Pensando en el vino
- Al leer los primeros versículos de Parashat Noaj, llama poderosamente la atención que tratándose Noaj de un hombre justo e íntegro no haya sido desigando como padre del pueblo de Israel.
«Noaj, hombre justo e íntegro era en sus generaciones», nos dice la Torá al inicio de la Parashá (Bereshit; 6-9) ¿Acaso se necesita más que eso?
Los comentaristas se han encargado de responder a este interrogante sugiriendo que Noaj encaró el diluvio con una gran cuota de egoísmo. Se cuenta en el Libro del Zohar que al salir Noaj del arca y ver al mundo en ruinas comenzó a llorar y a implorar a Dios:
«¡Soberano del mundo! ¿Acaso no eres llamado piadoso? ¡Tendrías que haberte apiadado de tus criaturas!»
Le respondió el Santo Bendito: «¿¡Ahora me lo dices!? ¡Por qué no lo hiciste cuando advertí que traería el diluvio!? Seguramente, al saberte a salvo en el arca no se te ocurrió pensar en el funesto destino del mundo... (Midrash HaNeelam, Noaj).
Sin embargo deseo proponer otra respuesta para ese interrogante, que está relacionada con la actitud de Naoj al finalizar el diluvio.
Al salir Noaj del arca, nos cuenta la Parashá: «Y empezó Noaj, (ser) hombre de la tierra (labrador), a plantar una viña. Y bebió del vino y emborrachóse» (Bereshit; 9; 20-21).
Los sabios de Israel interpretan que la palabra «Vaiajel» no proviene del verbo «Lehatjil» (empezar) sino de la palabra «Jol» (ordinario). De esta manera sugieren que Noaj se transformó en un ser ordinario al decidir comenzar esta nueva etapa de su vida plantando una viña. Podría haber plantado un higuera o un olivo y sin embargo comenzó plantando algo que terminó siendo su perdición y lo ubicó - a él y a sus tres hijos - frente a un complejo cuadro familiar de impredecibles consecuencias (Bereshit; 9; 20-27).
¿Qué haríamos nosotros en su lugar si ante nuestros ojos viéramos al mundo en ruinas y debiéramos comenzar de cero? ¿Por dónde empezaríamos?
Algunos comenzarían construyendo una casa, otros tal vez una escuela. ¿En qué pensó Noaj? ¡En el vino!
Vemos que ese orden de prioridades dista de coincidir con la escala de valores de nuestros patriarcas.
¿En qué pensaban ellos? En encontrar - por ejemplo - una pareja adecuada para sus hijos, no sea que vayan a tomar mujer de entre las hijas de Canaán (Bereshit; 24-3 y Bereshit; 28-8 donde se habla acerca de Abraham e Itzjak).
Otro ejemplo interesante tiene que ver con el tercero de nuestros patriarcas. Cuando Iaakov descendió con sus hijos a la tierra de Egipto - inaugurando una nueva etapa en la vida de su familia - se nos cuenta que envió a Iehudá adelante de todos ellos (Bereshit; 46-28). RaSHI nos enseña que Iehudá fue enviado en primer término a fin de establecer un Beit Talmud (una escuela) para los recién llegados (RaSHi a Bereshit; 46- 28).
Abraham e Itzjak pensaban en la continuidad, Iaakov en la educación de sus hijos. ¿En qué pensaba Noaj? En los placeres de la bebida.
Un amigo me contó hace un tiempo que visitó la ciudad de Las Vegas en el Estado de Nevada en EE.UU y se alojó en un hotel de la zona. Como es sabido, Las Vegas es la capital mundial del juego. Sin embargo, su visita a la ciudad nada tenía que ver con el mundo de la apuestas.
Mi amigo, que había llegado al lugar en viaje de negocios, regresó a su habitación después de una larga jornada de trabajo y quiso abrir la ventana para tomar un poco de aire fresco. Empujó la ventana con fuerza y notó que ésta estaba trabada a tal punto que resultaba imposible abrirla. Llamó entonces a la recepción del hotel y allí se le explicó que en la ciudad de Las Vegas las ventanas de los hoteles permanecen bloquedas por ley. La razón de semejante regla está relacionada - desde ya - con las apuestas. Se le dijo que mucha gente, al haber perdido grandes cantidades de dinero, puede verse tentada a saltar por la ventana al regresar a su habitación.
Resulta insólito pensar que alguien puede poner su dinero en un orden de prioridad superior al de su propia vida. ¿Acaso la gente no sabe que eso es un absurdo? ¿Es realmente necesario que un municipio o un hotel establezca una política tal a fin de salvar la vida de sus clientes?
Algo similar ocurre con las multas a los conductores ebrios. Todos saben que el conducir ebrio resulta peligroso. Y aun así el Estado amenaza a los conductores con fuertes multas en caso de ser atrapados en estado de ebriedad. ¿Por qué? ¿Acaso en peligro a perder la vida no representa suficiente escarmiento? Evidentemente no. Muchos son los que a la hora de subirse al volante piensan más en el alcohol que en la vida.
La elección de un orden de prioridades correcto resulta uno de los más grandes desafíos que enfrenta todo hombre y mujer en su paso por este mundo. Y es la clave para el desarrollo de la vida de hombres, sociedades y naciones.
Desde un punto de vista racional, la ecuación siempre resultará sencilla. Pero a la hora de la verdad, la abrumadora absoluta del género humano suele encarar la vida pensando en el presente en lugar de hacerlo en el futuro.
Noaj estableció un orden de prioridades errado. Pensó en el vino y olvidó como repercutiría esto en sus hijos, convirtiendo a lo secundario en principal y a lo principal en secundario. Nadie puede ser el padre de una nación de valores eternos en base a semejante orden de prioridades.
¡Shabat Shalom!