Desde Abajo
- Parashat Ki Tetzé es una sección colmada de preceptos, a punto tal que casi un octavo de los seiscientos trece preceptos se encuentran contenidos en ella.
Este número despierta asombro. Suena desproporcionado que existiendo cincuenta y cuatro secciones en la Torá, un octavo de sus preceptos se encuentren concentrados en una sola Parashá.
Por momentos daría la impresión que Moisés - en sus últimos días de vida - decide mencionar estas leyes de manera aleatoria y desordenada. Pero si hacemos una lectura más a fondo de la Parashá, veremos que existe una lógica en este ordenamiento. De hecho, podemos afirmar que Parashat Ki Tetzé es una adecuada prolongación de Parashat Shoftim que leímos hace una semana.
Parashat Shoftim es una sección que hace hincapié en lo colectivo, mientras que nuestra lectura semanal acentúa lo particular. Ambas secciones tratan temas parecidos aunque desde una prespectiva diametralmente opuesta.
Parashat Shoftim habla de la justicia, mencionando el marco jurídico que cobrará forma en el nombramiento de jueces, guardianes e incluso del rey, mientras que nuestra Parashá semanal habla de la justicia ejercida por el hombre particular. Se mencionan allí leyes dirigidas al individuo, como aquellas que dan marco ético a las relaciones comerciales.
En la sección anterior la Torá dijo: «Jueces y guardianes te darás en todas tus ciudades» (Dvarim; 16-18) mientras que en nuestra Parashá se nos dirá: «Piedra exacta y justa tendrás» (Dvarim; 25-15). En la Parashá anterior se nos dijo: «Poner, pondrás sobre ti al rey» (Dvarim; 17-15), mientras que en nuestra Parashá se nos ordena: «No oprimas al jornalero pobre y menesteroso de tus hermanos» (Dvarim; 24-14).
Ambas secciones hablan de la justicia y de la construcción de una sociedad ordenada, pero lo hacen desde una óptica diferente. Parashat Shoftim entiende que ese orden comienza desde arriba, mientras que nuestra Parashá nos enseña que este orden empieza desde abajo, o sea, desde la justicia ejercida por el individuo.
Y posiblemnte no haya aquí contradicción alguna sino que una sección complementa a la otra.
Recuerdo Argentina de principios de los '80, en los últimos años de la terrible dictadura militar, cuando un candidato presidencial afirmaba en campaña que con la «democracia se come, se cura y se educa».
La verdad es que los años pasaron y dicho enunciado jamás pudo cristalizarse. Los sistemas políticos no son los que salvan a la sociedad, sino que el cambio debe nacer desde abajo. Mientas la «mente torcida» del hombre particular no se enderece, los sistemas políticos siempre serán impotentes.
En países en donde abunda el crimen y la violencia, se suele reclamar normas más duras contra aquellos que infringen la ley. No obstante, las leyes, los jueces y los guardianes podrán persuadir al hombre justo de transformarse en criminal, pero no lograrán jamás transformar al criminal en hombre justo (de la misma forma que organismos internacionales por los Derechos Humanos van a lograr persuadir a países como Noruega de transformarse en países como Irán, pero jamás transformarán a Irán en Noruega).
Esta es la razón por la cual el hombre particular es el destinatario de nuestra Parashá. La Torá sabe que leyes, jueces, guardianes y reyes son fundamentales para la construcción de una sociedad ordenada. Pero sin la ayuda del individuo, todos éstos son un mero protocolo.
¡Shabat Shalom!