"Si Obama dice que los jihadistas y los islamistas no son el enemigo ¿cómo podemos esperar que líderes árabes moderados los enfrenten?", dice el Dr. Boaz Ganor, Director del Instituto Internacional de Anti-Terrorismo en el Centro Interdisciplinario de Hertzlía y Decano Asociado de la Escuela Lauder de Gobierno.
El Dr. Ganor es, además, Director del Programa de "Homeland Security", un requerido conferencista en prestigiosas universidades en cursos sobre terrorismo en diversas partes del mundo y autor de libros en la materia considerados guías ineludibles en la investigación del tema.
- Dr. Ganor, quisiera comenzar esta entrevista con una pregunta que no apunta a su especialidad académica como experto en terrorismo, sino a su condición de ciudadano del mundo. ¿Qué pensó, qué sintió, cuando se enteró de aquellos terribles atentados, el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos?
- La verdad es que estaba allí justamente cuando eso sucedió. Dictaba una serie de conferencias bajo el título "Frenando al terrorismo suicida". Fue bastante paradójico. El 11 de septiembre mismo había disertado al respecto y claro está que mi punto de vista era el israelí, en un intento de explicar al público norteamericano cuán grave es el fenómeno. Y súbitamente, con el atentado, todo quedó claro. No era necesario explicar nada a nadie. En un segundo comprendieron de qué había estado hablando.
Claro está que mi sensación fue similar a la de cualquier otro ciudadano: estremecimiento mezclado con furia, y con una profunda incapacidad de comprender cómo es que hay gente que puede cometer una atrocidad de esa índole, qué motiva a perpetrar un atentado de ese tipo que sin duda cambió la historia de varias generaciones venideras.
- Usted ya tenía claro qué era el terrorismo suicida. Pero aquí el aspecto cuantitativo fue muy grande; la cantidad de víctimas y la forma; ver a los aviones embistiendo directamente las Torres Gemelas. O sea que aunque el fenómeno era conocido, hubo aquí elementos nuevos que agregaron una dimensión especialmente espeluznante ¿verdad?
- Sí, por supuesto. El cambio esencial aquí fue que se combinaron al mismo tiempo dos tipos de terrorismo. Por un lado, se secuestró un avión, algo que por cierto ya había sucedido en la historia. Pero la novedad fue que se usó al avión secuestrado como el arma suicida. O sea que hubo un cambio en el modus operandi que fue lo que hizo posible la cantidad tan grande de víctimas. Creo que el propio Osama Bin Laden no creía que el resultado sería tan difícil. Quizás tenía la esperanza de que lo fuera, pero dudo mucho de que haya pensado que los dos aviones lograrían estrellarse contra las torres y provocar su desmoronamiento.
- Usted dijo que el 11-S cambió la historia de ese momento en adelante. ¿Se refiere tanto en lo relativo a la conciencia acerca de la importancia de luchar contra el terrorismo como a la percepción de sí mismos que tienen desde entonces los terroristas?
- Por supuesto. Hay que recordar que las organizaciones terroristas se hallan siempre en una especie de competencia abierta o disimulada - especialmente cuando se trata de grupos que actúan en la misma arena, la misma zona, que son de la misma nacionalidad o tienen la misma meta - y cada uno quiere mostrar que no es menos que el otro en capacidad y pensamiento innovador. En este sentido, los atentados del 11-S crearon un "techo" al que intentaron, intentan y seguramente seguirán intentando llegar también otras organizaciones deseosas de mostrar que son capaces de hacer lo mismo o inclusive superarlos. En este sentido, ese atentado creó la sensación en varios grupos terroristas del mundo de que "el cielo es el límite".
- Lo cual suena especialmente peligroso...
- Claro; lo es. Algo que los expertos siempre temían, pero más aún después del 11-S; es lo que llamamos en inglés CBRN (por las siglas en inglés de chemical, biological, radiological, nuclear). El atentado del que estamos hablando, del 11-S, no tenía nada que ver con eso, pero tuvo un simbolismo en cuanto al cambio en la capacidad de los perpetradores, que puede manifestarse luego, sea en la misma organización o en otras, en atentados futuros en los que sí se use CBRN.
- Estimo que uno de los grandes cambios fue en la conciencia del mundo respecto a la necesidad de combatir el terrorismo. Estados Unidos, como sabemos, le declaró la guerra. Recuerdo lo que usted dijo recientemente en una conferencia que brindó en Jerusalén, sobre la situación compleja en la que se maneja la lucha anti-terrorista, ya que a menudo, al intentar reducir la capacidad de los terroristas de cometer atentados, aumenta su motivación. ¿Cómo se lidia en la era actual, post 11-S, con ese péndulo de dos puntas, esa ecuación "capacidad-motivación"?
