La crisis humanitaria que se vive en la Franja de Gaza la provocó Hamás. Cuando esta organización terrorista inició el lanzamiento masivo de cohetes a territorio israelí en julio pasado, ya sabía que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) poseían un sofisticado sistema para rechazarlo: Cúpula de Hierro.
Por lo demás, no es creíble que previo a la ofensiva de las FDI a Gaza, éstas no supieran de la existencia de los túneles del terror que cruzan desde esa última región a territorio israelí, quizá lo que ignoraban era la dimensión de los mismos. Asimismo, es posible que los estrategas de Hamás sabían que habría una ofensiva contundente de las FDI contra Gaza, sobre todo a la luz de ofensivas previas: «Plomo Fundido» (diciembre de 2008 a marzo de 2009) y «Pilar Defensivo» (diciembre de 2012 a enero de 2013).
Al fragor de las batallas es evidente que Hamás nuevamente fue derrotado en el operativo «Margen Protector», que comenzó en julio pasado y, no obstante esta evidente realidad, en las negociaciones para el cese del fuego entre Israel y Hamás, este último tuvo una actitud desafiante frente al primero: o Israel acepta sus condiciones para una tregua de largo plazo o Hamás se lanzará a una guerra de desgaste; con ello habrá numerosas víctimas en la franja; a Hamás no le importa la vida de su gente. En este sentido, el primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, expresó que la delegación de Israel en el Cairo, donde se negoció la tregua, trabajó bajo directrices muy claras para defender las necesidades de Israel, «sólo recibimos respuestas totales a nuestras aspiraciones llegamos a un entendimiento; si Hamás pensaba que podía encubrir su derrota militar con un logro político estaba equivocado. Mientras no regresara la calma, Hamas seguiría sufriendo golpes muy duros».
En este contexto, Israel mantiene firmemente su demanda del desarme de Hamás y no cederá a la petición de esta organización de que se establezca un puerto marítimo y un aeropuerto en la Franja de Gaza, «porque esto sería como un duty free para los cohetes». Por otra parte, Israel insiste que al frente del gobierno de Gaza esté la Autoridad Palestina (AP), quien hasta el presente es el único interlocutor válido de los palestinos. A la luz de los hechos bélicos de Gaza, hoy día se presenta una oportunidad única para que la APalestina fije bases firmes para una verdadera negociación de paz con Israel y para la creación de un Estado palestino. Si la AP la desaprovecha, lo lamentará más adelante; si sus líderes no ceden, no conseguirán nada mejor en la ONU.
La guerra en Gaza no sólo representó una amenaza existencial para los israelíes; a la vez, la victimización que Hamás logró de los palestinos activó el antisemitismo existente en el mundo, e incluso «sacó del armario a viejos antisemitas», particularmente en Europa, a través de cinco millones de islamitas radicales, de los más de cincuenta millones que viven en ese continente. La campaña de odio hacia los judíos está en efervescencia.
El ambiente antisemita que se vive hoy en Europa, incluyendo a varias repúblicas ex soviéticas como Ucrania, es similar a la época que precedió el ascenso de Hitler al poder. Sin embargo, el antisemitismo no es cosa del pasado; es una amenaza real sobre lo que hay que hablar fuerte. La persistencia del odio antisemita que envenenó el alma de los europeos está extendiéndose a Estados Unidos y a América Latina. El pueblo judío conoce muy bien estos odios ancestrales de los cuales frecuentemente fue víctima y que hallaron su expresión más terrible en el Holocausto.
La demonización de los judíos ya no es promovida únicamente por las iglesias cristianas; el analista internacional Alberto Ruskolekien consignó que hay una corriente, que no es pequeña, dentro del islam, que agarrándose de pasajes del Corán, intenta aplicar históricamente la demonización de los judíos; la guerra en Gaza ayudó a radicalizar a los diferentes grupos islámicos. Así, por ejemplo, el líder de la organización terrorista libanesa Hesbolá, Hassan Nasrallah, que apoya al régimen sirio de Bashar al-Assad, declaró recientemente que Israel es un cáncer y el objetivo final es eliminarlo; Israel es una identidad ilegítima y una amenaza para la región.
En este ámbito, la ONU decidió impulsar una comisión investigadora para juzgar a Israel, empero, no hizo algo similar con los doscientos mil muertos en Siria o los decapitados en Irak. El encargado de la comisión es un abogado canadiense quien tiene antecedentes de desarrollar una política antiisraelí, por ello es fácil predecir cuáles serán los resultados de su investigación.
Finalmente, los prejuicios antijudíos se trasladaron a Gaza. El conflicto entre Israel y Hamás no es de carácter territorial; en la franja no hay presencia de las FDI, éstas se retiraron de ese territorio unilateralmente en 2005, y tampoco hay población israelí en el mismo. Más bien el problema deriva del odio que surge del fanatismo religioso de Hamás contra los judíos.
Una parte de la aversión de un número importante de individuos en el mundo contra Israel y los judíos proviene de la confusión que estos últimos reciben de los medios de comunicación y de la falta de entendimiento de intelectuales y otra «gente preparada» de lo que realmente sucede en el ámbito de los judíos y de Israel; líderes políticos y gobernantes que enfrentan problemas sociales en sus países están desviando la atención de la gente de los mismos y la enfocan en el conflicto de Gaza, esto sucede hoy día especialmente en varias naciones de América Latina: Argentina, Brasil, Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Venezuela y Cuba, principalmente, e incluso en países con menos dificultades económicas y sociales como Chile y Uruguay.
Adicionalmente, las relaciones entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama y Netanyahu ya tocaron «su punto más bajo». Estados Unidos demoró el envío de misiles Hellfire a Israel porque funcionarios de la Casa Blanca temen que el Estado hebreo use artillería pesada, en vez de municiones de precisión en sus ataques a áreas pobladas.