Un llamado a la cordura del profesor palestino Muhammad Dajani, fundador del movimiento "Wasatía" que brega por un islam moderado, al cumplirse diez años de los atentados terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos.
A fines del 2006, durante el mes del Ramadán, sagrado para los musulmanes, el Profesor Muhammad Dajani (65), catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad Al-Quds en Jerusalén Oriental, se encontraba en la terraza de su edificio en el barrio de Beit Hanina, en Jerusalén Oriental, en el que reside y en cuyo último piso tiene su oficina. Desde lo alto, podía ver claramente lo que sucedía abajo, en la calle, una vía central que comunica la ciudad palestina de Ramallah con Jerusalén.
Miles de palestinos de la zona trataban de pasar por un puesto de control del ejército israelí que se encontraba pocos metros más adelante. "Ellos empujaban para un lado y los soldados para el otro y yo temía que todo estallara", nos cuenta el Profesor Dajani desde esa misma terraza, señalando hacia el punto en el que se hallaba aquel puesto militar, hoy inexistente. "Pero se encontró una solución. Los palestinos que simplemente querían pasar a Jerusalén para rezar en el Haram en el Ramadán, evidentemente no eran radicales, y del lado israelí también había gente que pensaba", dice refiriéndose a las mezquitas en Haram al Sharif, lo que los judíos llaman el Monte del Templo. "El ejército trajo autobuses para poder trasladar a todos hasta el Haram. Depositaron sus cédulas en el puesto militar y cuando volvieron, se las devolvieron. Todo pasó con tranquilidad, sin violencia. Y yo pensé que fue una bendición que se logró un camino intermedio, una opción en la que todos ganaron. Allí se me ocurrió fundar un nuevo movimiento".
Pocos meses después, en marzo del 2007, nacía "Wasatía", un movimiento cuyo nombre deriva del propio Corán, y que se refiere a un camino intermedio. De hecho, es un llamado a una alternativa al extremismo. No es una propuesta secular, pero es sí un rechazo del fundamentalismo islámico. Eso, un tercer camino entre el "no" al islam y el "no" a sus expresiones radicales.
Esta semana, pocos días antes de cumplirse el décimo aniversario de los terribles atentados del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos, nos reunimos con el Profesor Dajani. El suyo, es un mensaje alentador, necesario para mantener la cordura y creer todavía que no todo está perdido.
Este es un resumen de la apasionante entrevista que nos concedió.
- Profesor Dajani, me supongo que ya antes de esa anécdota tan simbólica que me acaba de contar usted en la terraza, sentía la necesidad de algún camino intermedio...
- Así es...
- Ni islam radical ni alejamiento del islam...
- Sin duda. Al mirar las noticias y ver lo que musulmanes radicales hacían, lo que sucedió en los trágicos eventos del 11 de septiembre y también después de ellos, yo me preguntaba si acaso esa es mi religión, si eso es islam, si eso es lo que mi religión quiere que se haga, si esos son los valores de la misma. Pues si uno va al Libro y lee, puede encontrar que hay una gran diferencia entre lo que esa gente hace y lo que la religión pide y proclama. Entonces uno se pregunta si acaso esas personas realmente son musulmanes, por qué están haciendo lo que hacen en nombre del islam y cómo es que no concilian entre las enseñanzas del islam y sus propios hechos. Al pensar en todo eso, decidí ponerme a explicar la diferencia, el abismo entre una cosa y otra.
Es que me pareció que esa gente amenaza a nuestra comunidad porque la forma en la que interpreta el islam, la forma en que enseñan esa interpretación a nuestros niños, jóvenes y líderes en la comunidad, conducirá eventualmente a una catástrofe. Considero que esa no es nuestra fe.
Mi análisis, como quien se instruyó en Ciencias Políticas, es que están usando la religión para promover ideas políticas radicales. Libran sus guerras bajo el slogan de la religión, para difundir sus ideas.
- El problema es que aunque esos radicales sean una minoría extremista que usa mal a la religión, no se ve en la calle a la mayoría moderada levantándose contra ellos, criticándolos, intentando frenarles o al menos aclarando que no hablan en su nombre...
- Quisiera aclarar ante todo que la mayoría en el islam es moderada. La mayoría silenciosa es moderada. Un muy buen ejemplo se pudo ver claramente en las calles de Jerusalén recientemente, durante el mes de Ramadán. Miles iban por las calles en camino a las mezquitas a orar durante el mes sagrado, pero no hubo ni siquiera un acto violento. La mayor parte de la gente no tiene permiso para entrar a Jerusalén, pero simplemente logró pasar por muchos caminos laterales, simplemente para rezar sin que nadie lleve ni una bomba, ni una pistola, nada. Creo que eso refleja la mayoría de los musulmanes.
Esencialmente, el islam no es una religión radical. El problema son las minorías que están radicalizadas y que los medios les dan tanta cobertura. Todo lo que pasa con el resto, la solidaridad, mutua ayuda, la ayuda a los necesitados, el diálogo interconfesional, no sale en ningún lado.
- Claro que está mal no cubrir distintos aspectos de la realidad, pero es natural que la noticia sea sobre lo que anda mal. La normalidad no es noticia. Pero además, recordemos que la culpa no está en los medios que no cubren lo bueno sino en los extremistas que hacen lo que hacen...
- Eso es verdad. Recuerde lo que pasó hace un tiempo cuando el Pastor Terry Jones de Florida quería quemar el Corán. Todos se concentraron en él, aunque estoy seguro que hay mucha gente que se dedica al diálogo interreligioso, a hacer cosas buenas...
- El extremismo atrae...
- Claro... y por eso, también, la gente tiene la impresión de que el islam es radical. Mire, yo mismo soy moderado, trato de promover moderación como forma de vida y en el marco de mi movimiento, Wasatía. Pero no logro conseguir suficiente presupuesto y apoyo de mi propia gente; no recibo la cobertura que merecería. Pero sigo haciendo mi trabajo en forma silenciosa y siento que la gente lo aprecia, que hay apoyo en el público. Estos días tuve un encuentro singular al respecto. Me encontré con un hombre que había estado 12 años preso en Israel. Me contó que hace tres años, cuando todavía estaba en la cárcel, leyó un artículo que yo escribí, sobre "Wasatía" y que le quedó en la mente porque sintió que esa era la forma de actuar. Mi artículo, según dijo, le hizo pensar que no tenía sentido que esté preso, que con la violencia no se resuelve nada, que debe hallar otro camino para hacer justicia y que debe aportar a que se pueda solucionar el conflicto...
- Y me parece que esto es mucho más importante que la cobertura periodística; que lo que a usted debe interesarle es llegar al alma de la gente, aunque claro está que la cobertura ayuda a eso.
- Exactamente, llevar el mensaje a la gente, eso es lo que importa. Yo escribí muchas veces artículos en la prensa y más de una vez me pregunté si sirven para algo. Pero cuando sucede algo así, veo que sí, sin duda. Este hombre leyó el artículo hace tres años, lo recordó y cuando salió de la cárcel vino a buscarme para hablar conmigo sobre "Wasatía". Creo que eso es muy importante, porque me dijo que se dio cuenta que hay formas mejores de actuar que estar en prisión. Y le dije que el desafío es lograr transmitir ese mensaje a gente que pueda escucharlo. El mensaje llega a la gente en diferentes sitios, y yo espero que llegue el momento en que sea el mensaje de los musulmanes en todo el mundo, que la gente pueda adoptarlo no sólo en Palestina.
- Profesor Dajani, volvamos un minuto a la pregunta anterior, que usted comenzó contestando con la aclaración de que la mayoría de los musulmanes son moderados y no radicales. ¿Qué pasa entonces con la mayoría silenciosa? ¿Por qué es silenciosa y no enfrenta a la minoría extremista?