- La ecuación entre capacidad y motivación de las organizaciones terroristas es la misma de siempre. No ha cambiado desde los años 70. El desafío es el mismo. El cambio se da en lo relacionado a la gravedad de los atentados, la ideología y la capacidad de infiltrarse en un público simpatizante. El desafío es hallar el equilibrio correcto entre operativos que reduzcan la capacidad de los terroristas sin aumentar considerablemente su motivación a continuar atacando. La verdad es que me preocupa menos la motivación de los terroristas mismos y pienso más en la de quienes se identifican con ellos y pueden sumarse a sus planes.
- ¿Cómo se logra ese equilibrio?
- Creo que se logra a través de una lucha que combine la parte educativa y cultural con los mensajes adecuados, con un intento continuo de reducir las capacidades de los terroristas de perpetrar atentados.
- ¿Cuál es la situación actual, en el décimo aniversario del atentado contra las Torres Gemelas, de la fuerza del terrorismo? ¿Y cuál es la situación en lo referente a las lecciones aprendidas en Occidente a raíz de lo sucedido?
- En cuanto a la fuerza del terrorismo, estamos en un punto muy alto. Tal cual ya dijimos, al cruzarse los límites conocidos hasta entonces, el nuevo límite, el nuevo techo pasó a ser lo que se hizo el 11 de septiembre. Cruzaron el Rubicón. Eso quedó en la memoria colectiva de los terroristas y sus cómplices y quedó como meta a la que todos tratarán de llegar, aunque afortunadamente, desde entonces, nadie logró hacer algo similar. En cuanto a lo que se aprendió, diría que hay algo muy claro: la necesidad de cooperar en la lucha contra el terrorismo, tanto a nivel internacional, entre los diferentes países, como dentro de cada uno entre las distintas agencias y entidades relevantes. Esto tiene hoy un nivel mucho más alto y mejor en la mayor parte de los países occidentales. Eso es sumamente importante ya que sin esa cooperación no hay ninguna chance de lidiar exitosamente con las amenazas terroristas.
Otra lección importante aprendida es que hay mucho más conciencia acerca del peligro. Antes se veía el tema del terrorismo más como un peligro local en países y zonas determinadas, en sitios como Israel o Irak; pero hoy quienes toman las decisiones tienen claro que ningún país es inmune a ello y que, por lo tanto, todos tienen que actuar para combatirlo. Ahora lo entienden. Pero temo que aún no comprenden cuáles son las raíces; las causas de fondo de la "jihad global".
- ¿A qué se refiere?
- El Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que es hoy el líder del país que constituye de hecho la punta de lanza en la lucha contra el fenómeno de la jihad global y Al Qaeda, ha optado por reducir la definición del enemigo, desde su punto de vista. El Presidente George W. Bush hablaba del terrorismo mundial como el enemigo, pero Obama habla sólo de Al Qaeda como tal. Es algo más concreto y palpable pero la pregunta es si acaso es verdad, si el enemigo es sólo Al Qaeda.
- Y claro está que lo que sale de Washington tiene su peso...
- Por supuesto. Tanto la administración Bush como de la de Obama trataron de lidiar con la motivación y la capacidad; pero mientras Bush ponía énfasis en las capacidades, Obama la pone en las motivaciones. Y sus respectivas visiones sobre el por qué de las motivaciones son distintas. El presidente Obama considera que el origen, la raíz de este fenómeno, está en conflictos regionales, como entre israelíes y palestinos, los conflictos de Chechenya, Cachemira, Bosnia, Afganistán y otros. Y cree que si los solucionamos, esos procesos de radicalización van a detenerse, desaparecer y dar marcha atrás. El presidente Bush, por su parte, consideraba - creo que con razón - que las raíces de la jihad mundial se hallan en una ideología islámica radical y que ella es la que lleva a esa gente a perpetrar sus atentados, aunque den como pretextos distintas circunstancias relacionadas a los conflictos. Yo tengo claro que si el conflicto israelí-palestino, por ejemplo, llega a resolverse, no es que Al Qaeda va a dejar de cometer atentados; ya encontrarán otra cosa y dirán que es por otra razón; porque España no volvió al califato islámico; lo que sea.
