Pospuse venir a Israel, esperando que se aclarara la situación en Gaza; no en términos de lo que está sucediendo sino de cómo podría terminar de manera estable. Estando aquí ahora, me queda claro que hay una forma en que no sólo podría detenerse esta cruel guerrita, sino que se detendría de tal manera que los moderados de la región, que básicamente estuvieron ausentes, podrían tomar la iniciativa.
Pero - y aquí es donde se requiere huir de la realidad para ser optimistas - sacar algo decente de esta guerra requeriría un grado de liderazgo de las partes clave que simplemente ninguna manifestó hasta ahora. Esta es la generación de líderes árabes, palestinos e israelíes que son expertos en abrir túneles y levantar muros. Ninguno de ellos tomó el curso para construir puentes y puertas.
Dio la casualidad de que estuve en la embajada de Estados Unidos en Tel Aviv el viernes en la noche, cuando empezaron a sonar las sirenas de ataque aéreo debido a un cohete del Hamás dirigido a la ciudad.
De pie en el sótano de la embajada, tuve un momento de calma para pensar en toda la creatividad que se puso para hacer la guerra y la poca que se dedicó a alcanzar la paz.
Israel construyó el sistema de intercepción de cohetes Cúpula de Hierro que calcula de inmediato si un cohete lanzado por el Hamás en Gaza va a caer en un área construida en Israel - y por lo tanto necesita ser interceptado - o si caerá en el mar, en campos agrícolas o en el desierto y, por lo tanto, puede ser pasado por alto, ahorrándose de paso los 50.000 dólares que cuesta cada cohete interceptor.
El sistema no sólo es inteligente: es también frugal. Si este Gobierno israelí hubiera aplicado el mismo ingenio a llegar a un acuerdo con la Autoridad Palestina en Cisjordania, Hamás sería quien estaría hoy aislado, no Israel.
Mientras tanto, con picos, palas y taladros, Hamás abrió una red subterránea de túneles en Gaza, bajo las mismas narices hebreas, con ramificaciones a Israel. Si Hamás - que sólo causó ruina a los palestinos de Gaza, incluso en tiempos de tranquilidad - hubiese aplicado esa misma diligencia a construir en la superficie, poseería ahora la compañía de construcción más grande del mundo árabe y el mayor número de escuelas.
Aquí, cada guerra termina; también esta; pero no creo que vayan a regresar al statu quo anterior. Aun antes de que empezó el cese de fuego estable, los funcionarios israelíes y los de la Autoridad Palestina estuvieron discutiendo los principios de un acuerdo duradero para Gaza.
Dado el hecho de que Egipto, Jordania, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos odian a Hamás - debido a sus vínculos con los Hermanos Musulmanes - tanto como odian a Israel, existe la posibilidad de que se llegue a un acuerdo para Gaza que alinee a los moderados árabes, palestinos e israelíes. Pero eso no saldrá barato. De hecho, requeriría que Israel, Hamás y Estados Unidos desecharan todas las reglas de quién no le habla a quién.
Esta es la razón: Hamás fue un rival formidable para Israel y es improbable que detenga esta guerra sin un acuerdo para ponerle fin al bloqueo de Gaza decidido por Israel y Egipto. Tampoco es probable que Israel acabe esta guerra sin haber destruido la mayoría de los túneles de Hamás, estableciendo un régimen que desmilitarice a Gaza e impida la importación de más cohetes.
Ya que ni Israel ni Egipto quieren gobernar en Gaza, la única posibilidad de implementar estas metas es que se invite a la Autoridad Palestina, dirigida por el presidente Mahmud Abbás, para que regrese a Gaza - de donde fue expulsada por Hamás en 2007.
Y, como me explicó uno de los principales asesores de Abbás, Yasser Abed Rabo, la única forma en que puede ocurrir eso es que los palestinos formen un Gobierno de unidad nacional, en el que participe Hamás, y que Israel acepte reanudar las negociaciones con dicho Gobierno para ponerle fin a la ocupación de Cisjordania.
La Autoridad Palestina no tiene la intención de ser el policía de Israel en Cisjordania y Gaza sin obtener nada a cambio. «Al diablo con eso», exclamó Abed Rabo. Si la Autoridad Palestina va a ser quien cambie el juego, lo hará en calidad de jefe de un Gobierno palestino de unidad nacional, con Hamás y la Yihad Islámica, que negocie con Israel, advirtió. Si Hamás e Israel quieren ponerle fin a esta guerra y conservar algunas de sus ganancias, tendrán que cederle algo a la Autoridad Palestina.
«Nadie debe de esperar que nosotros, los 'estúpidos moderados' nos quedemos sentados a jugar en favor de Hamás o de Israel sin sacar ningún provecho, y que vamos a regresar a las negociaciones anteriores» en las que Israel sólo dice pura palabrería. Si hiciéramos eso de nuevo, «mis hijos me echarían de casa».
«Debemos tener una reconciliación palestina en serio y después ir ante el mundo y decir: Miren, Gaza se comporta como un lugar pacífico, bajo el liderazgo de un frente palestino unido; pero Egipto debe abrir las puertas, e Israel también debe abrirlas», señaló Rabo. Los países árabes moderados contribuirían con fondos para la reconstrucción.
A menos que Hamás o Israel derrote totalmente al otro - improbable -, para mí es difícil ver cómo cualquiera de las dos partes pueda salir de esta guerra con una ganancia duradera sin conceder algo políticamente.
Israel tendrá que negociar en serio acerca de la retirada de Cisjordania y Hamás tendrá que integrarse en un auténtico Gobierno de unidad palestina y descartar la violencia.
Les podría dar 17 razones por las que esto no va a suceder. Pero simplemente no se me ocurre ninguna otra salida estable de la violencia.
Fuente: The New York Times
Traducción: www.israelenlinea.com