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«La única salida es dialogar»

Daniel Barenboim Nacido en Buenos Aires en 1942, de padres judíos de origen ruso, Daniel Barenboim es un artista y un intelectual comprometido. Tiene ciudadanía argentina, española, israelí y palestina. Es pianista y director de la Orquesta Filarmónica de Berlín.

Obtuvo un sinfín de premios, menciones y reconocimientos. Aun así, considera su famosa West-Eastern Divan Orchestra «lo más importante que hago». De hecho, se trata de un proyecto único de apuesta por la paz, en el que árabes, israelíes y españoles acercan sus culturas bajo la dirección del maestro.

El arte de Barenboim conmueve al espectador, pero su desafío va más allá de la música. Su intención es proponer a Oriente Medio y al mundo un modelo de diálogo y paz.

En un prolongado e-mail de respuestas a mis preguntas, Barenboim admite que en la actualidad la realidad del conflicto israelí-palestino no podría estar más lejos de la que él considera la única solución posible. Está al tanto del polémico acuerdo entre Irán y Argentina, pero no lo suficiente como para opinar, según explica. Y lo mismo vale para otras cuestiones del orden internacional.

Se queja en general de la falta de cultura musical, que considera más grave que la crisis económica: «Cambiar esto es nuestro desafío en este siglo». De Argentina confiesa conservar costumbres cotidianas y una «conexión emocional».

- Usted cumplió 71 años. Parece buen momento para hacer balances. Entre tantos reconocimientos, honores y premios, ¿cuál es el logro que más lo enorgullece?
- Ninguno. El reconocimiento o la fama no debe ser otra cosa que un impulso más para hacer lo que uno considera importante, interesante o divertido. Me da mucha, mucha alegría y satisfacción que lo que llevo haciendo hace tantos años tiene su reconocimiento, sigo asombrado y naturalmente alegre del hecho de que la gente viene a mis conciertos y me quiere escuchar. Esta semana tocaré en Viena, exactamente 60 años después de mi primer concierto allí. Que la gente venga me llena de alegría y de asombro. Lo digo sin falsa modestia. Nuestro mundo tiene cada vez memoria más corta.

- Cuando fundó la West-Eastern Divan Orchestra, detrás había una idea de diálogo, que sin embargo, frente a los últimos acontecimientos, parece hoy más alejada que nunca de la realidad...
- Es la realidad la que está alejada de la única idea que puede salvar la situación. No es que nosotros tenemos una idea loca y nadie nos sigue. Todo lo otro se probó y falló. Las guerras fallaron y las negociaciones fallaron, porque no hay diálogo. Lo digo sin arrogancia, pero considero que el conflicto israelí-palestino no se resuelve porque no es visto como lo que es. No es un conflicto como los hubo cientos en la historia, entre dos naciones, en torno a fronteras, agua o petróleo. Éstas no son dos naciones; esto es un territorio pequeño sobre el cual dos pueblos están profundamente convencidos de tener el derecho a vivir. Hay que llegar al punto en el que ambos acepten sinceramente el derecho del otro a tener los mismos derechos para poder decidir si se quiere vivir juntos o en dos Estados, pero no espalda contra espalda. No llegamos a este punto. Se están haciendo reuniones y tratativas para ver cómo se hacen las negociaciones. Son negociaciones sobre el principio de las negociaciones. Esto no es un diálogo.

- La Autoridad Palestina recibió el reconocimiento de la ONU como Estado observador no miembro. ¿Tiene sentido esa resolución?
- La causa palestina es una causa justa. Palestina es un territorio. Palestinos, cristianos, musulmanes y judíos estuvieron allí cientos de años. Durante la Primera Guerra Mundial el porcentaje de judíos que vivía en Palestina era del 15%; después de la Declaración Balfour, en 1917, que hablaba de un hogar para el pueblo judío, empezó la gran inmigración judía. Llegó gente de Europa central, Europa del este, de Argentina, de Estados Unidos, de todo el mundo, y querían vivir ahí. Fueron correctos, compraron la tierra. Pero poco a poco los que vivían ahí y estaban hace diez siglos - conocí a varios; entre ellos hay personas que pueden reconstruir la historia de su familia hasta el siglo XI - se dieron cuenta de que esa gente quería deshacerse de ellos. El relato judío también es justo histórica y filosóficamente. La única falla es que ese territorio no estaba vacío. Todo lo que sucedió después, Hitler y la Shoá, horrible como fue, no tiene que ver con la cuña del conflicto israelí-palestino. Hay que decir claramente que el hecho de que los palestinos, o muchos de ellos, no acepten el Estado de Israel o la presencia de los judíos en Palestina no tiene nada que ver con el antisemitismo europeo. Y es que el mundo tiene muy mala conciencia por todo lo que sucedió durante el período nazi.

- La idea que subyace en su Divan Orchestra parece sugerir la solución de un Estado único...
- La idea de Divan no es una idea política. Más allá del concepto musical, la idea es conocer al otro y aceptar la lógica del relato del otro, sobre todo si no se está de acuerdo con él.

- ¿Tiene usted una opción que considera más realista entre la de un sólo Estado o la de dos Estados separados?
- Creo que no llegamos a ese punto. Lo único que sé es que o se encuentra una solución o nos vamos a matar todos. El hecho es que los palestinos están muy desilusionados con muchas cosas que son inaceptables. Los asentamientos son inaceptables. Son una declaración de la parte israelí, no de que se odia a los palestinos, sino, mucho peor, de que se los ignora, como si no estuvieran allí. Estamos en contra de todo eso. El gran miedo que tengo es que se esté llegando al punto - y quizás ya se llegó - en que una solución de dos Estados ya no sea factible, porque se construyó en todas partes. ¿Cómo van a hacer para separarlas? Hay que reconocer el hecho de que el pueblo palestino tiene derecho a un Estado continuo, no organizado en pequeños cantones. Por otro lado, la solución de un Estado único es muy peligrosa, porque el odio creció tanto y nadie va a querer eso tampoco.

- ¿Cómo cambió su visión del conflicto tras la experiencia de la Divan Orchestra? Dicho de otra manera, ¿qué aprendió?
- La lección más importante es la humana, la de la dificultad. Siempre supe que en la vida hay situaciones donde es difícil ser honesto. Situaciones complejas donde hay un conflicto moral y de intereses para el presente y para el futuro. Divan demuestra que eso es aún más difícil cuando se trata del pasado. A primera vista, uno se pregunta dónde está la dificultad de reconocer errores que el propio gobierno haya cometido hace 50 o 60 años. Pero eso pone en peligro el presente, sin hablar del futuro. Tener que reconocer cosas que sucedieron en el pasado quita legitimidad a muchas cosas del presente y el futuro. Esta es para mí la gran lección.
 
- ¿Cómo ve los desafíos que enfrenta Oriente Medio a corto plazo tras la «primavera árabe» y después de las elecciones en Israel?
- Llega un momento en el que no se puede seguir más a la derecha. La izquierda israelí prácticamente no existe hace bastante tiempo. Gran parte del centro se corrió a la derecha. A la vez, la Autoridad Palestina no goza de mucha confianza. En el ámbito político, lamentablemente, sin un apoyo internacional no se va a resolver nada, porque en la mayoría de los casos ambas partes toman decisiones unilaterales. Cada vez que hubo una oportunidad, ésta se perdió. El ex canciller israelí, Abba Eban, decía que «los palestinos nunca pierden la oportunidad de perder la oportunidad», pero esto también es cierto para los israelíes. A corto plazo, la esperanza de Israel es que todavía Estados Unidos pueden apoyar ciegamente una política israelí que está yendo cada vez más contra los intereses norteamericanos. No podemos saber cuánto tiempo va a durar. Pero a largo plazo sabemos que la hegemonía norteamericana está descendiendo rápidamente. No hay un lobby judío ni en Pekín, ni en Nueva Delhi, ni en Brasilia, que son los países que más se están desarrollando. ¿Quién va a defender los intereses de Israel? La mala conciencia europea no es suficientemente fuerte y se debilita con los años. El drama humano de la política en Oriente Medio es que ambas partes creen que el tiempo juega a su favor.

- Siguiendo su argumentación, ¿sería entonces más probable un ataque de Israel contra Irán a corto plazo?
- No conozco suficientemente los detalles como para expresar una opinión sobre ese asunto.

- Usted superó tabúes vinculados a la relación entre Alemania y el pueblo judío. Por ejemplo, al tocar Wagner en Israel...
- No lo superé, el tabú sigue ahí, igual que antes.

- Pero sí lo superó por lo menos a nivel personal...
- Es una leyenda. No fue un acto de valor. El Festival de Israel me lo pidió y el concierto estaba todo vendido. Estaban Plácido Domingo y René Pape, y el gobierno le dijo al Festival que tenía que cambiar el programa o le iban a cortar las subvenciones. En ese momento podría haber cancelado el viaje de la Filarmónica de Berlín. Tocar Wagner en Israel era algo que me había encantado que me pidieran. Pero lo hicimos igual, tocamos otro programa y luego dije a la misma persona que me había invitado que teníamos la música y quizás al día siguiente podríamos tocarla. Me dijo que no quería tener nada que ver con ello.

- Hay muchos judíos que no vivirían en Alemania; sin embargo, usted vive en Berlín, que es a la vez símbolo del horror y del intento de superación de los dramas del siglo pasado...
- Hay que reconocer que el autoenfrentamiento de los alemanes con su historia es ejemplar. Los japoneses nunca lo hicieron; los italianos, los austriácos, gran parte de los franceses y los turcos tampoco. Pero nadie, ningún político, ningún individuo y ningún gobierno tiene el derecho de distribuir culpas colectivas. Es inhumano decir «no voy a Alemania porque los alemanes hicieron esto».

- ¿Qué relación mantiene con Argentina?
- Emocional. Mis padres nacieron en Argentina, yo crecí en un hogar judío argentino. Cuando llegamos a Israel, en 1952, mi padre tenía 40 años y yo 10, pero seguimos viviendo en Israel en un hogar judío argentino: la comida, la ensalada con aceite y limón y no con vinagre, muchas cosas seguían siendo como en Argentina. Me toca mucho. Me encanta volver a Argentina. Estamos planeando volver con la Divan Orchestra en 2014, y espero que se pueda realizar.

- Una vez dijo que un pasado y un presente violentos llevan a un futuro violento. ¿Aún lo cree?
- Hay que saber cómo se llegó a donde uno está. Es muy ingenuo creer que hubo cosas que sucedieron en el pasado, y aun así se puedan olvidar y seguir adelante. Para el futuro no se puede ignorar el pasado. Es muy importante tener un conocimiento profundo de todo aquello que vino antes. En la vida privada es igual. En la Divan Orchestra, por ejemplo, el aspecto más entimulante fue que la experiencia cambió positivamente la vida de muchos músicos y por eso voy a seguir y considero que es lo más importante que hago. Cambió la vida de todos en el sentido de que ya no creen más en la política de sus respectivos países. Cualquier palestino que se encuentra por primera vez con israelíes, conoce a alguien que antes en su casa era considerado poco menos que un monstruo, y se da cuenta de que no lo es. Al reconocer el derecho del otro, uno comienza a hacerse preguntas sobre su propia existencia. Personalmente, más que haber aprendido algo para el futuro, aprendí algo muy importante sobre el pasado y la influencia activa que éste tiene sobre el presente.

Fotos: Gentileza Daniel Barenboim
West-Eastern Divan Orchestra