y su opinión personal. No traemos aquí una nota estadística ni una encuesta que indique cuántos jóvenes de cada lado piensan como Amira Farhud o Nir Levy. Hay moderados y extremistas de ambos lados.
A nosotros nos parece que vale la pena escuchar a estos dos jóvenes para saber que no todo está perdido.
Nir Levy
Nir, de 21 años, que acaba de finalizar su servicio militar obligatorio, está convencido de que la paz es la única opción.
“Creo que la única opción en esta zona es vivir todos juntos en esta tierra, hallar soluciones que permitan la convivencia entre los pueblos y las distintas religiones, aunque ahora no vemos un futuro rosado entre nosotros y nuestros vecinos. Los comienzos son algo bueno que traen la esperanza de que se logre algo mejor. Tenemos que aspirar a que se logre la paz, porque somos gente de paz y en los dos pueblos queremos la tranquilidad y buenas relaciones.
Hay que agotar todas las opciones posibles para llegar a la paz, antes de emprender otras alternativas por caminos totalmente indeseables. Estoy seguro que ninguna de las partes quisiera llegar a ellos.
Siempre es posible hallar la forma de llegar a la paz. No importa quién organiza los encuentros, por qué, cuáles son los intereses de fondo, políticos, económicos, lo que sea. No importa. La aspiración debe ser llegar a la paz y cuando ya comienzan negociaciones, como ahora, hay que dejar todo de lado y abordar los temas de fondo, hablar de los temas más complejos de la forma más amplia posible.
La intención siempre debe ser buscar la paz, no importa dónde ni cómo.
Puede que el gobierno actual tenga un matiz más de derecha que otros, pero no importa, no hay que perder la esperanza y darle también la chance de avanzar de la forma más limpia posible para llegar a un resultado de paz.
Claro que Israel tiene que fijarse líneas rojas. Creo que la base es que nos reconozcan como el estado judío, del pueblo judío, en la tierra de Israel. En las negociaciones mismas, hay que tener flexibilidad. Yo preferiría, por ejemplo, que Jerusalén no sea dividida, pero no lo descarto. Tenemos que mirarnos a los ojos, entre nosotros, y llegar a la conclusión de que aunque Jerusalén es de importancia cardinal para todo judío en el mundo, si en aras de un futuro diferente hay que dividirla, pues mejor hacerlo, porque sin paz no tendremos futuro.
Claro que esa división sería concebible sólo si no atenta contra nuestra libertad de cultos y el acceso de la gente creyente a los lugares sagrados, así como de los demás. Pero sólo una pequeña parte de Jerusalén podría ser la capital del estado palestino.
Lo más problemático es el tema de las fronteras, ya que no se puede llegar a ningún acuerdo de paz que no pueda garantizar nuestra seguridad. Hay que asegurar sitios estratégicos como el aeropuerto internacional Ben Gurión y el centro de Israel, que no puedan estar al alcance de cohetes, así como también que Israel pueda actuar debidamente si se trata de introducir armas al lado palestino que luego sean usadas contra Israel.
El abismo entre nosotros y el pueblo vecino es profundo. En la primera etapa creo que habrá que ver cómo podrá cada pueblo vivir en su lado, sin relación directa con el otro. Habrá que ver cómo garantizar la paz interna en cada lado. Unos años después se podrá hallar la forma de permitir la cooperación, que nosotros podamos pasar al lado palestino y ellos venir al israelí, estrechar fuertes relaciones económicas, políticas, en el plano turístico.
Sin duda logro imaginarnos a los dos pueblos viviendo uno junto al otro en paz, cooperando. No hay motivos para construir muros de metros de altura que nos separen.
Creo que el hecho de que hasta ahora no se logró un acuerdo es responsabilidad compartida de las dos partes. Nunca es responsable sólo un lado. Pero si ahora se hacen las cosas con seriedad, creo que hay posibilidad de lograrlo. Eso lo siento, pero depende de que los gobiernos no busquen excusas sino que se sienten en serio a tratar de hacer las cosas bien.
Tengo 21 años, recién terminé el ejército y sé que la vida en guerra no es fácil. A esta edad ya he pasado guerras, tanto como civil como cuando era soldado, y sé que el futuro rosado llegará sólo si se logra la paz. Ojalá que las negociaciones que ahora comenzaron conduzcan a un acuerdo de paz”.
Amira Farhud
Amira, de 19 años, es palestina cristiana estudiante de Comunicación. No está dispuesta a perder la esperanza ni los sueños.
“Lo primero que pensé cuando oí que israelíes y palestinos vuelven a negociar directamente fue recordar que todas las otras veces no terminó bien. Oí que lo harán de nuevo y sentí la esperanza de que esta vez logren algún progreso; pero admito que no hay muchas expectativas porque la situación está así hace tiempo. Siempre dicen que quieren lograr la paz para nosotros, para cambiar las cosas, y no pasa nada. Antes tenía esperanzas; ahora prefiero ser cuidadosa, porque no quiero ilusionarme y luego decepcioname.
La verdad es que mi problema es, ante todo, con mi propio liderazgo. Sé que tenemos un gran problema con Israel, pero mi opinión es que hay muchos otros en el plano interno. Creo que tenemos que resolver eso primero y recién después podremos resolver lo que tenemos pendiente con Israel.
Tenemos problemas religiosos, entre cristianos y musulmanes, hay problemas entre Hamás y Al Fatah, creo que algunos de nuestros líderes no son tan buenos, no confío en ellos para nada. Me parece que habrá paz y nuestra situación será mejor cuando Palestina tengo buenos líderes. Creo que los merece. Quiero que haya buenos líderes que guíen a Palestina por buen camino.
La paz es posible. Dios puede lograr todo lo que desea.
Nosotros vivimos a pesar del conflicto y también los israelíes tienen su vida. Pero creo que la nuestra es muy difícil. Quizás los israelíes nos odien, quizás quisieran que nos vayamos, creen que los palestinos somos todos sus enemigos. Pero a mí me parece que su vida es más feliz que la nuestra. Creo que su vida es más pacífica que la nuestra. Es que nosotros no podemos ir a Jerusalén ni a Haifa ni a Jaffa. En cambio ellos pueden ir adonde quieran, sin permisos especiales.
Quiero que haya paz, quiero que los palestinos estén en paz. No digo que los israelíes tienen que irse porque entre ellos también hay gente inocente. Tienen niños, gente mayor, ancianos y sienten que éste es su país. Puede ser que podamos vivir las dos naciones en Palestina. No hay otra solución. Si nosotros queremos que los israelíes se vayan ¿adónde se van a ir? No tienen otro lugar.
Si estamos aquí significa que hay que quiere encontrar la forma de vivir juntos. Creo que Dios lo quiere así.
Las dos partes tienen la culpa por la situación actual. Puede ser que los israelíes sean los más equivocados, pero también de nuestro lado han habido muchos problemas. Pensamos siempre en todos los problemas, pero hay que ir de a uno, concentrarse en el tema del conflicto con Israel y resolverlo., no se puede hacer todo a la vez..
Yo sé que también los israelíes sienten miedo. Sé que creen que somos sus enemigos, que alrededor de ellos todos son enemigos. Pero desde acá yo los veo de otra forma, como quienes pueden vivir una vida mejor que la nuestra y por lo tanto, no puedo sentir ese temor que dicen que tienen. Pero sé que nos temen.
Creo que una de las dos partes, israelíes o palestinos, alguno de ellos, deben decir sí en las negociaciones. Y lo mejor es que haya dos pueblos en Palestina. No hay otra solución. Si algún cerebro brillante tiene alguna otra, que venga y la proponga.
Las dos partes tienen que hallar la forma de cooperar. Debemos dejar de odiarnos. Eso es lo que quiero para mí. Antes pensaba dejar Palestina y quizás mudarme a Italia, pero ahora, como cada día crezco un poco y mi mente va cambiando, me enamoro día a día de Palestina, de mi tierra, no me quiero ir sino vivir aquí con mi familia y mis amigos. Estar lejos me haría sentir insegura. Así que mejor que todos nos quedemos acá y sepamos compartir, sin sangre, sin choques.
Creo que necesitamos más tiempo, antes de que llegue la paz, para alcanzar a resolver muchos problemas. No quiero perder la esperanza de que logremos la paz, pero precisamos más tiempo. Quizás no tanto como los años que ya pasaron, pero más tiempo, seguro. Espero verlo antes de que yo tenga mis propios hijos”.