La guerra civil en Siria es un asunto interno de dicho país, pero atañe a no pocos factores extranjeros interesados de una u otra manera en lo que allí ocurre. De por medio, hay presiones, amenazas y advertencias de los actores en este complejo escenario.
El rol de Rusia en el conflicto es tajante. No interviene por cierto en los combates, pero su incidencia en los mismos puede llegar a ser clave.
Pedimos analizar el tema con la ayuda de Shlomó Brom, ex alto oficial de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y uno de los más destacados expertos en estrategia y seguridad regional del Centro de Investigaciones de Seguridad Nacional de Tel Aviv (INSS por sus siglas en inglés).
- ¿Cuál es su interpretación del comportamiento de Rusia en el tema sirio? ¿Está siguiendo la misma línea de siempre para preservar sus intereses en la zona?
- Exactamente. Tiene una línea constante. Quiere impedir una intervención occidental en la guerra civil en Siria y para ello utiliza las herramientas que tiene a su disposición. Una de ellas es el hecho que es miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, con lo cual usa su veto para evitar que se tomen allí decisiones mediante las cuales haya un mandato de hacer algo en Siria. Pero también quiere imposibilitar que haya acciones unilaterales de Estados Unidos o de la Unión Europea, y para ello últimamente está utilizando la presión de los misiles antiaéreos S 300, amenazando que los suministrará a Siria si otros intervienen en ese país. Se trata de una política fija, constante, desde que comenzó la guerra civil en Siria.
- Desde un punto de vista ruso ¿cree usted que realmente esa política puede servir a sus intereses o existe la posibilidad de que, por el contrario, justamente la entrega de los S 300 a Siria aliente a Occidente a tomar medidas drásticas y a intervenir?
- Ante todo, aún no entregaron estos sistemas. Por ahora lo usan sólo como palanca. Es como la disuasión: tiene éxito si no pasa nada. Si a raíz de las amenazas rusas Occidente continúa actuando como ahora, o sea sin hacer casi nada, entonces no necesitarán realmente entregar esas armas y entonces no habrá problemas. Pero si los suministran, claro que Rusia estaría corriendo un riesgo, ya que alguien a quien ese sistema de misiles molesta, puede decidir atacarlo y destruirlo, sea Israel o cualquier otro Estado en Occidente. Eso sería un golpe al prestigio de las armas rusas; y ellos quieren preservar la imagen de sus armas además de ganar por su exportación. De todos modos, por ahora el riesgo que están corriendo vale la pena, ya que de acuerdo a su visión de la situación en Oriente Medio, Siria es el último enclave que les queda en el mundo árabe. No lo quieren perder.
- Y ese enclave les sirve únicamente si Assad está en el poder?
- El tema no es Assad personalmente sino el régimen. A los rusos no les importa tanto si, por ejemplo, en la conferencia que tendrá lugar en junio en Ginebra, se llega a una decisión de echar a andar un proceso cuyo punto final será la salida de Assad , si se mantiene el régimen. Otra consideración que Rusia toma en cuenta es su gran temor por eI islam sunita extremista, ya que tiene su propio problema en casa, con los chechenos y las otras repúblicas musulmanas que son parte de Rusia. O sea que temen la alternativa; no les preocupa sólo perder su enclave en Oriente Medio; temen que Siria se convierta en otro nido de grupos islámicos radicales. Desde su punto de vista, lo que hacen es muy lógico.
- ¿Qué ventajas les da el enclave en Siria? No es sólo prestigio e influencia directa a través del puerto de Tartus...
- Es un enclave importantísimo. Les da una base en el puerto de Tartus, que es uno de los dos principales de Siria. Allí pueden anclar los buques rusos. Además, ese sitio tendrá gran importancia si continúa desarrollándose el tema del gas en el Mediterráneo. Es que cabe suponer que también en el mar frente a Siria puede que se descubran yacimientos de gas. O sea que para ellos su presencia en Siria es un bien estratégico.
- ¿En qué situación coloca esa política de Rusia a Israel, que por un lado seguramente no quiere enfrentarse frontalmente a Rusia pero por otro sostiene que no puede permitirse vivir en una situación en la que los S 300 estén en territorio sirio?
- Reitero que hay que ver todavía si realmente se concreta la amenaza. Si sólo amenazando logran su objetivo, entonces no pasa nada. Así están jugando con el tema de los S 300 hace como cuatro años, que no es poco tiempo.
- ¿Usted concibe que Israel ataque una batería rusa de misiles?
- La pregunta es qué significa una batería rusa. Si Rusia abastece a Siria con esas armas y la batería está manejada por equipos sirios, no es una batería rusa. Si deciden hacer lo que hicieron luego de la guerra en Líbano en 1982, cuando suministraron baterías de misiles manejadas por equipos rusos, es otra cosa. Me cuesta creer que la Rusia de hoy se comporte como la Unión Soviética de entonces y mande a sus soldados a combatir en Siria.
- Para Israel, armas antiaéreas de ese tipo en manos del régimen sirio ¿es una línea roja?
- Eso es cuestión de decisión; depende de cómo se define línea roja. Creo que no hay que ver con demasiado dramatismo sistemas de tales o cuales armas. No hay sistemas de armas con los que no se pueda lidiar. Claro está que si esos sistemas llegan a Siria, ello nos causará problemas y creará una situación en la que la defensa antiaérea siria será más efectiva, lo cual nos obligará a dedicar más recursos y esfuerzos para sobreponernos a ella. Pero no es que hasta ahora podíamos atacar en Siria y cuando tengan eso ya no podremos. No funciona así.
Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay