Caminando juntos
- Parashat Trumá inaugura el relato de la construcción del santuario que acompañó a los hijos de Israel durante la travesía del desierto y que habría de ser el lugar del servicio sagrado.
Nuestros Sabios de Bendita Memoria se han encargado de comparar el relato de la construcción del santuario con el relato de la creación del mundo. Han hallado una gran cantidad de similitudes entre uno y otro: verbos conjugados de idéntica manera y giros idiomáticos llamativamente parecidos.
Sin embargo hay algo que merece ser interpretado. La Torá dedica sólo 34 versículos para referirse a la creación del mundo mientras que utiliza 450 (!) para referirse a la construcción del santuario.
¿Qué nos quiere enseñar este desequilibrio? ¿Por qué la Torá dedica tantas líneas a un tema que trata de algo tan pequeño como el tabernáculo y - al mismo tiempo - dedica tan poco espacio para hablar de algo tan majestuoso como la creación del mundo?
El nacimiento del cosmos y la creación del mundo pertenece al dominio de los secretos de Dios. La Torá - tal como dijo alguna vez el profesor Yeshayahu Leibowitz - no pretende ser un Tratado de Cosmología.
Pareciera que a Dios no le importa contarnos lo que hizo para crear el mundo, sino que le interesa más enseñarnos a darle un sentido al universo creado. No le importa enseñarnos el «Cómo» del mundo, sino que pretende que pensemos en el «Para qué». La Torá es el manual que nos han regalado para elevarnos y el mapa por medio del cual buscamos a Dios y lo invitamos a morar en la tierra.
En ese sentido, la construcción del santuario es infinitamente más preciosa a los ojos de Dios que la creación del mundo. Al crear el mundo - es cierto - Dios nos demostró lo mucho que está dispuesto a hacer por nosotros. Pero al construir el santuario, nosotros le demostramos lo mucho que estamos dispuestos a hacer por él.
No lo adoramos sólo por ser el Creador de todo lo existente, sino que además lo queremos cerca, caminando junto a nosotros en el centro del campamento.
De eso se trata esta construcción, nada más, pero tampoco nada menos.
¡Shabat Shalom!