Alrededor de 1.200 judíos europeos huyeron a las Filipinas desde 1937 hasta 1941, escapando de la persecución nazi, sólo para enfrentar otra guerra sangrienta bajo la ocupación japonesa.
Muchos de los judíos habían llegado desde Austria y Alemania, luego de que las leyes raciales de Nüremberg se intensificaran. Incapaces de emigrar a países como Reino Unido y Estados Unidos, miles huyeron a lugares como Shangai, en China, o Manila, en Filipinas.
Manuel Quezón, primer presidente de la Mancomunidad de Filipinas, y un grupo de estadounidenses que incluía al futuro presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower, se ocuparon de la migración masiva a Filipinas de judíos europeos.
En tributo al gesto del presidente Quezón, el board de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg (FIRW) decidió por unanimidad entregar al ex jefe de estado, de modo póstumo, la Medalla Raoul Wallenberg, en mérito a sus esfuerzos humanitarios y a su ejercicio de los valores de la solidaridad y el coraje cívico.
«Hemos decidido reconocer una acción no solo solidaria, sino poco común en aquellos tiempos de guerra y persecución criminal, cuando muchos países cerraban las puertas a perseguidos de distintos orígenes; judíos, gitanos, españoles republicanos y otros. Así es como la conducta del presidente Quezón merece ser conocida y reconocida», señaló Eduardo Eurnekian, presidente de la FIRW.
Eurnekian y Baruj Tenembaum, creador de la ONG global, han intercambiado correspondencia con el actual presidente filipino, Benigno Aquino, así como con los descendientes directos de Quezón, incluyendo a Benjamin y Manuel Avanceña, hijos de Zeneida Quezón Avanceña, de 94 años, hija de Manuel Quezón.
En 2009, un monumento en honor a las Filipinas se erigió en el Holocaust Memorial Park en la ciudad israelí de Rishon LeZion. El monumento, en forma de tres puertas abiertas, agradece al pueblo filipino y a su presidente por recibir a refugiados judíos durante el Holocausto.