- Creo que la razón por la que no hablan en voz alta, como yo he hecho, es que enseguida se los tilda de "pro-occidentales", o "pro-CIA", de gente que quiere ser simpática con Estados Unidos. La gente no quiere estar en los reflectores...
- O sea que la mayoría todavía le tiene miedo a la minoría...
- Exactamente. Es que la minoría enseguida pone etiquetas a todo aquel que piensa diferente que ellos. Pueden decir que uno es pro-occidental, infiel, pro-israelí, que es alguien que se rinde, que renuncia demasiado. Y en realidad, por eso mismo no usamos la palabra "moderación", sino "wasatía", que viene del Corán, y que signifca "un camino intermedio".
- Wasat, en árabe, es medio...
- Así es. Cuando la gente dice "Wasat significa moderación, Occidente", yo digo "no; significa moderación, Corán...". Digo que es algo islámico...
- Que es vuestro...
- Claro. Vuelvo a su propia lengua, al idioma coránico, y ahí podemos llegar a la interpretación. Entonces me dicen que la forma en que estoy interpretando el Corán es equivocado y yo retruco que no, que el Corán es justicia y tolerancia. Y ellos me dicen que no, que estamos en el medio, entre los judíos que mataron a los profetas y los cristianos que convirtieron a su profeta en Dios. Estos son extremos. Yo digo que al contrario, el Corán no es sólo sobre judíos, cristianos y musulmanes, sino sobre la humanidad y que por lo tanto, o que ellos están equivocados en su interpretación o que, al menos, yo no concuerdo con ella.
Hay también quienes discuten conmigo diciendo que en el Corán dice que el islam es la religión; o que Dios no te aceptará a menos que mueras como musulmán. Y aquí también está el problema de la interpretación equivocada. Y cuando les pregunto qué es para ellos el islam, me dicen que la fe, a lo cual respondo sugiriendo que vayan a leer el Corán ya que allí dice que islam es quien se entrega a Dios, incluyendo Abraham, Moisés y Jesús; o sea que aquí islam no es la fe sino algo más amplio.
En el Corán dice que Moisés dijo "somos todos musulmanes", y eso fue mucho antes del islam; y Jesús habla con sus discípulos y les dice "somos musulmanes". Y claro está que aquí el sentido no es que son musulmanes de la fe islámica, sino del seguimiento y la entrega a Dios.
Pero los radicales enseñan a los jóvenes que ser musulmán es sólo esa fe, mientras que el Corán explica otra cosa. Pero entonces, lo que enseñan a los jóvenes es que sólo el islam es la religión correcta y que llegó para suplantar al judaísmo y al cristianismo, no para corroborarlos.
- Pero si, tal cual usted me dijo antes, los extremistas, aunque son minoría, logran atemorizar a la mayoría moderada ¿cuál es la salida?
- Debemos alentar a los musulmanes a hablar en voz alta, a manifestar sus opiniones, a expresar lo que piensan. Mire lo que está pasando en Libia, Egipto, Túnez, Siria. Yemen. La gente habla después de haber estado callada durante tanto tiempo. Mire lo que Siria está haciendo, matando a su gente porque dicen que quieren libertad y democracia. Creo que ahora la gente está más abierta a hablar libremente, aunque deban pagar un precio por ello. Dependeremos de que esto se afiance y fortalezca, para poder cambiar las cosas. Esperemos que este sea el futuro y que también en Palestina la gente hable abiertamente contra la corrupción, el radicalismo, el autoritarismo, todas esas enfermedades de la sociedad.
- Y usted intenta aportar a ello, a su forma, con Wasatía... ¿Sabe a cuántas almas ha llegado?
- No tengo ni idea; no podemos medirlo; pero no bajo nunca los brazos y estoy convencido de que debo seguir trabajando. Hemos hecho conferencias con participación musulmana y cristiana, el mensaje pasa...
