Apacible, bromista y aferrado al plácido sosiego vital que concede su avanzada edad, Amós Oz (75) es antes que nada un hombre sencillo. En sus gestos, en sus palabras, e incluso en su forma de vestir, aunque le vayan a entregar un importante galardón.
Escritor prolífico y directo, de imágenes duras y contundentes, pero dotado para una belleza estética a veces empañada de tristeza, es un huracán tenaz cuando la conversación tiende a la política y enarbola su dilatada militancia en favor de la paz.
«Es difícil ser profeta pese a proceder de la tierra de los profetas. Pero creo que temprano o tarde la solución de dos Estados será una realidad, simplemente porque no existe alternativa», afirma con una sonrisa.
«Creo que Kerry está haciendo un trabajo excelente, que está involucrado y convencido al máximo, y es valiente en lo que hace», agrega en medio del estruendo de los invitados en la embajada de España en Israel, donde el embajador, Fernando Carderera, le impuso poco antes la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil, concedida en nombre del rey Juan Carlos por su contribución a la literatura y al diálogo.
Y la recibió con su peculiar humor, encantado con la banda y la medalla «que me voy a poner toda la vida, incluso para dormir, aunque de haberlo sabido, habría traído un saco para lucirla».
«La relación de Israel con España es especial, fue así siempre, y entre los judíos y España. No es una historia simple, es una historia de altibajos, con profundos bajos, pero los genes que quedaron son poderosos en la base de España y también en la de los judíos», afirmó al ser distinguido.
Por su parte, el embajador Carderera destacó «la influencia de la literatura, y especialmente la de Oz, como puente para unir culturas y dar oportunidades a la paz» y recordó los lazos del escritor con España a través no sólo del Premio Príncipe de Asturias, que obtuvo en 2007, sino del cariño especial que le tiene a ese país.
Hijo de inmigrantes rusos llegados a Jerusalén en la década de los '30, Oz emprendió su peculiar itinerario literario y humano a la compleja edad de quince años.
Sostenido en los libros de Kafka, quizá su influencia intelectual más profunda, abandonó la casa paterna y se estableció en el kibutz Hulda, una de las comunidades socialistas que los pioneros judíos levantaron en Israel.
La Guerra de los Seis Días (1967) supuso un impacto emocional que no sólo marcó su narrativa, sino que también gestó un compromiso con la paz en un tiempo y en una región donde el belicismo es motor y excusa reiterada.
Cofundador del movimiento Paz Ahora, crucial en la inconclusa transformación ideológica de la izquierda israelí, Oz entiende el conflicto como «un choque trágico entre dos derechos, entre dos antiguas víctimas de Europa».
«Los palestinos son víctimas del imperialismo europeo, del colonialismo. Los judíos son víctimas de la persecución europea, de la discriminación, los pogromos, y al final, de una matanza nunca vista como la Shoá».
«En definitiva, dos pueblos que no tienen dónde ir y que se aferran a una tierra que les pertenece por historia, pero que jamás supieron compartir, y muchos dudan que algún día sean capaces de hacerlo».
«Reitero que soy optimista, creo que Kerry tiene una oportunidad para el éxito y espero que así sea», responde cuando se le recuerdan los grandes problemas que aún acechan en el actual intento de diálogo.
Y recuerda una analogía: «La paz con los palestinos no debe imaginarse como una luna de miel, sino como un divorcio justo, similar al de checos y eslovacos».
Amós Oz critica la campaña Boicot Desinversión y Sanciones (BDS), que «toma prestada su estrategia del movimiento que socavó el régimen del Apartheid en Sudáfrica».
«Creo que el boicot a Israel es un error porque lo único que hace es que los israelíes sean más radicales, no más flexibles».
Su permanente sonrisa, colgada de una mirada risueña, se contrae cuando en sus recuerdos se cuela la pesadilla de Siria, «una tragedia colosal, en el que estamos viendo la rudeza y el salvajismo del régimen y de algunos de los rebeldes, y que encarna el fracaso del actual sistema internacional».
«Es un drama para Siria, para la región y para la comunidad internacional, porque ésta no es capaz de detenerlo; no tiene la fuerza, el coraje y la determinación para intervenir y ponerle fin».
La última pregunta es sobre su próxima obra.
«La semana que viene se publica aquí en Israel el libro 'Jews and Words' ('Judíos y palabras') que escribí junto con mi hija - la profesora Fania Oz-Salzberger (43) -; un ensayo acerca del judaísmo secular».
«Se trata de un libro sobre el judaísmo como civilización y no como religión, que muy pronto también se podrá leer en español».
Fotos: Gentileza Embajada de España en Israel