Distintos grupos palestinos, entre ellos Hamás, basan su estrategia en el terror, atacan civiles y usan su población de mayores, mujeres y niños como escudos. Sobre los hechos no hay discusión. Los informes y pruebas que presenta Israel, junto a aquellos de otros países y de organizaciones internacionales como Amnesty International, en general, dan respaldo a la fidelidad de estos argumentos.
Este problemático comportamiento es el tema preferido en el que se aferra la hasbará (difusión y esclarecimiento) israelí para defender y justificar todo accionar del Estado judío.
El terror como estrategia de atacar, atemorizar y escudarse detrás de civiles es un camino infame y repudiable. No por ello se puede decir que la hasbará israelí logra sus objetivos. Todo lo contrario. La imagen de Israel en el mundo está en permanente desgaste fuera de una identificación automática de gobiernos interesados o subyugados, y por supuesto, las diásporas judías.
Una larga experiencia nos demuestra que en muchos casos el mundo llega a comprender y hasta puede consentir tácitamente con ciertos actos de esta naturaleza en situaciones de identificación con aspiraciones de independencia de un pueblo o grupo étnico sometido a conquista foránea y sobre todo en situaciones de una seria desproporción de fuerzas entre lados contrincantes.
Todo el afán de los líderes de Israel y sus pregoneros por el mundo para descalificar y deslegitimizar a los palestinos bajo el pretexto que se trata de grupos terroristas con toda la serie de aberraciones que se le adjudica, con o sin razón, será motivo de una gran frustración. Pese a que en la sociedad judía existe una seria predisposición al olvido o la negación de actos que embarran nuestro pasado, el mundo no lo olvida. Nuestros argumentos se desmoronan rápidamente como castillo de naipes si es que no nos damos cuenta que en realidad estamos denominando terrorista a quien actúa bajo normas más o menos similares a las que rigieron a nuestros heroicos combatientes en su lucha por la liberación nacional.
Para todos aquellos que atacan a palestinos con el uso frecuente de expresiones como terror, atacar civiles, escudarse detrás de mujeres y niños, localizar campamentos militares en zonas pobladas, etc., los siguientes párrafos aclararán sólo algunas imágenes de nuestra extensa y muchas veces problemática hoja de ruta del pasado, junto a ciertos comportamientos del presente que dejan mucho que desear. No por ello la gran mayoría del mundo dejó de apoyar las aspiraciones de la constitución y permanencia de Israel como Estado independiente y seguro.
El libro «La epopeya de la guerra de la independencia» es una detallada versión de acciones militares de grupos judíos, antes y durante la guerra de la independencia, que muy bien puede ser catalogada como un pormenorizado manual de terrorismo moderno. En este sentido, no debe haber mejor descripción de la justificación que demanda la anuencia a actos terroristas en pos de una lucha de liberación nacional más que aquella que justamente exige una parte importante de los «grupos combatientes judíos» en su guerra de liberación. En el prólogo de dicho libro histórico se remarca: «Bajo la denominación guerra de liberación hebrea nosotros abarcamos todas las acciones que llevamos a cabo por la fuerza y las armas en contravención con leyes del conquistador extranjero y en una guerra contra ese dominio foráneo. Interpretamos el concepto de guerra de liberación en su sentido bien claro y preciso tal como es conocido en todas las lenguas del mundo, en todos los movimientos de liberación nacional del mundo, por ejemplo: la guerra de liberación de USA, Irlanda o Italia» [1].
Pareciera que el pensamiento judío tiene bloqueado una parte de su memoria. En ella está escrito que el mismo derecho a la comprensión que reclamó el judaísmo en su tiempo - usar el terror como estrategia de liberación nacional - hoy el mundo, en parte, se lo reconoce a los palestinos.
El Etzel (Organización Militar Nacional - grupo armado de los sectores revisionistas del movimiento sionista - se enorgullece en detallar sus acciones en el libro mencionado.