- Me imagino que usted es optimista por naturaleza...
- La verdad que sí; de lo contrario no podría hacer ésto. Recuerdo que cuando estaba en primer grado, aprendimos una historia: Un rey vio que un anciano estaba plantando un olivo y le preguntó si cree que llegará a ver sus frutos. El anciano le respondió: "No, pero nuestros abuelos plantaron un olivo y nosotros comimos de él; así que nosotros también plantamos, y nuestros nietos comerán de él". Al rey le gustó la respuesta y le dijo: "Muy bien". Y le dio mil dinares. El anciano le respondió: "Gracias Rey. ¿Vio usted cómo este árbol da frutos en poco tiempo?". El rey le dio otros mil dinares y le dijo que mejor se va antes de quedarse sin dinero.
La verdad es que yo creo en eso. Años atrás, luego de estudiar en Estados Unidos, estaba por dejar la casa en la que vivía, la vendí y un vecino me vio plantando flores, ante lo cual me preguntó, sorprendido, por qué lo hago si me estoy yendo. Le contesté que recibí la casa con flores y quiero dejarla a quien venga en mi lugar, con flores.
- Profesor Dajani, me gustaría, con su permiso, volver al principio. Usted habla de interpretaciones equivocadas del Corán, pero en el propio libro sagrado hay contradicciones, llamados a la paz y también intolerancia, amor y guerra; ¿no es así? ¿El Corán no puede ser visto de diferentes formas por sus distintos contenidos?
- Sin duda, pero creo que realmente lo central es una cuestión de interpretación. Y si uno tiene una interpretación de "Wasatía" del Corán, no hay problema, ya que entiende que no va sólo por el texto sino por el bloque general. El Corán critica a los judíos, por ejemplo, por "romper la alianza"; dice: "yo hice una alianza con ellos y la rompieron". Pero el llamado de crítica no es contra todos los judíos todos contra aquellos, específicamente, que rompieron el pacto...
- Hay manifestaciones contra los "infieles"...
- Pero también hay muchas suras (capítulos del Corán) en las que dice "ellos tienen su religión y tú la tuya" o "tú no guiarás hacia quien amas... Alá guiará a quien desee...". O sea, que el mensaje no es guiar a los infieles; que nadie puede guiar al resto, sino que sólo Dios lo hace.
- ¿Usted se siente religioso, muy creyente?
- Sí, lo soy. Pero lo que quiero es un término medio entre el secularismo y el fundamentalismo, un espacio en el que ambos pueden moverse.
- Para terminar; volvamos al décimo aniversario de los atentados en Nueva York; el trágicamente famoso 11 de septiembre. Fue antes de que usted funde Wasatía. ¿Recuerda qué sintió, qué pensó cuando se enteró de lo que había sucedido, de que había sido cometido un crimen así en nombre de Alá?
- Sí, con mucha claridad. Estaba en shock. Estaba consternado de que algo así había sucedido. Y recuerdo que estaba ansioso de saber que ni palestinos ni musulmanes tenían nada que ver con eso. Oraba por que no tuviéramos nada que ver en eso. Para mí fue estremecedor saber que eso había sido perpetrado en nombre de Dios, en nombre del islam. Fue muy triste que eso haya ocurrido. Para mí, como musulmán, fue triste y terrible que eso haya sido perpetrado, de hecho, también en mi nombre, aunque esa gente no habla por mí. Y luego, cuando surgió la oportunidad de crear "Wasatía", me dije que no podemos seguir manteniéndonos en silencio, que no podemos permitir a esa gente secuestrar a nuestra religión, nuestra fe, lo que defendemos. Por eso creo que tenemos que avanzar, adoptar una posición clara, no estar en silencio. Por eso, seguiré con Wasatía".
- Usted, personalmente ¿tuvo problemas al fundar Wasatía?
