Otro año para discutir si pastrom caliente o pollo, si en la casa de la vieja o en otro lado, otro año más en el cual las madres dicen "es la última vez que hago varenikes para tanta gente...".
Lo bueno del año nuevo judío es que está lo suficientemente lejos del año nuevo goi decembrino y permite negar el teorema que indica que la distancia entre dos puntos es una recta, afirmando una nueva hipótesis: la distancia es entre el guefilte fish y el matambre con ensalada rusa y entre la jalá agulá y el pan dulce.
No hay año nuevo judío sin comida y esto es irrefutable. Todos aquellos que carecen de madres judías con certificado kosher, no comprenden la mística de esta cuestión y son capaces de comprar knishes de papa en rotiserías o cometer el sacrilegio de hacerlos con tapas de empanadas.
Cabe aclarar que las madres judías con certificado kosher no necesariamente cocinan comida kosher. El certificado de madre kosher implica entre otras cosas:
1) Que cocinen bien...
2) Que reclamen que uno las llame poco por teléfono y nunca las vaya a visitar...
3) Que en algún momento de tu vida logren que vayas al psicoanalista a hablar de ellas....
4) Que por lo menos una vez al mes lloren por lo que vos no fuiste y ellas hubieran querido que seas y...
5) Nuevamente que cocinen bien.
De allí se desprende entonces que no hay Rosh Hashaná sin madre judía; no importa si viva o fallecida. Ya demostró Woody Allen que las madres judías pueden hablar, opinar y dar órdenes desde el cielo no importa la condición en la que se encuentren.
El año nuevo judío además trae la discusión de si este año debemos o no ayunar en Iom Kipur. Pero por sobre todo, trae también la discusión de qué cosas comer en Iom Kipur.
Iom Kipur es el tiempo de la reflexión y la introspección, sin dudas. Pero como uno discute tanto en Rosh Hashaná, se ulcera y no puede ayunar. Taural, Gastrosedol o Rennie mediante, uno irá a escuchar el Kol Nidrei imbuido de un sentimiento de profunda espiritualidad.
Luego, podrá comerse un bife de chorizo sin culpas pero con el espíritu pleno y gozoso.
Época de balances personales, sin que medie ningún contador público nacional o abogado penalista, Rosh Hashaná siempre trae la esperanza renovada de que, en el renacer de las cosas, la vida siempre traiga vida.
Para todos ustedes, familia, amigos, conocidos, queridos más, queridos menos, etc., vayan entonces los mejores deseos para este nuevo año, siempre con una sonrisa.
¡Shaná Tová Umetuká!