Resulta refrescante el tono conciliador y esperanzado del escritor israelí A.B. Yehoshúa y su propuesta de confederación en Oriente Medio. Otros conflictos como el irlandés han mejorado con parecida creatividad política. Y tiene valor universal su definición de nacionalidad: «Tu país es aquel al que pagas tus impuestos».
La nación no es de quien la hereda sin esfuerzo, sino de quien la mantiene con impuestos. Así, pagar a tu país lo que te toca convierte tu nacionalidad en fruto de un acto responsable; y no en la mera suerte de haber nacido en él. Y excluye al indeseable que, aun con apellidos autóctonos, evade al fisco.
Yehoshúa preconiza así un oportuno patriotismo fiscal: «Póngame el IVA, que el país lo necesita».
- Qué es lo que hace que un judío sea judío?
- Es la pregunta más difícil que conozco. Si reúne a 100 judíos y se la plantea uno a uno, obtendrá 200 respuestas. Cada uno contestará algo diferente.
- Pero ahora se la hago a usted.
- Judío es quien se considera judío y se identifica como judío.
- ¿Es una voluntad de ser?
- Es la que permite a un judío - de hecho ha permitido a millones de judíos durante siglos - vivir en cualquier país sin Estado ni territorio ni lengua ni un culto organizado. Y aun así seguir siendo judíos.
- ¿Cómo?
- La identidad de un judío está en su cabeza. Su patria siempre fue ante todo interior.
- Pero ha pagado un alto precio por ella.
- Porque esa falta de centro les ha permitido resistir como identidad, pero también ha propiciado la hostilidad de los pueblos con los que cohabitaban y que se iban convirtiendo en naciones y Estados sin llegar a asimilar a las comunidades judías.
- Una situación incómoda.
- En ese proceso a menudo los judíos pasaban de ser considerados no nacionales a extraños y de extraños a enemigos o traidores.
- Las naciones nacen para los nacionales.
- Por eso sufrimos el antisemitismo durante siglos hasta que, a fines del XIX, el sionismo se consolida como una reacción de muchos judíos cansados de ser una diáspora.
- ¿Querían pasar de ser pueblo elegido a ser un Estado como los demás?
- El sionista quiere que el judío sea un pueblo más en su territorio con sus fronteras estables, su autogobierno y su democracia.
- ¿Todos los judíos están de acuerdo?
- Los más religiosos se opusieron y aún se oponen, porque el sionismo no contempla la construcción de un Estado religioso, o sea tutelado por ellos, sino un Estado laico; una democracia de iguales decidida por todos.
- Pero también la patria de los judíos.
- Es que los judíos tienen dos códigos: el código nacional y el código religioso, porque, como religión, el judaísmo se hereda vía materna y no está abierto a todo el mundo.
- Un punto crucial.
- Por eso, para los religiosos judíos existe una condición fundamental de ciudadanía: no puedes ser parte de Israel sin ser judío, no puedes ser israelí y cristiano o musulmán.
- Fundamentalista, en efecto.
- Y explica por qué el sionismo fue tan minoritario al principio: porque era rechazado por los judíos religiosos. Muy pocos judíos vinieron a Israel incluso ya a inicios del XX, cuando el sionismo adquiría fuerza.
- Preferían seguir en otros países.
- Y es una pena, porque hubiéramos podido salvar a millones del Holocausto.
- ¿Su familia fue perseguida?
- Somos sefardíes. Mis antepasados fueron expulsados de España y nos instalamos en Tesalónica. Allí éramos la comunidad mayoritaria viviendo con musulmanes y griegos.
- Comunidad floreciente.
- Pero creímos en el sueño sionista y fuimos de los primeros en volver a Israel. Y llevamos ya cinco generaciones.
- Ya es pedigrí.
- Pero yo soy israelí, porque pago mis impuestos a Israel. Creo que tienes la nacionalidad del país al que pagas tus impuestos.
- Esos impuestos suyos se gastan en gran parte en mantener una paz aún precaria.
- Yo trabajo para que todos seamos generosos y creativos hasta afianzarla. Por eso planeamos una confederación de Estados: Palestina, Jordania e Israel. Y...¿por qué no? El jefe podría ser el rey de Jordania.
- Las princesas Rania y Sumaya de Jordania visitan Barcelona a menudo.
- Pues dígales que ya tengo nombre para esa confederación que fundaremos: Isfalur (de Israel, Falestin (Palestina) y Urdún (Jordania). Cada Estado se autogobernaría, pero con vínculos estables, una especie de Commonwealth, que pacificaría la región.
- Es un plan.
- Y fíjese en que llevamos ya tiempo sin sufrir terrorismo grave en Israel. Parece que Hamas se da cuenta de que sus misiles dañaban sobre todo a los palestinos. Y creo que pronto habrá más buenas noticias.
- Me alegro.
- Soy optimista: el sionismo es optimista. Si no, no hubiéramos logrado nada. Y la mayoría de los israelíes quieren vivir en una sociedad moderna, moderada y pragmática; de alta tecnología, innovadora, consumista: Barcelona es modelo para Tel Aviv y Haifa.
- Usted nació en Jerusalén y no vive allí.
- Porque me asfixia el peso de religiones y profetas. Jerusalén se ha vuelto ultrarreligioso y por tanto enconado. Yo prefiero ver más Mediterráneo y menos intransigencia.
- ¿Lo ve posible capital de dos Estados?
- Habrá que encontrar una solución. Pero ya el líder sionista David Ben Gurion prefirió no residir en Jerusalén por alguna razón.
- ¿Cuál?
- El sionismo nunca quiso al judío esclavo de Dios sino dueño de sí mismo.
- ¿Veremos un Israel compartido?
- Con los palestinos nos entenderemos: son trabajadores y eficientes y quieren prosperar. Y si prosperamos juntos, no permitirán que Irán ni ninguna teocracia nos amenacen.
- Ojalá lo vean nuestros ojos.
- Yo detestaría vivir más de 100 años. Y lo pienso a menudo. Es liberador pensarlo. Y se lo aconsejo: si quiere vivir feliz, piense en la muerte cada día.
Fuente: La Vanguardia