Síndrome Balak
- Hace algunos años, recién llegado a Israel, pregunté a un inmigrante veterano acerca del proceso de absorción y aclimatación en el país.
Recordaré siempre lo que me dijo: "El proceso es simple; tiene tres etapas".
"La primera es cuando recién llegas y te enojas con la Sojnut. La segunda comienza alrededor del tercer año cuando le empiezas a reclamar al gobierno. La tercera es la última; llega cuando te enojas con los vicios de los nuevos inmigrantes que van llegando al país". Entonces finalizó y me dijo: "Cuando llegues a esa etapa, es porque tu proceso de absorción terminó".
Aun cuando no estoy seguro que los plazos mencionados sean del todo correctos, lo que sin duda es cierto es que tenemos una formidable capacidad para quejarnos y mostrar insatisfacción por las cosas que ocurren en nuestra sociedad.
Que la gente aquí es muy ruidosa; que la Sojnut no cumple lo prometido; que la gente no conoce los buenos modales; que el gobierno de aquí se parece al gobierno de allí...
Son todos argumentos que tienen una pizca de verdad, pero que están empapados de un síndrome muy israelí, al que me gusta llamar el "Síndrome Balak".
¿Qué es el "Síndrome Balak"?
Balak Ben Tzipor era rey de Moab y había contratado a Bilam Ben Beor, a fin de maldecir a Israel. Balak sabía que Bilam tenía un poder muy especial: aquel a quien bendecía era bendito y aquel a quién maldecía era maldito.
La Torá nos cuenta que Balak lleva a Bilam a la punta de un cerro para que pronuncie la esperada maldición que acabe con la gracia de los hijos de Israel. Pero ocurrió lo inesperado; cuando de boca de Bilam debían salir palabras de maldición, sólo salieron perlas, elogios y bendiciones para los hijos de Israel.
Desorientado Balak por la "falta de oficio" de su contratado decide subirlo a otro cerro para que vea desde allí a Israel.
"Y le dijo Balak: Ven conmigo a otro lugar del cual podrás verlo. Pero sólo su extremo verás, y maldícelo para mí desde allí" (BaMidvar 23-13).
Balak, que seguramente conocía perfectamente la topografía del lugar, decide subir al brujo a un lugar desde el cual sólo puede observar un extremo del pueblo.
¿Por qué?
Ese es el Síndrome Balak. Si algo es malo, todo es malo. Los defectos de una parte se transforman en defectos del conjunto.
Balak necesitaba conseguir la maldición de Bilam. Para hacerlo, lo mejor era que éste viera sólo una sección del pueblo; que invalide a un pueblo entero por tener aspectos defectuosos.
El "Síndrome Balak" nos envenena.
Nosotros tenemos ese mismo síndrome cuando miramos sólo aquellos aspectos de la sociedad que nos lastiman y nos duelen.
Pero además del "Síndrome Balak" existe el "Síndrome Bilam", no menos peligroso. Bilam, de acuerdo a nuestros sabios, era ciego de un ojo. Ese síndrome también nos envenena.
Nada mejor para maldecir que ver sólo una parte del pueblo con el único ojo del que disponemos.
Dios nos regaló dos ojos no sólo porque es estético. Lo hizo porque únicamente con dos podemos tener una mirada profunda de tres dimensiones.
Es peligroso ver el mundo "a la Bilam". Es también peligroso mirarlo desde donde lo mira Balak.
Y es cierto que la gente aquí a menudo es muy ruidosa; que la Sojnut no cumplió alguna promesa; que algunos no conocen los buenos modales y que el gobierno de aquí por momentos se parece al gobierno de allí.
Pero eso es sólo una parte de la verdad. Esa es la mirada de un solo ojo. Si abrimos el otro y miramos el cuadro completo, nos habremos curado del "Síndrome Balak" y del "Síndrome Bilam".
¡Shabat Shalom!