- Recuerdo que en la conferencia que usted brindó hace pocos meses, a la que ya hice referencia, citó a un asesor cercano del presidente Obama, el Asesor del Contra-Terrorismo de la Casa Blanca, John Brennan, que dijo "Los islamistas y los jihadistas no son nuestros enemigos". Usted contó en esa ocasión que a raíz de su sorpresa, en respuesta, escribió un artículo de opinión en el Jerusalem Post explicando que al decir eso, los Estados Unidos están enviando un mensaje confuso a sus aliados en el mundo, entre ellos árabes moderados que sí consideran que los islamistas y jihadistas son el enemigo. La pregunta es si el problema radica sólo en la parte declarativa o si en la práctica, en las acciones de Estados Unidos contra el terrorismo, también hay una actitud ambivalente, problemática.
- Lo que dijo John Brennan refleja el enfoque de la administración Obama y las instrucciones que imparte en temas muy concretos y prácticos. Pero de esto no debemos sacar una conclusión que la administración Obama evita dar pasos ofensivos o realizar operativos concretos en el terreno. En los últimos meses ha habido inclusive un aumento en la cantidad de operativos puntuales contra figuras buscadas. Pero esto se concentra sólo en Al Qaeda. Y si eso tiene éxito, y así espero, y logra arrancar la cabeza de Al Qaeda, no hay duda de que surgirán otras organizaciones, otros grupos, con los mismos objetivos. Y si uno no se ocupa de lidiar con la ideología, con las raíces mismas del problema, no lo soluciona realmente.
- ¿Podría darnos ejemplos concretos de por qué dice que el enfoque no está sólo, por ejemplo, en discursos como el de Brennan, sino en algo puntual, en el terreno?
- Por supuesto. Yo aseguro que el cambio es algo más profundo que un discurso. Basta con leer los documentos oficiales. Hace unos meses se publicó un documento sobre la estrategia de la lucha anti-terrorista; hace algunas semanas salió otro sobre la lucha contra la radicalización. Allí ni siquiera se atreven a usar el término "islamistas", "jihadistas" o "jihad global". No hay ninguna mención del islam. Ellos luchan - y estoy citando - contra "extremistas violentos". Pero esos pueden ser también matones en la playa de Tel Aviv.
Es un tipo de lenguaje extremadamente "políticamente correcto", que resulta muy cómodo para trabajar ante el mundo musulmán pero creo que resulta contraproducente inclusive para el propio mundo musulmán. Es que el propio mundo musulmán tendría que hacer una introspección, estudiarse a sí mismo y determinar cuáles son las líneas rojas que tampoco ellos pueden cruzar. Ellos lo tienen que hacer. No podemos hacerlo nosotros por ellos. Y si Obama dice que los jihadistas y los islamistas no son el enemigo ¿por qué vamos a esperar que surjan líderes árabes moderados en el mundo musulmán y digan que el jihadismo es la fuente del problema? ¿Por qué van a enfrentarlos ellos? Si Estados Unidos no ve a ese grupo como el enemigo contra el que hay que actuar, entonces ¿qué les dejamos a ellos?
- Yo sé que usted tiene un enfoque un tanto pesimista sobre toda esta situación, y que considera que el bloque liderado por Irán ha alcanzado demasiados logros. ¿Diría que el mundo está hoy en una situación de peligro mayor que hace diez años en cuanto a la amenaza del terrorismo?
- Sí; creo que el mundo todo debe lidiar hoy con mayores peligros que antes. Pero al mismo tiempo, también ha habido, como ya mencioné antes, logros claros y muy importantes en la lucha contra el terrorismo. La pregunta es si acaso hay líderes que son capaces de basarse en esos logros para tomar las decisiones necesarias y adecuadas en lugar de buscar la moneda sólo en el lugar donde ilumina la linterna y sin envolver cada cosa en una capa de lo "políticamente correcto". Es una cuestión de comprender lo que se encuentra y de tomar las decisiones que derivan de ello. Una vez que eso se hace, que se sabe decidir, los instrumentos prácticos para la lucha anti-terrorista existen y pueden funcionar.
- ¿Y dónde está Israel en este complejo mosaico?
- Tenemos que distinguir entre el mosaico del terrorismo palestino y el de la jihad global. En el primero creo que hemos alcanzado bastantes logros en la lucha para combatirlo, aunque todavía está la gran amenaza de los misiles katiusha y de otros tipos. En general, está claro que los terroristas tienen hoy muchas más dificultades para lanzar atentados desde los territorios, pero eso no quiere decir que no logran nada. Ya hemos visto hace pocas semanas que la frontera sur está abierta y hasta que no sea bloqueada con medios físicos en el terreno y avanzadas tecnologías, elementos hostiles, palestinos y otros, seguirán intentando perpetrar atentados contra Israel.
Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay