Mírenlos correr...
- El capítulo 24 de libro Bereshit nos relata el viaje de Eliezer hacia la tierra de Abraham en busca de una mujer para Itzjak.
Dijo Abraham a Eliezer, su siervo: «No tomes mujer para mi hijo de las hijas del canaanita... sino que a mi tierra y a mi parentela irás y tomarás mujer para mi hijo» (Bereshit; 24, 3-4).
Al llegar Eliezer al final de su camino, la Torá nos describe a tres personajes diferentes que corren para cumplir con su cometido.
El primero de ellos es el propio Eliezer, que corre al encuentro de Rivká para asegurarse de haber encontrado a la mujer indicada para el hijo de su señor (Bereshit; 24-17).
La segunda es Rivká, quien se apresura para anunciar en la casa de su madre la llegada de Eliezer y su pedido de hospedaje (Bereshit; 24-28).
El tercero es Labán, hermano de Rivká, quien corre hacia Eliezer obnubilado por el oro y las alhajas que éste traía (Bereshit; 24-29).
Todos tuvieron idéntica reacción; sin embargo, podemos ver que la intención fue diferente en cada uno de los casos.
Están quienes corren - como Eliezer - cuando advierten que la descendencia de Abraham está en peligro; cuando observan que la promesa divina de multiplicar a su pueblo está condicionada por factores externos. Son los que corren y «se juegan» por el destino del pueblo judío.
Están quienes corren - como Rivká - para cumplir un precepto; para transformar a su vida en entrega y compromiso por la suerte de aquéllos que no tienen dónde dormir o qué comer.
Por último, están quienes corren - como Labán - sólo trás el dinero y el brillo del oro; quienes llevan adelante una existencia mediocre y vacía de toda espiritualidad.
En Israel, en donde un ex primer ministro israelí fue culpado de soborno y será encarcelado, si ven a alguien corriendo por la vida, no le den importancia a la rapidez de sus piernas; mírenlo a los ojos y sabrán el por qué de su apuro.
Sabrán si su urgencia tiene que ver con la entrega de Eliezer y Rivká o con la miseria de Labán.
¡Shabat Shalom!