Es casi imposible hablar con Jelin estos días sin interrupciones. Cuando llegó de Buenos Aires a Israel en 1976, ya conocía la problemática de la zona. Pocos años antes había estallado la Guerra de Yom Kipur y no había sido la primera. Pero probablemente en aquel momento no pensaba que muchos años después, en su calidad de alcalde regional, tendría la responsabilidad de velar por 11.000 habitantes de laregón en tiempos de paz y de misiles.
Ahora, cada varias palabras, suena su celular conectado al sistema regional de alarmas que indica que un cohete fue disparado de la Franja de Gaza y está en camino a alguno de los poblados de Eshkol. Quizás hacia su propia casa.
- ¿Cómo describirías el ambiente en la zona en la que vives, al haber habido una nueva escalada de violencia?
- Muy parecido al de "Plomo fundido" y a lo que pasamos acá en marzo último, antes de Pesaj, cuando 170 misiles explotaron en nuestra región. Por suerte las casas tienen todas 40 centímetros de grosor, de cemento, y eso ayuda. En todas las casas situadas a hasta 4.5 kms de la frontera, hay protección. En total son unos 11 kibutzim y moshavim. Cerca de Gaza en total son 26 localidades. El problema es lo que están más allá de eso.
- Se vive a los saltos entre épocas de calma y nuevos estallidos ¿no es así?
- Cuando pasa esto, se vive todo el tiempo una situación de guerra. Los que pagan el precio son los niños, los ancianos, gente que no entiende que el terrorismo no tiene dirección, ni ojos ni nada. Ya lo vimos ahora en Ashdod, donde hubo tres heridos palestinos. El mundo no entiende que nosotros queremos la paz más que todos, porque sabemos lo que son las guerras.
Así estamos viviendo hace diez años. Las guerras no se estudian en la universidad sino en la vida. Hay tres meses de silencio, que fueron impresionantes. Escuchábamos los pajaritos de mañana y parecía mentira; lo valorábamos mucho porque lo que estábamos acostumbrados a oír eran las alarmas antes de los cohetes. Y al fin de cuentas, vivimos para nuestros chicos. Tengo una hija de 10 años que nació en "color rojo", la alarma. No conoce otra cosa. ¿Qué futuro va a tener?
- Jaim ¿qué dice ahora la gente, por ejemplo en tu kibutz, Beerí, y en otras localidades de la zona?
- Lo que dice la gente es que no entiende al mundo. No importa quién es hoy el primer ministro en nuestro país sino que mataron a ocho personas inocentes que fueron a Eilat de vacaciones. No volvieron, dejaron familias enteras. ¿Por qué? ¿Dónde está el mundo? Nadie hizo nada y en la ONU ni siquiera dijeron nada porque Líbano lo impidió. La gente no entiende por qué nos matan y el mundo no cree que podemos ir a defendernos. Que una vez vengan acá a vivir. Que vengan todos los que quieran, de izquierda, de derecha, que vengan a vivir acá y vean cómo es criar chicos entre los estallidos de los cohetes.
Yo quiero ver qué harían esas personas si sus hijos vivieran en esa situación. Que sepan lo que pasamos.
- ¿Te parece que algo puede cambiar a raíz de la iniciativa unilateral palestina para el mes que viene en la ONU?
- Todo lo que uno lo hace solo y no con el otro lado, no sale bien. Israel hizo la desconexión de Gaza unilateralmente, sin un papel o un acuerdo que determinara que cuando iban a tener todo el gobierno ellos en Gaza, no iban a tirar ni una bala. Ahora, los palestinos van a realizar algo ellos solos por la independencia de su país. ¿Qué van a hacer ellos con esa independencia? ¿Otra guerra? Lo que hay que intentar es hablar. Años se intentó y hay que seguir intentando. Es la única forma. Israel siempre hablando hizo la paz. El que quiere paz, sabemos hablar. El que quiere pelear, sabemos luchar.
- ¿Puedes vislumbrar un futuro diferente en el horizonte, algún cambio radical?
- El himno de Israel se llama "Hatikva", la Esperanza. Hay que tratar de entender que vivimos acá cada día de guerra pensando que mañana quizás nuestros hijos podrán vivir en paz. La esperanza no se pierde nunca. En las guerras seguirá muriendo gente. En el otro lado tendrán que entender que deberán vivir de agricultura, igual que nosotros, que crezcan naranjos, que crezcan melones y papas; pero que no crezcan misiles porque eso no es vida sino muerte. Van a vivir muertos del otro lado y nosotros no vamos a tener futuro.
Si mañana se lanzan misiles de Chile a Argentina ¿acaso Argentina va a seguir tomando mate? ¿Qué significa eso que te matan gente de tu población, civiles inocentes desarmados en camino a vacaciones, y no vuelven, o mejor dicho vuelven en posición horizontal adentro de un cajón? No se puede seguir así. Si quieren la paz, podemos. Pero los gobiernos deben hacer la paz. Los pueblos no firman contratos. Aquí tanto derecha como izquierda han buscado la paz. Todos quieren lo mismo, el futuro de sus hijos.
Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay