En la segunda parte de la entrevista, Danny Yatom, ex jefe del Mossad israelí, no descarta que con el nuevo presidente de Irán, Hassan Rohani, haya un cambio, pero recuerda que no es él quien decide sino el líder supremo Alí Jamenai.
Yatom analiza la situación en el mundo árabe, las chances de acuerdo con los palestinos y la época «más interesante» de su vida, junto a Itzjak Rabín.
La inestabilidad de la mal llamada «primavera árabe»
- Faltando poco para que se cumplan tres años de los eventos en distintas partes del mundo árabe por los cuales se habló de «primavera árabe» - las comillas son muy importantes - ¿cómo evalúa usted este proceso, que en Israel fue visto de entrada con gran escepticismo?
- Claro está que «primavera» no es, no en el sentido de algo que trae florecimiento, algo agradable. En todos aquellos sitios por los cuales pasó este huracán de las rebeliones e insurgencias, la situación se tornó mucho más difícil que antes todavía. Y no hablo solamente de Siria donde la «primavera» trajo la terrible guerra civil que hoy vemos.
Veamos lo que pasó en Egipto. Primero, el golpe derribó a Mubarak. Ya en ese momento se vio la debilidad de los norteamericanos que no le dieron su respaldo a Mubarak que era una de las columnas vertebrales de la política estadounidense en la región y uno de sus aliados más significativos en Oriente Medio. Luego los norteamericanos apoyaron a los Hermanos Musulmanes aunque tienen una agenda que difiere en 180 grados de la norteamericana. En su ingenuidad, los apoyaron solamente porque subieron al poder a través de elecciones democráticas.
- Y aunque sabemos que elecciones democráticas no significa democracia real en ejercicio… Democracia es mucho más que ir a las urnas…
- Exactamente. Votar es sólo la primera etapa. Mohamed Mursi, aunque fue electo en forma democrática, tuvo una gestión claramente no democrática. No se ocupó del pueblo egipcio sino de su sector. Fortaleció su posición como presidente, socavó la autoridad del Poder Judicial, minimizó todo lo que pudo la fuerza del Ejército y nombró en puestos claves a miembros de los Hermanos Musulmanes. No lo guiaba el interés de Egipto sino el de los Hermanos Musulmanes. Eso fue lo que llevó a un segundo golpe, en el que el Ejército ya desempeñó un rol activo, no pasivo; o sea tomando posición a favor de un lado, junto a aquellos que pedían la caída de Mursi.
Creo que los norteamericanos se equivocaron ya que si los Hermanos Musulmanes hubieran permanecido en el poder, Egipto se habría convertido en un país cada vez más islamista. El ascenso de los Hermanos Musulmanes inspiró y dio gran esperanza y fuerza a numerosos elementos islamistas que se oponen a Estados Unidos en diferentes partes del mundo. Creo que hay que decir que afortunadamente el Ejército egipcio intervino, tomó las riendas y dirige la situación detrás de las bambalinas. Hay que ver aún qué sucede ya que la lucha entre el Ejército y los Hermanos Musulmanes en Egipto aún no ha terminado. Se trata de dos cuerpos sumamente fuertes con agendas totalmente opuestas. El tiempo dirá.
- Una pregunta muy general. Si le pido una visión regional ¿hacia dónde cree usted que va Oriente Medio?
- Creo que ante todo, sigue en camino a más inestabilidad. También en Jordania hay indicios de insatisfacción, con manifestaciones en las que participan no solamente palestinos sino también lo que es considerado la columna vertebral del Gobierno, o sea los beduinos, de los que viene la Casa Real Hachemita y el propio Rey Abdullah.
Hacia el norte, bien sabemos que hace mucho Líbano no es un Estado propiamente dicho que funciona como tal y que el país tiene gran inestabilidad. Para Israel, no es bueno que haya inestabilidad ya que esto también puede significar pérdida de control de sus territorios y eso puede derivar en lanzamiento de atentados terroristas como vemos desde el Sinaí en Egipto.
La amenaza de Irán
- ¿Qué significa todo esto para Israel?
- Hoy creo que debemos estar prontos para lidiar con grandes desafíos de seguridad. El primero, el principal sin duda, es garantizar que Irán no tenga la bomba atómica. A mi modo de ver esto constituiría una amenaza existencial para Israel. No le creo a los iraníes que alegan que no buscan tener poderío nuclear para tener la bomba atómica. Hay suficientes pruebas de que su intención es militar. Ellos no necesitan un reactor nuclear para investigación, tampoco para energía. Su objetivo es llegar a la bomba.
- Esta sería la única amenaza existencial sobre Israel ¿no es así?
- Sí, la única amenaza existencial. Y cuando lleguen a la bomba ¿quién asegura que no amenazarán con tirarla contra Israel? ¿Quién asegura que no la tirarán? Algunos dicen que los iraníes no son tan tontos como para hacerlo, como para suicidarse, que saben lo que dice la prensa que Israel también tiene armas estratégicas. Pero así no se construye defensa alguna, confiando en lo que ellos comprenden o dejar de comprender. Nosotros debemos ser conscientes de las capacidades destructivas que tendrá Irán en sus manos cuando llegue a la bomba atómica. Eso puede destruir a Israel o asestarle un golpe tal que nos lleve decenas de años salir debajo de los escombros y volver a ser un país en funcionamiento. O sea que no tenemos que permitir que esa sea siquiera una posibilidad.
Hay diferencia entre correr riesgos calculados y apostar a algo que linda con lo demente. Si uno corre un riesgo calculado, en caso que la cosa no salga como uno quiere, tiene una solución para el resultado riesgoso. Durante muchos años hemos corrido riesgos en las guerras convencionales, partiendo de la base que en distintas situaciones, sabremos resolver los problemas. Pero si permitimos que Irán tenga armas nucleares, estaremos haciendo una apuesta alocada. Si suponemos que Irán no nos tiraría una bomba atómica y nos equivocamos, pues ya no tendremos solución. Lo único que podremos hacer es contar 200.000 muertos y responder de acuerdo a lo que fuentes extranjeras dicen que podemos. Y si respondemos atacando a Irán ¿acaso con eso resolvemos el problema creado por la bomba que ellos nos hayan tirado primero a nosotros? Eso sería hacer una apuesta ilógica totalmente, salvaje.
- ¿Las opciones son bomba o bombardeo, como dice el general retirado Amós Yadlin,ex jefe del Servicio de Inteligencia militar y hoy Director del Centro de Investigaciones de Seguridad Nacional?
- El bombardeo puede demorar en dos, tres o cuatro años que Irán llegue a la bomba… Puede ser que luego de recibir un golpe - que yo espero que sea a través de Estados Unidos, pero no se puede saber; si no ellos, entonces nosotros - sus dirigentes piensen de nuevo si les vale la pena volver al camino de la bomba atómica. Sea como sea, nosotros debemos garantizar que alrededor de Israel no haya una amenaza a la cual no podamos responder y que suponga una amenaza existencial para Israel.
- O sea... Supongamos que usted vuelve a estar ahora en la cúpula de seguridad, por ejemplo como jefe del Mossad, que fue su último cargo oficial, y se le pide aconsejar en base a riesgos y probabilidades. ¿Qué recomendaría? ¿Diría que hay que bombardear las instalaciones nucleares de Irán?
- Sí; si siguen avanzando claramente hacia la bomba atómica. Los iraníes han escuchado las amenazas en su contra y estas han ejercido cierta influencia sobre ellos. Es por eso que no acumulan más uranio enriquecido de lo que ya tienen a nivel de 20%. Ellos lo enriquecen al 20% y lo derivan a los reactores supuestamente de investigación. Pero una vez que lo convirtieron en combustible nuclear, ya no se puede dar marcha atrás. La próxima etapa es pasar al enriquecimiento de uranio al 90%, que es nivel militar.
- Y que cabe recordar, requiere sólo una corta etapa ya que la mayor parte del trabajo se hace al enriquecer al 20%.
- Así es. Pues los iraníes saben que están controlados, que nosotros los observamos al igual que los norteamericanos y los británicos para saber cuántos kilos de uranio enriquecido al 20% tienen. Se necesita 250 kilos de uranio enriquecido al 20% para tener 25 kilos de uranio enriquecido al 90%, y conseguir la bomba.
- Claro que la bomba no es sólo el uranio sino varios elementos más, pero ellos ya han desarrollado todos...
- Justamente. Por ahora se cuidan. Pero apenas veamos que hacen lo que en inglés se llama el «breakthrough» hacia la bomba, en hebreo la «pritzá», o sea que irrumpen en el camino final hacia la bomba atómica, si Estados Unidos no reacciona, tendremos que hacerlo nosotros.
- ¿Usted cree que todavía hay tiempo, como para dar por ejemplo chance de que las sanciones funcionen?
- Sí, creo que vale la pena dar esa chance. Además fue electo Rohani. Hay que ver qué hace. La verdad es que él no me inspira muchas esperanzas y no creo que su agenda sea muy diferente de la de Ahmadinejad, aunque tenga un estilo totalmente diferente, pero más que nada porque lo que determina es lo que diga el líder supremo Jamenai, no lo que diga el presidente. Rohani habla en otro estilo totalmente diferente, parece tener un carácter más agradable; pero eso no significa nada; lo que cuenta es lo que haga Irán. Y Jamenai no ha cambiado en nada.
- Quizás Rohani sea mucho más inteligente que Ahmadinejad, entendiendo qué efecto causan las palabras sobre Occidente...
- Sin duda.
Israel, mejor que hace 65 años
- Danny, usted ha estado en altos cargos como oficial en las Fuerzas de Defensa de Israel, fue jefe del Mossad, asesoró al primer ministro Itzjak Rabín en calidad de su secretario militar. Hoy que Israel ya tiene 65 años, es un país con altísimo grado de desarrollo y, al mismo tiempo, sigue viviendo con la sensación de que no tiene un día siquiera de calma absoluta. O sea, en la vida interna sí, pero porque siempre hay quien se está encargando de frustrar atentados, de estar alerta, en guardia constante. ¿Cómo evaluaría usted la situación general de Israel? ¿Cree que siempre habrá que luchar?
- Ante todo creo que nuestra situación hoy es muchísimo mejor que hace 65 años, en todos los parámetros. Cuando creamos el Estado de Israel y luchamos en la Guerra de Independencia - no yo sino mi padre, de bendita memoria, y su generación - triunfamos contrariamente a todas las expectativas.
- Y contra toda lógica...
- Así es. Y desde entonces, nos fortalecimos muchísimo en lo militar, lo económico, lo político, lo tecnológico; en todo. Tenemos un Estado. Pero si no nos mantenemos en guardia, nada estará sobreentendido. Creo que realmente nos hemos desarrollado a pasos gigantescos en forma extraordinaria. Tenemos más galardonados con Premios Nobel per cápita que cualquier otro país del mundo, salvo Noruega. Tenemos logros impresionantes a pesar de las condiciones difíciles en las que vivimos.
Las condiciones difíciles a nuestro alrededor seguirán existiendo. Nuestra situación estratégica en esta región ha mejorado debido al debilitamiento de los ejércitos de países alrededor nuestro que nos son hostiles. Por otro lado, la amenaza iraní está presente todo el tiempo y tendremos indefectiblemente que lidiar con ella.
Claro que también está el tema del terrorismo que siempre intentará salir victorioso. Lidiamos sin cesar con ese desafío con no pocos éxitos, desde hace décadas, inclusive desde antes de la creación de Israel.
No sé si es exacto decir que siempre tendremos que luchar, pero creo sí por ahora, en el futuro que tenemos a la vista, sí. Pero algo clave que quiero agregar es que además de encargarnos de que seamos fuertes en todos los campos, muy especialmente en el de la seguridad, debemos buscar sendas que nos lleven hacia la paz. Debemos intentar, a pesar de todo, llegar a un acuerdo de algún tipo con los palestinos. Quizás luego podamos mejorar las relaciones con Egipto y Jordania, con quienes tenemos acuerdos de paz, pero con quienes se podría mejorar la situación.
Israel y los palestinos
- Como ya mencionamos antes, usted fue el secretario militar del primer ministro Itzjak Rabín, recordado por un lado como «Mr. Seguridad» y por otro, como quien intentó abrir caminos hacia el logro de una realidad diferente para Israel. ¿Cómo ve usted la situación actual? ¿Está de acuerdo con quienes dicen que el primer ministro Binyamín Netanyahu cruzó el Rubicon y comprendió que habrá que dividir la tierra con los palestinos?
- Puedo decir solamente una cosa, siendo políticamente correcto: no he encontrado ningún líder de la talla de Rabín, desde Rabín.
- Dijo mucho en pocas palabras…
- Lo he intentado.
- Pero el problema, cuando se analiza por qué no hay todavía paz o por qué no se ha firmado aún un acuerdo con los palestinos, no está sólo del lado israelí…
- Por supuesto que no. Eso es indudable. Nosotros y los palestinos creo que cargamos conjuntamente con la responsabilidad de la situación. Pero tratemos ahora de dar chance a los pasos que está dando el primer ministro Netanyahu a través de Tzipi Livni en esta nueva etapa de negociaciones. Y esperemos que las cosas vayan mejor.
- En base a lo que usted vivió personalmente, ¿qué ejemplos tiene de lo que a su criterio ha demorado el logro de un acuerdo hasta ahora?
- Mire; yo participé en las conversaciones de Camp Davd en julio del 2000. Allí la vieja guardia palestina - Arafat, Abu Mazen, Abu Alá - estaba en contra de un acuerdo. Los más jóvenes como Hassan Asfur, Muhammad Dahlán o Muhammad Rashid, estaban a favor.
Creo que si analizo lo que vemos hoy, el liderazgo palestino lamenta no haber aceptado la propuesta de aquel entonces, que les daba el 97% del territorio, con compensación de intercambio de tierras en forma exacta. Es cierto que no aceptamos recibir refugiados ni reconocer lo que los palestinos presentan como el «derecho al retorno», pero aceptamos desmantelar asentamientos, concentrarlos en los grandes bloques y que haya un Estado palestino independiente.
En ese momento aceptamos también que los barrios árabes de Jerusalén estén del lado palestino, que en la Ciudad Vieja haya un régimen especial; y hoy todo indica que de Netanyahu recibirán mucho menos que eso. Y no tienen más remedio que admitir que se equivocaron al no haber sido suficientemente valientes como para aceptar en el 2000 en Camp David la propuesta israelí-norteamericana que les daba mucho.
- Otra gran diferencia con Camp David es que en ese momento el que estaba al frente de los palestinos era Yasser Arafat, con todo su carisma y su trayectoria a ojos palestinos, que era visto como el gran líder, y hoy está Mahmud Abbás (Abu Mazen), que es otra cosa. Si Arafat no quiso o sintió que no podía permitirse firmar ¿acaso podemos esperar que lo haga Abu Mazen?
- Sí, creo que sí. Pero Abu Mazen tiene un problema mucho más serio. Él ha condenado el terrorismo abiertamente y no sé si su problema sería que no se anime a firmar. Su serio problema es que no representa más que a medio pueblo palestino. No gobierna la Franja de Gaza. Eso no sé cómo se solucionará.
El desafío de la seguridad
- Danny, usted fue jefe del Mossad, el servicio de Inteligencia exterior de Israel. Y es bien sabido que parte de lo que se hace, no se publica nunca. ¿Cómo explicaría ese constante desafío de velar por la seguridad también en aspectos o momentos que nunca se dan a conocer?
- Sin duda es un gran desafío; y es constante. Para estar en guardia se hacen cosas a simple vista y otras encubiertas que no se ven y espero que no se vean nunca. Claro que ante todo está la protección física de las fronteras. Se debe preparar a todas las unidades del Ejército de modo que, cuando sea necesario, estén prontas para lidiar con los desafíos que deban enfrentar. Hay que lograr lidiar con el terrorismo con una muy buena información de Inteligencia que llegue lo más lejos posible a fin de frustrar atentados. A veces hay fracasos, lamentablemente, pero muchas otras, lo logramos.
La razón por la que hoy las organizaciones terroristas perpetran muchos menos atentados no es porque no lo desean sino porque no lo logran, ya que se miden con nuestra Inteligencia, que se entera antes de tiempo de sus planes, o con la barrera que físicamente los frena, o con el sistema de seguridad interna que sabe impedir los atentados dentro de Israel.
Israel deberá siempre responder con fuerza a todos los intentos de atacarle. Si Hamás, por ejemplo, reanuda sus disparos de cohetes desde Gaza, Israel deberá responder con fuerza. Tenemos que formar una coalición amistosa fuerte a nuestro alrededor, mejorar la situación
con Egipto y Jordania. Detrás de las bambalinas debemos tener un vínculo con los países del Golfo Pérsico, fuera de Qatar que es un país loco que apoya a los Hermanos Musulmanes y a grupos terroristas salafistas. Pero no debemos intervenir en lo que sucede allí.
Un resumen personal
- De todo lo que usted ha vivido en sus distintos cargos en la cúpula de seguridad de Israel, ¿es posible resumir qué le resultó lo más interesante? ¿qué le pareció lo más significativo?
- Toda mi vida, hasta que dejé de trabajar como funcionario público, la dediqué a la seguridad de Israel. Sin duda la parte que más determinó mi carácter y mi personalidad fue la juventud, los 10 años en los que fui miembro de la unidad élite Sayeret Matkal, como combatiente y como joven oficial y luego en cargos más altos. Me fueron encomendadas misiones complejas y peligrosas dentro y fuera de las fronteras de Israel. Aprendí que el cielo es el límite en el sentido que yo y mis compañeros podíamos hacer cosas que antes de enfrentarlas seguro habría pensado que es imposible que logre hacer.
La época más interesante que viví fueron los años como secretario militar del primer ministro Itzjak Rabín, más que nada por el proceso de paz en el que participé desde el principio y principalmente por la esperanza que el proceso inspiraba en el pueblo, ya que pensábamos que quizás al fin la situación comenzaría a mejorar. Por primera vez pensamos que quizás nuestros nietos no tendrán que ir a luchar.
- ¿Cuántos tiene?
- Cinco. Cuatro varones y una niña. Tengo cinco hijos varones; todos hicieron servicio militar; todos viven en Israel; son buenos muchachos; seguro tendré más nietos.
Pues aquella época fue sumamente interesante, más que nada por los contactos políticos al máximo nivel, por los encuentros secretos con figuras como el Rey Hussein de Jordania, dos citas con el Jefe del Estado Mayor del Ejército de Siria; cosas que en la normalidad no se viven. No me puedo quejar. He tenido una vida interesante; en el Ejército, en el Mossad; pero aquellos años junto a Rabín no se igualan a nada.
- ¿Y hubo momentos en los que llegó a creer que se lo lograría, que se llegaría a la paz?
- Sí, realmente estaba convencido de que con Rabín lograríamos cambiar la situación en Oriente Medio. Y creo que si Rabín no hubiese sido asesinado por el miserable que lo mató, lo habríamos logrado.
- Y es importante recordar que Rabín lo quería hacer sin descuidar ni por un momento la seguridad de Israel…
- Por supuesto. Esa no fue nunca una opción.
Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay