El afamado escritor israelí David Grossman forma parte de la selecta lista de candidatos al Premio Nobel de Literatura, pero aunque lo halaga ser considerado para este galardón, no le trasnocha la idea de obtenerlo y se concentra más en su trabajo dentro del debate de entendimiento entre israelíes y palestinos.
Filósofo, amante del teatro, ensayista y novelista, Grossman vive a las afueras de Jerusalén donde pasa la mayor parte del año, desde donde escribe, con un desarrollo artístico que lo llevó por la literatura de niños, jóvenes y adultos.
Su labor literaria la compaginó con su fuerte activismo en pro de la paz. En la Segunda Guerra del Líbano, en el verano de 2006, perdió a su hijo Uri, de 20 años, que murió en una operación militar.
«Empecé a escribir la novela 'La vida entera', en mayo de 2003, seis meses antes de que mi hijo Uri se reclutara en el Ejército. Por aquel entonces yo tenía la sensación de que escribiendo, de alguna manera salvaría a mi hijo de la muerte. Cuando él falleció, al acabar la semana de luto, retomé el texto que estaba a punto de terminar. Lo que cambió para mí fue el eco de mis propias palabras resonando en la realidad».
«Fue difícil volver a escribir luego de mi catástrofe familiar, pero al mismo tiempo entendí que esa era la única cosa estable en mi vida, en medio del caos que me rodeaba, porque sentía que este ya no era mi mundo, por lo que la escritura fue mi reencuentro con él».
Grossman asegura que su pérdida es la pérdida que miles de israelíes y millones de personas tuvieron, y más allá del dolor, levantaron la cabeza para continuar con sus vidas.
Hoy en día para Grossman, son pocos los escritores de Israel comprometidos con la realidad que se vive allí del conflicto con los palestinos, aunque admite que no es una obligación el estarlo, si es una necesidad para generar otras reflexiones.
- ¿Cree que el gobierno de Israel escucha a sus escritores e intelectuales?
- No creo. Si lo hiciera la situación sería totalmente diferente. Y sin embargo creo que tenemos una influencia a largo plazo. Es un proceso de educación. Toda sociedad que está atrapada en una situación traumática, se paraliza y empieza creer que no hay opciones. Que están condenados. Ese es el caso de palestinos e israelíes. Ambos sienten que sólo viven para morir en la confrontación.
- Algunos acusan que la posición moderada que usted defiende acabaría con Israel. ¿Qué opina?
- No digo que no debamos ser un Estado fuerte. Necesitamos un Ejército que le permita a Israel seguir existiendo en una región muy peligrosa. Pero la fuerza no puede ser el único idioma para tratar con nuestros vecinos. Nuestra posición no es popular porque en Israel la gente es apática y cree que la posibilidad de que ambos pueblos vivamos mejor es una ilusión peligrosa.
- ¿Por qué peligrosa?
- Porque debilita nuestra capacidad de funcionar como luchadores en esta situación. Si alguien sólo tiene contacto con sus miedos y su motivación es la desesperación, no podrá ser un buen luchador. No está en contacto con la realidad sino simplemente con la proyección de sus pesadillas. No conoce su enemigo. Sólo hay prejuicios. Esa es la realidad en Israel y Palestina hoy día.
La mejor garantía para un futuro para ambos pueblos es la paz. Tenemos que poder vivir con aspiraciones mucho mayores que las de la simple supervivencia. Quiero todas las capas de una vida plena.
- Cuando su hijo Uri murió en Líbano usted dijo que su dolor era más grande que su odio y exhortó a encontrar una solución. ¿Qué se debe hacer para reconciliar?
- Viví 59 años en este conflicto. La reconciliación, desafortunadamente, necesita primero una solución política. Sólo entonces habrá tiempo para que otras emociones como el perdón emerjan a la superficie.
- Todos estos son temas muy serios, y si se quiere, muy adultos. Hablemos de los libros que escribió para niños...
- Me encanta escribir para ellos. Sé cuán asustados pueden estar los niños en las noches, el miedo a la oscuridad y a las formas que emergen de las sombras. Sé cómo la manga de una camisa en un silla de brazo se puede convertir en la trompa de un elefante, y cosas parecidas. Las voces de la familia en la cocina mientras ellos están solos en su cama. Quiero que mis historias sean como un beso en la mejilla antes de partir a su travesía por la noche.
- ¿Qué tan difícil es pasar de escribir sobre temas tan duros y serios a hablarle a los niños antes de ir a la cama?
- En realidad es un alivio, aunque tampoco pretendo idealizar la niñez. Me encanta moverme entre muchos géneros y también muchas edades. También escribí varios libros para adolescentes. Fui adolescente y me parece que es una etapa de la vida de muchas inseguridades pero también donde ocurren muchas revoluciones. Es como transitar por un túnel que te lleva de ser una persona a transformarte en otra. Es la edad en la que tu cuerpo y tu vida cambian.
Foto: Gentileza Andrea Daskal