- Sí, por supuesto, me atacaron frontalmente diciendo que soy pro-occidental. Pero con el tiempo creo que la gente comprende mejor el mensaje. Es justamente por eso que decidí no hacerlo como partido sino como movimiento social para que no lo etiqueten; y la gente con el tiempo comprende que ésto no tiene nada que ver con el conflicto árabe israelí, ni con Occidente u Oriente, y que está originado en el propio Corán. Creo que esto ayudará a promover el concepto de la moderación. Hoy por hoy, lo que necesitamos es lograr que la gente se exprese más, que diga lo que piensa, y quizás al final podrán analizar inclusive el conflicto árabe israelí sin violencia, en forma racional y lógica. Hay que ser racional para poder tener empatía con el otro.
Creo que no podemos esperar que los israelíes tengan empatía por nuestra "Nakba" si nosotros no tenemos empatía por el Holocausto. Cada uno debe poder comprender la cultura del otro, de dónde viene, su sicología de inseguridad, su sicología de haber estado cerrados, cómo lidiar con ello. Mire lo que está pasando en Tel Aviv y en otras partes del país, con protestas por el tema socio económico. Yo quisiera ver manifestaciones así, multititudinarias, en favor de la paz, tanto en Israel como en Palestina, porque los gobiernos, al final, seguirán a los pueblos. Y si llega el momento en que los pueblos hablen en voz alta, contra el radicalismo y contra el terrorismo, al final se impondrán.
Lo que estamos haciendo ahora es intentar activar este mensaje con la esperanza de que llegue el día en que la mayoría ya no sea silenciosa, hable en voz alta y esté abiertamente por la moderación.
- Profesor Dajani, con esto tan interesante que usted dice, me hace pensar en otra pregunta. ¿Hay cosas del Estado de Israel que usted quisiera tener en el futuro Estado palestino independiente?
- Quisiera tener la estructura democrática del Estado. En Israel ha habido más de 50 líderes en los últimos 50 años mientras que en Palestina hemos sido gobernados por tres figuras, en casi cien. El primero fue el Mufti Amin al-Husseini, luego Ahmed Shukeiry y después Yasser Arafat. En ese mismo tiempo, sea en Israel o en Estados Unidos, fueron debatidas las candidaturas y propuestas de 50 líderes, lo cual significa 50 ideas. Eso es lo que quiero. No quisiera nuestro sistema estancado con un líder, como ha pasado en Egipto, Siria o Libia. Quisiera ver transiciones pacíficas del poder, que un gobernante sepa dejar su lugar sin violencia. Que el sistema lo haga salir cuando termina su período o que él lo haga solo, no que tengan que forzarlo.
En Israel es así, una transferencia ordenada y normal de poder. Por eso me sorprende ver que las manifestaciones de ahora en Israel sean tan fuertes, ya que en Israel tienen la opción de cambiar todo a través de elecciones. Nosotros manifestamos porque no tenemos elecciones ordenadas, no hay un sistema democrático en el pleno sentido de la palabra, para cambiar gobernantes.
- Siempre recuerdo y menciono a menudo en conferencias, mi encuentro con un joven palestino de 18 años de Jenin, que llegó como muchos otros a la Muqataa en Ramallah cuando Arafat estaba por morir. Hablaba de él con lágrimas en los ojos, diciendo que era el único líder que él había conocido, que para él era como un padre. Le pregunté si quien le suceda debe ser como él. A este muchacho se le transformó la cara; fue impactante. Se compuso en dos segundos y me dijo: "¡No! Arafat era sólo para la revolución. Para construir un Estado necesitamos otra cosa". Y pensé para mis adentros que si Arafat se hubiera dedicado a construir el Estado palestino, a erigir estructuras necesarias y a desarrollar la economía y la sociedad, tal cual intenta hacer el actual primer ministro, Salam Fayyad, los palestinos habrían tenido un Estado hace mucho. ¿Cómo ve usted este tema, ahora que septiembre, con todo su simbolismo, ya ha llegado?