Entre sus elogiadas acciones se puede enumerar decenas de ellas que incluyen, entre otros, ataques a transportes civiles de árabes. Por ejemplo: en fecha 14.11.1937 autobús en Romema, Jerusalén, pág. 20; tren en Haifa en fecha 12.4.1938, pág. 20; autobús con árabes en Rosh Pina en fecha 21.4.1938, pag 21; autobús en la ruta Jerusalén-Hebrón en fecha 17.5.1938, pág. 21; etc., etc.
Tampoco se debe dejar de lado el ataque a lugares de esparcimiento de civiles árabes: una bomba arrojada a un café en Haifa en fecha 17.4.1938, pág. 20; bombas a comercios con clientes árabes en Yaffo en fecha 26.6.1938, pág. 21; bomba explota en el cine Rex de Jerusalén en fecha 29.5.1939, pág. 23.
El objetivo de estos terroristas judíos tampoco pasó por alto las grandes concentraciones de civiles árabes en mercados. El mercado de verduras de Haifa recibió varios de esos ataques. En fecha 6.7.1938, pág. 23; en fecha 26.7.1938, pág. 23; en fecha 20.6.1939, pág. 24. Tampoco se pasó por alto mercados de Jerusalén en fecha 16.7.1938, pág. 23; o el mercado de Yaffo que sintió la caricia de una bomba judía en fecha 26.8.1938, pág. 23.
Las consecuencias de estos brutales atentados contra objetivos civiles arrojaron miles de víctimas mortales y muchos más heridos en una extensa y detallada lista ordenada por fecha. Los editores del libro ni siquiera se conmueven de sus víctimas y detallan en cada atentado su número exacto.
Estos grupos terroristas también se jactan de alguna que otra aberrante hazaña.
El 7.11.1938 agentes del grupo Etzel ejecutan al policía judío Braverman bajo la culpabilidad ser alcahuete de los ingleses, pág. 23. Bajo la misma culpa, el 11.6.1939 ejecutan al policía judío Polonsky, pág. 24.
En tiempos que se critica duramente la intervención de agentes terroristas islámicos en países extranjeros, vale la pena señalar operativos de los combatientes judíos en el extranjero o en Israel sobre intereses extranjeros.
6.11.1944: Dos agentes del grupo judío Leji asesinaron al ministro británico Lord Moyne en El Cairo; pág. 37.
19.3.1948: Agentes del Etzel explotan el Centro Británico en el Hotel Park de Viena; 10 soldados británicos heridos; pág. 160.
9.2.1953: Siendo ya Israel un país independiente, el orgullo judío no puede permitir lo que se consideraba su maltrato en la Unión Soviética por lo que «ex combatientes del Etzel y Leji hacen explotar una bomba en la Embajada de la URSS en Tel Aviv [2].
17.9.1948. Asesinato en Jerusalén del mediador sueco Folke Bernadotte [3].
No hay duda que culpar a los palestinos de usar a niños como combatientes y escudo merece un capítulo especial. Sobre los hechos no hay discusión; el problema surge justamente por lo irrisorio del argumento en boca de quien, tan sólo unas décadas atrás, en su lucha por su liberación nacional se vio en la necesidad de recurrir exactamente a los mismos medios. He aquí algunos testimonios muy claros al respecto.
«En la guerra de independencia de Israel tomaron parte cientos de niños y jóvenes, decenas de ellos cayeron víctimas mortales. Niños y jóvenes con un arma en la mano es una imagen conocida en la historia. Ellos participaron de guerras de independencia de muchos países, en guerras de guerrilla y terror» [4]. El documento detalla la información conocida sobre el caso de 114 niños y jóvenes fallecidos en esa guerra. Un caso de un menor de 11 años, dos casos entre 11 y 13, 21 casos entre 13 y 15 y los 90 restantes entre 15 y 17 años de edad. En el mismo documento se puede leer el relato de Motke Mizraji, quien detalla cómo le enseñaron a disparar armas de fuego cuando tenía sólo 12 años en 1948.
«En 1936 se decidió en nuestro kibutz la construcción de un escondite secreto para armas ilegales de la población en el sótano de la nueva casa de niños que se construyo» [5].
«Cuando se desata la gran rebelión árabe en 1936, la población judía de Tel Aviv se vio en la necesidad de recurrir a las armas, y para ello necesitaba de escondites. El más grande se construyó en el aula de maestros del Seminario Levinsky. Hubo otros en las escuelas Balfour, Bialik, Hacarmel, Kalisher, Geula, Ajad Haam y Talpiot» [6].
«Les puedo afirmar con completa seguridad que había un escondite de armas y municiones en un refugio en la zona de las casas de los niños, el corazón del kibutz en esos tiempos» [7].
«Yehuda Harari aprovechó su asueto y viajó a Rehovot. Allí lo esperaban su hermosa esposa Noemí y su hijo. Noemí, como Yehuda, estaba al servicio del la organización de combatientes Etzel. Su hijo Dani, de 10 meses, también cumplía una función importante en el grupo clandestino: se lo utilizaba como un cómodo camuflaje para transportar armas y municiones, inclusive granadas y explosivos debajo del colchón de su cochecito de bebé» [8].
En una reciente confesión, con motivo de los últimos acontecimientos, una conocida luchadora feminista de Israel reconoció que antes de cumplir 14 años se convirtió en terrorista como parte del grupo Leji en la lucha por la independencia de Israel [9].
Utilizar población civil no sólo caracterizó a las fuerzas judías que fueron parte de la guerra de independencia. Lamentablemente hasta hoy en día somos testigos de formas sofisticadas que en su fondo también se basan en el principio de refugiarse detrás de civiles. He aquí algunos ejemplos.
La táctica del vecino: ¿Qué es la famosa «táctica del vecino»? La confrontación entre las fuerzas de seguridad de Israel y los distintos grupos armados palestinos se desarrolla generalmente en zonas densamente habitadas por población civil palestina. Cuando un prófugo buscado por el Ejército de Israel es localizado en una casa en la cual permanece atrincherado, resulta muy peligroso para los soldados acercarse a dicha vivienda. En tal caso, para proteger a los soldados y por orden del Ejército, se elige a un familiar del prófugo o a algún vecino casual para que golpee la puerta, exija que el reo se rinda y de esta manera cumple la función de escudo protector del soldado israelí.
Se debe aclarar que tras largos enfrentamientos judiciales, la Corte Suprema de Israel prohibió este procedimiento, aunque periódicamente se repiten testimonios de su persistencia. El último se dio en la operación «Plomo Fundido» cuando dos soldados fueron enjuiciados por obligar a un niño palestino de corta edad a abrir una valija sospechosa [10].
«Soldados israelíes fueron fotografiados y filmados en la ciudad palestina de Nablus cuando obligaron a dos jóvenes palestinos a pararse delante de su jeep militar en función de escudos humanos para evitar que otros grupos palestinos les arrojen piedras» [11].
Soldados disfrazados de árabes: Tanto el Ejército de Israel como su policía utilizan exactamente el mismo método de camuflaje que los grupos palestinos: esconderse y escudarse detrás de población civil inocente. En Israel se crearon varias unidades de combatientes que se disfrazan de palestinos para mezclarse dentro de su población y llegado el momento actuar, inclusive matar a quienes son considerados terroristas peligrosos buscados. El método se enraizó de manera que se convirtió en una parte inseparable de las fuerzas de enfrentamiento y de modo que los medios de comunicación ni siquiera se preguntan el discutido significado en el momento que mencionan a los «mistarabim» (disfrazados de árabe, en hebreo).
No cabe duda que la hipocresía más llamativa y la debilidad de argumentación más grande la presenta la cancillería israelí cuando declara «Claramente, la ubicación deliberada de blancos militares en el corazón de áreas civiles es una violación seria a la ley humanitaria». Es de suponer que, al menos, parte y tal vez todas las acusaciones al respecto son verdaderas.
El problema es que Israel, por casualidad o no, ubicó el blanco militar más codiciado justamente en una de las zonas más densas y de peligro civil de Tel Aviv. Se habla nada menos que todo el Estado Mayor del Ejército y oficinas del Ministerio de Defensa localizadas en el centro de la ciudad y en cercanía extrema de objetivos civiles muy sensibles. No sólo que según opinión de los expertos, se trata de una transgresión de leyes internacionales [12], sino que por nuestras propias manos estamos justificando una futura posible gran tragedia humana.
Estas bases y oficinas tienen como vecinos a contados metros a escuelas, uno de los mayores hospitales del país, uno de los centros comerciales y de esparcimiento más grande y concurrido del país, un gran teatro, oficinas públicas con decenas de miles de empleados, etc. No cabe duda que cualquier ataque a estas instalaciones por parte de cualquier enemigo lamentablemente gozará de las justificaciones del caso y los imprevisibles daños humanos y colaterales sólo serán motivo de disculpas, tal como estamos acostumbrados a escuchar de lo que ocurre en las ciudades y aldeas de nuestros vecinos como consecuencia de nuestros bombardeos. Todo depende solamente de la capacidad de nuestros enemigos de llevarlo a cabo.
La experiencia nos demuestra claramente que cualquier intento destinado a embarrar la imagen del enemigo sometido a nuestra dominación y control militar nos brinda una gran satisfacción, pero está destinado al fracaso. No se puede pretender comprensión a nuestra campaña cuando, a diferencia del tipo de armamento disponible según la época, las actitudes nuestras fueron muy similares y el mundo nos apoyó.
Pese al significativo uso del terror, no nos debemos sorprender de la simpatía generalizada de la que goza en el mundo el proyecto palestino de liberación nacional. Tampoco nos debe asombrar cómo en ojos del pueblo palestino se puede apreciar una creciente inclinación a favor de Hamás. Ellos ven que el camino pacifista que eligió su líder, Mahmud Abbás, no sólo que no logra un mínimo indicio de avance, sino que los vapulean, humillan, tildan a su líder de «pollito desplumado», y lo que es peor, los judíos continúan usurpando sus tierras para colonizar.
Hamás, con todo el pesar de representar un camino violento y lleno de sufrimientos, al menos consiguió algunos símbolos de independencia y soberanía. Si por bienestar económico sólo se tratara, ya hace tiempo que su gran mayoría hubiese emigrado a otros países, inclusive con la ayuda de Israel.
[1] «La epopeya de la guerra de la independencia»; Editorial Shelaj; Tel Aviv 1951; Prólogo.
[2] «Una verdad y no dos»; Yakov Jeruti Editorial Yair; 2008; Pág. 218.
[3] Yakov Jeruti; Idem; Pág. 183.
[4] «Niños y jóvenes que tomaron parte en la guerra de Independencia de Israel»; Mataj, Centro Tecnológico de Educación; Israel.
[5] La casa de los niños en el Kibutz Merjavia; Archivo Kibutz Merjavia.
[6] «El experto en escondites de armas en Tel Aviv»; Haaretz; 9.1.2010.
[7] «Se encontraron armas en un escondite en el Kibutz Ein Hamifratz»; Ynet; 9.6.2011.
[8] «En memoria del Coronel Yehuda Harari»; Página web de la Compañía 202 de Paracaidistas de Tzáhal.
[9] «Fui terrorista»; Ruth Reznik; Haaretz; 14.7.2014.
[10] «El soldado me dijo: Ven»; Ynet; 12.3.2010.
[11] «Soldados israelíes obligaron a jóvenes palestinos a que los defiendan de piedrazos»; Haaretz; 13.4.2007.
[12] «Cuando la bomba caiga sobre Tel Aviv»; Haaretz; 8.6.2012.
* Extracto del libro «Israel se emborrachó y no de vino» de Daniel Kupervaser.