Todos sabemos que el fuego posee dos características: la capacidad de iluminar y la de eliminar. Además de ser contagioso, el fuego tiene la extraña cualidad de quemar y dar luz al mismo tiempo y en el mismo lugar; eso lo transforma en un elemento casi mágico.
El poder de quemar comienza con mucho y termina con nada, en cenizas. El poder de dar luz, por el contrario, es algo que crece: más llamas, mayor luz.
En tiempos de Jánuca, los macabeos utilizaron ambos poderes: eliminaron e iluminaron. Se trató de una gesta en la que hubo rebelión, guerra y muerte y que finalizó con la reinaguración del Templo de Jerusalén y el encendido de la Menorá. Se eliminó y se iluminó.
¿Con cuál mensaje nos quedamos?
Existe en el Talmud una disputa entre la Escuela de Shamai y la Escuela de Hilel acerca de cómo debían encenderse las velas en Jánuca.
Según la Escuela de Shamai, el encendido se efectuaba en escala descendente: el primer día de la fiesta se prendían ocho velas, el segundo siete y así sucesivamente hasta encender una en el ultimo día de la celebración.
De acuerdo con la Escuela de Hilel, costumbre que seguimos la gran mayoría de nosotros, las velas se encendían en sentido ascendente: una el primer día y ocho en la última jornada.
Es de suponer que en el transfondo de esta disputa también se halla sugerida la doble capacidad del fuego.
Al igual que las llamas cuando queman, el mensaje de la Escuela de Shamai es que el aspecto fundamental de la festividad radica en hacer extinguir el mal del mundo hasta que quede reducido a cenizas. Por ello, las velas se encienden en escala descendente.
Para la Escuela de Hilel el mensaje es diferente. No hay mejor manera de derrotar la oscuridad que encendiendo luces. Cuando hay luminosidad, las tinieblas desaparecen. Por ello las velas se van encendiendo en escala ascendente.
El mensaje de Jánuca es que aún cuando ciertos problemas deben ser combatidos por vía de la fuerza, ellos no estarán enteramente resueltos si no se los ilumina con destellos de esperanza, bienestar, calma, progreso y paz.
El mensaje de Jánuca es que más vale iluminar que eliminar y que las tragedias siempre son una ocasión para elaborar soluciones creativas y respuestas que arrojen luz sobre las sombras.
¡Jag Sameaj!