- Creo que Arafat fue bueno para un tiempo, pero no debería haber permanecido tanto en el poder. Debería haber renunciado, como Mandela. El problema fue que Arafat no estaba construyendo Palestina para un Estado ni buscaba el desarrollo de las instituciones, sino que tenía la ambición individual de que el pueblo lo vea como el padre de la nación, sin más familia, sin número dos que lo apoye o lo pueda seguir. Creo que por eso su ideología fracasó, en el sentido que no se concentró en la construcción del Estado palestino. Algo similar pasa en otros lugares de la región. Todos sabemos cuántos miles de millones de dólares Gaddhafi gastó. Si los hubiera dedicado al bienestar del pueblo libio, ese país habría sido uno de los más brillantes de la zona. Pero guardó el dinero en el exterior y él y su familia se enriquecieron. Creo que lo necesario es que se desarrolle una cultura en la que se piense en el "nosotros", no en el "yo".
- Creo que hay otro aspecto problemático; la apuesta a la violencia, que fue el camino elegido por Arafat.
- Me parece que él no logró saltar del rol de revolucionario al del diplomático. No pudo moverse. Quizás en algún momento trató de presentarse como diplomático, pero seguía pensando como un revolucionario. Y ese fue el error, ya que también debería haber pensado como diplomático.
- Mencioné antes septiembre, al pasar. Un mes que ha creado grandes expectativas por el plan palestino de iniciativa unilateral de conseguir el reconocimiento al Estado en las Naciones Unidas. Y me gustaría saber su opinión al respecto. ¿Cree que algo cambiará en el terreno, en la práctica? ¿Y puede entender las críticas de Israel a esta iniciativa?
- Veo una situación en la que hay una gran desesperación del lado palestino y al liderazgo le preocupa que ese enojo sea expresado contra la Autoridad Palestina y no contra Israel. Y por lo tanto quieren canalizar ese enojo hacia "el de afuera". Así veo el trasfondo de este paso. Al comienzo creo que no pensaban que habría reacciones como las que han habido. Cuando Arafat declaró el Estado palestino en noviembre de 1988, 122 Estados dieron su reconocimiento. Pero esta vez, Israel aclaró en forma terminante que se opone porque es algo unilateral y que esto debe hacerse a través de negociaciones. Cuanto más avanzó el gobierno palestino con la idea y cuanto más se opuso Israel a la misma, más sintió el pueblo la necesidad de apoyar a la Autoridad Palestina por lo cual ésta ya no podía dar marcha atrás. Se creó una situación en la que ya no importaba si el paso era sabio o no y se decidió seguir adelante. A veces sucede así en la política.
- Y no es secreto que el propio primer ministro, Salam Fayyad, se manifestó abiertamente contra esta iniciativa unilateral...
- Así es. Pero la ANP no puede dar marcha atrás porque si lo hace, el pueblo la criticará y atacará. Creo que del lado israelí tendría que haber un enfoque más abierto; deberían dar más espacio a los palestinos. Yo, personalmente, creo que negociar con un Estado es mucho mejor que hacerlo con la Autoridad Palestina y más duradero. Mi consejo al gobierno israelí habría sido apoyar esta iniciativa por un Estado y así iniciar negociaciones con él. Creo que así habría sido mucho mejor porque eso evita, por ejemplo, que se negocie con la Autoridad Palestina y luego venga la OLP a decir que no está de acuerdo, o salga una instancia a decir que no es representativa. Si se negocia con el Estado, es otra cosa porque habría otra responsabilidad, también de la comunidad internacional.
Por eso diría inclusive que los israelíes tendrían que haber tomado la iniciativa de apoyar este paso y eso los habría presentado en forma muy positiva ante el mundo. Pero esto ya está, ya se ha hecho, y ahora hay que mirar hacia adelante y ver cómo garantizar que todos ganen; no que uno gane y el otro pierda. Se podría, por ejemplo, dado que nadie da marcha atrás, haber llegado a un acuerdo por el cual Israel diga a los palestinos que este año van a la Asamblea General, luego se negocia un año un acuerdo, el año siguiente van al Consejo de Seguridad, y en el interín se habrá logrado negociar un término medio.
- Wasatía...
- Justamente. Hay que encontrar la forma de satisfacer a las dos partes. Creo que en este particular, las preocupaciones de Israel no son justificadas. Israel dice, por ejemplo, que después de la ONU, los palestinos van a alegar que son un Estado ocupado, pero el hecho es la ocupación e Israel mismo ha dicho que quiere terminarla y que quiere la fórmula de dos Estados. Es una idea popular, la de los dos Estados, entre los propios israelíes, para solucionar el conflicto. Y creo que todos los otros temas pueden ser resueltos si hay buena voluntad de las dos partes. Puede haber soluciones sencillas para problemas complejos.
- ¿Por ejemplo?
- Jerusalén por ejemplo. Veo dos ciudades: la religiosa y la municipal. La religiosa es la Ciudad Vieja y eso es Jerusalén, para todos. Podemos hacer un status quo especial para esa zona, sea internacional o algo que permita acceso a judíos, musulmanes y cristianos, sin limitación, a los lugares sagrados, con la soberanía en manos de Dios. La parte administrativa puede arreglarse. Lo municipal puede dividirse entre una ciudad israelí y una palestina. De hecho, también hoy está dividida sicológicamente, aunque no haya fronteras que la separen. Por más que se hable de una Jerusalén unificada sabemos que en la práctica no lo está. Quizás deba quedar así, dos ciudades funcionando cada una de su lado, pero sin fronteras físicas, como ahora.
- Hay dos temas concretos que causan preocupación en Israel y que me parece que están muy relacionados al tipo de reacción que ha tenido Israel, independientemente del hecho que el gobierno hoy en el poder es un gobierno conservador con su propia ideología. Un tema es la Franja de Gaza gobernada por Hamás - y sabemos que el tema del acuerdo de reconciliación palestina no es exactamente un paso para que Hamás se sume a una política de paz de la ANP. Y el otro es algo que el propio presidente, Mahmud Abbás, ha vuelto a confirmar hace pocos días: la negativa terminante a reconocer a Israel como Estado judío. ¿Cómo ve usted estos puntos?
- Creo que se puede lidiar con el tema de Hamás promoviendo un mensaje de moderación y trabajando por una opción negociadora.
- Falta que Hamás escuche...
- Cuanto más se avance en negociaciones, menos poder tendrá Hamás, menos fuerte será el radicalismo en la sociedad. Esa es una forma de tratarlo. En cuanto al tema del Estado judío, le cuento que cuando hablé en la Conferencia del presidente Peres a la que fui invitado hace pocos meses, dije que los palestinos agradecemos a Israel que nos haya dado el honor, de todas las naciones del mundo, de ser aquellos a los que se pide reconocer a Israel como Estado judío, agregado que si no lo hacemos, Israel se siente inseguro.
- Usted me comenta esto ahora con sarcasmo, pero sabe a qué me refiero y por qué Israel habla de preocupación cuando oye la posición palestina sobre el tema.
- Mire, yo creo que se podía llegar a un acuerdo: que nosotros reconozcamos a Israel como Estado judío y que Israel reconozca ahora en la ONU a Palestina como Estado. Pero además, creo que el tema del Estado judío está de hecho incluido en la iniciativa palestina en la ONU, ya que toma como base la resolución 181 de 1947, que hablaba de la construcción de un Estado judío y otro árabe.
- No se concretó, como usted sabe, por la oposición árabe...
- Teníamos un mal liderazgo, tanto los árabes en general como el lado palestino mismo. Pero en la práctica, también los israelíes lo rechazaron; sólo que comprendieron la sicología de los árabes. Dijeron que era muy poco y por eso se oponían.
- No, discúlpeme, claro que pensaban que era poco, pero formalmente, aceptaron abiertamente la propuesta porque comprendieron que la alternativa era quedarse sin nada. Si les gustaba o no, es otra cosa. Aceptarla, la aceptaron. Los judíos dieron el "sí" a aquella partición.
- Formalmente, porque esperaban que los árabes la rechazarían. Si los árabes la hubieran aceptado, habrían dicho que no.
- Lo que se pensaba y se sentía no tiene hoy relevancia alguna y nadie lo sabe. Lo que cuenta es que los judíos abrazaron aquella recomendación y los árabes se lanzaron a la guerra. Por eso no se cumplió la resolución 181.
- Está bien. Pero volviendo al tema del Estado judío, creo que Abbás tiene razón al explicar que según el derecho internacional, uno no reconoce la naturaleza de un Estado, sino al estado en sí.
- Es cierto, pero el problema es que este tema va de la mano del "derecho del retorno" de los refugiados a lo que es el territorio soberano de Israel. Y el liderazgo palestino lo apoya; es parte de su discurso; y ese es un serio problema a ojos de Israel. Recuerdo que años atrás el entonces presidente norteamericano, Bill Clinton, dijo que no inspira confianza el hecho que los palestinos quieran construir su Estado pero en lugar de llamar a su pueblo a instalarse en él, quieran que vayan a Israel. Yo sé que usted, en Wasatía, dice que los refugiados deben seguir adelante y dejar el tema ya del retorno.
- Nosotros decimos que el derecho es sagrado pero que el retorno es negociable. Creo que los palestinos debemos mirar hacia el futuro. Pero no olvide que los palestinos consideran que el tema puede ser negociado, que no quieren renunciar a eso sin que Israel dé algo a cambio. No es que creen que millones de personas van a ir a Tel Aviv o Haifa.
- ¿Usted cree que la élite, gente como usted, el liderazgo, los intelectuales, comprenden que Israel no podrá volver a las líneas del 67?
- Creo que sí y que se comprende que se negociará unos cambios. O sea, como dijo Obama, líneas del 67 con cambios. Las cosas cambian, y no estamos en los 60.
- El tema no es sólo los asentamientos con los que habrá que lidiar, sino que Israel, con una retirada total, queda, en zonas como Natania por ejemplo, con 15 kms de ancho. No se considera que sea posible defender una frontera así.
- Entiendo. Realmente espero que en cierto tiempo, todo esto sea como Berlín; que se vea un símbolo de separación y conflicto como algo histórico y de atracción turística, que logremos sobreponernos a todo. Quiero que sean memorias del pasado, no obstáculos para el futuro. Tenemos que avanzar, no podemos quedar estancados.
- ¿Realmente ve usted la paz llegando a esta zona?
- Sí. Creo que la paz llegará antes de lo que pensamos. En definitiva, somos racionales. Mirémonos, usted y yo. ¿Qué queremos? Vivir en paz y seguridad. Que nuestros hijos vayan a la escuela en paz; queremos un buen trabajo para poder mantenernos; queremos comida en la mesa; queremos vivir con normalidad; viajar y disfrutar la vida; no conflictos y preocupaciones. ¿Por qué la gente en Siria está luchando y en Libia están muriendo? Porque quieren un mejor futuro. Quieren libertad y democracia. Miran a Europa y Estados Unidos y ven que la gente vive de otra forma, que pueden preocuparse por la educación de sus hijos y las buenas oportunidades para la vida. Como israelí, esto es lo que usted quiere, y como palestino, esto es también lo que yo quiero. Yo sé que anhelamos lo mismo. Por eso creo que toda esta sicología del temor desaparecerá. Sé que los radicales quieren que creamos que la paz es imposible, que la única opción es o ustedes o nosotros. Pero estoy seguro que la opción posible no es "o", sino "y", ustedes y nosotros, en paz. De lo contrario, sería inmoral.
Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay