Pilar Rahola, una de las principales voces hispanoparlantes sobre Oriente Medio hace un balance de uno de los mayúsculos conflictos del año: el que enfrentó a Israel con Hamás.
- ¿Qué se puede esperar ahora?
- Nunca sé si las treguas en Gaza, cuando las ofrece Hamás, son para preparar la paz o para preparar la guerra. Me temo mucho que no es una tregua en el sentido occidental de prepararse para la negociación, sino para ganar tiempo, con la voluntad de armarse mejor, organizarse mejor y combatir mejor.
- ¿Para qué? ¿Para atacar a Israel?
- Para destruir a Israel. De hecho, después de la proclamación en la ONU del estatus de Palestina como Estado observador, Khaled Mashal, dirigente de Hamás que volvió a Gaza después de muchos años, lo primero que dijo es que dedicarían la última gota de sangre a destruir Israel. Mahmud Abbás, de Al Fatah, que tiene una posición muy distinta, tampoco ha reconocido a Israel. Estamos muy lejos de que el pueblo palestino tenga dirigentes y organizaciones maduras para establecer puentes de diálogo democrático. Aún están en la retórica bélica. Hasta que no haya una voluntad de reconocimiento mutuo, el diálogo es imposible.
- Esa retórica bélica también está presente del lado de Israel, identificando a Hamás como enemigo...
- Es que Hamás es el enemigo. Cuando tienes del otro lado una organización que no te reconoce como país, que en su estatus dice que su objetivo fundamental - además de construir una república islámica - es destruir a Israel, y que además, cada vez que hay una tregua o paz, manda centenares de misiles, es evidente que no estás ante un interlocutor válido. Por supuesto que en Israel también puede haber elementos radicales. Pero los israelíes quieren vivir en paz y tener una situación estable. Pero esa no es la tónica mayoritaria de los países que rodean a Israel, y desde luego no lo es la de Palestina.
- Dice que Israel quiere la paz. Sin embargo, al día siguiente de la tregua mataron a un palestino. Ese y otros gestos, ¿no van contra la paz?
- Absolutamente, el gobierno israelí puede equivocarse muchas veces y el ejército puede cometer actos que no son defendibles. Pero también es cierto que se está frente a un altísimo voltaje bélico: estamos hablando de vivir bajo una lluvia permanente de misiles, tienes 15 segundos cada día cuando suena la alarma para esconderte - eso significa que si tienes un hijo en el patio a lo mejor no lo puedes recoger - y en algunas zonas hay tres misiles diarios. Pero hay una enorme diferencia entre lo que sucede y criminalizar a Israel, un país que quiere sobrevivir, mientras que Palestina solamente quiere destruir al enemigo: no es lo mismo querer vivir que querer matar.
- ¿Cómo se interpreta el anuncio de Netanyahu de que habría más asentamientos en Cisjordania?
- No estoy de acuerdo. Puedo entender la dinámica interior porque Israel tiene la convicción - creo que bastante aceptada en la realidad - de que el otro interlocutor es muy desleal: aún no hay voluntad de negociación en los interlocutores palestinos, porque viven mejor en la confrontación que en el diálogo. Esto pasó con Arafat, ha pasado en parte con Abbás y pasa con Hamás. Pero a pesar de todo, Los asentamientos no ayudan a tranquilizar los ánimos. Creo que eso tiene más que ver con la clave electoral interna.
- ¿Los que viven en Gaza en cierta medida son prisioneros de Hamás?
- Es cierto que los palestinos han tenido muy mala suerte con sus líderes. Arafat fue absolutamente perverso, enormemente corrupto y descaradamente violento. Además, perdió las oportunidades para tener la paz. Entiendo que el pueblo palestino, ante la corrupción generalizada de Al Fatah, confiara en el islamismo, que al fin y al cabo no era corrupto, aunque sí fundamentalista. Pero cayeron del fuego a las brasas y les ha ido peor.
- El objetivo de la operación «Pilar Defensivo» eran intervenciones quirúrgicas. ¿Fue exitosa?
- No, una operación militar nunca es exitosa en un polvorín. Y, desde luego, si mueren unos líderes vienen otros, y el tema es muchísimo más complejo. Creo que eso también forma parte de la retórica interior. Pero a pesar de que no comparto todo, entiendo a los israelíes, que no pueden conseguir estabilidad en la zona cuando los del otro lado no lo quieren. Además, Israel no lucha contra los palestinos o contra Hamás: lucha contra una dinámica geopolítica enorme en la cual muchos países de la zona están permanentemente creando una situación bélica. Ningún país en el mundo aguanta esa situación. Israel es un país fuerte en lo militar pero débil en lo demográfico, rodeado permanentemente de millones de personas que quieren su destrucción y con algún país miembro de la ONU que dice que lo va a hacer. Y no hay que olvidar que los judíos ya saben qué es que los quieran exterminar: se toman muy en serio las amenazas, y se acuerdan de cuando lo han intentado. Aunque parezca extraño, el débil es Israel, que tiene poquísimos aliados, es una sociedad frágil y vive en una democracia con sus reglas de juego... y tiene que dedicar más del 25% de su PIB para la defensa y lidiar con la estrategia bélica de un montón de países del exterior.
- Pero tiene el apoyo de EE.UU...
- Ese es un mantra que se repite mucho pero que es equívoco. EE.UU apoya pero también es el primer donante de Palestina. Pero por más que Israel tenga apoyo americano, al final está muy solo. Siempre lo estuvo. A la manipulación y a la mentira se le suman la ignorancia y la lupa que tiene Israel encima.
- ¿Qué se podría prever para el futuro?
- En este tema, Israel no es el conflicto sino una pieza de él y el drama tiene que ver con el reto islámico. Mientras exista un crecimiento exponencial de todo el movimiento islamista en todo el mundo musulmán, y mientras los cambios históricos y sociales para derribar dictaduras sean sustituidos por otras dictaduras peores, no vamos a resolver el tema. Israel no va a tener paz mientras el islam esté atrapado en el discurso radical.
Fuente: El Observador