Bibi no te necesita. No quiere tu tipo de apoyo a Israel, donde quiera que estés. Quiere que la barra brava de «La Familia» de Beitar Jerusalén y los kahanistas se queden y que tú te vayas.
Bibi no te quiere. No te necesita.
Si eres una persona que cree que Israel debe afrontar de manera honesta, creativa y enérgicamente con las necesidades angustiantes de la vida real de los israelíes y los palestinos, puedes irte ya mismo; muchas gracias.
Si no puedes ver a Israel como víctima y milagro económico; si no consigues encontrar en tu corazón el reconocimiento en grado de adoración al Estado judío como una democracia pura, una isla solitaria estable de derechos humanos universales y el total respeto a las libertades individuales en medio de un agitado océano de fanatismo, despotism, racismo e intolerancia, el lugar que te corresponde, como se dice en hebreo, no es aquí.
Márchate, te dice Bibi. Haz mi día.
No hace ninguna diferencia quién eres, dónde estás, lo mucho que te preocupes por Israel o el judaísmo. Si vives aquí, te está diciendo mejor que aceptes que tus hijos - si quieren tener una oportunidad decente a una vida digna - tendrán que elegir entre uno u otro exilio. Puede ser en Berlín o Toronto o en los asentamientos de Ariel o Talmón.
Si vives en el extranjero y todavía apoyas los derechos de los israelíes y los palestinos a la libre determinación, la seguridad, la libertad de oportunidades, Bibi te está diciendo: puedes bajarte del autobús en la siguiente parada.
Bibi tiene tiempo para sus donantes, como el magnate de las telecomunicaciones con sede en Nueva Jersey, Howard Jonas, la fuerza impulsora detrás de un supuesto proyecto de fracturación hidráulica para la extracción de gas no convencional, que fue afortunadamente frustado por grupos ambientalistas y el Ministerio de Protección del Medio Ambiente antes de destruir una de las más hermosas zonas rurales de Israel.
Bibi no tiene tiempo para ti.
Si quieres ser un amante de Israel, te está diciendo, «tienes que arreglarte con mis seguidores». Tienes que agacharte, modificar todos tus valores, hasta que puedas aceptar que cuando Israel realmente hace algo que parece correcto y justo, los amigos de Bibi lo enviarán al demonio y repudiarán y trabajarán para evitarlo hasta que consigan lo que quieren.
Si la Corte Suprema defiende los derechos de los africanos solicitantes de asilo que buscan trabajo para evitar el regreso a la muerte sus países de origen, Bibi - con un guiño a sus votantes racistas y kahanistas - modificará la ley y hará sus mejores esfuerzos para echarlos a todos calificándolos de oportunistas que sólo buscan bienestar. Y luego, su ministro del Interior, Gideón Saar suspenderá su anunciada salida de la vida pública con la promesa de luchar contra el Tribunal Superior, apoyado por diputados de la lista ultranacionalista de Bennett que definen a la Corte como «un peligro mayor para la existencia de Israel que el Estado Islámico».
Bibi no te quiere aquí. No quiere tu cándido apoyo a Israel, incluso si eres un aliado como Estados Unidos o Reino Unido, cuyos gobiernos cooperaron con el Estado hebreo en la reciente guerra contra Hamás en Gaza.
El humo de la batalla de este verano aún no se disipó, cuando se anunciaron miles de nuevas viviendas en asentamientos en Cisjordania y en barrios de Jerusalén Oriental, y la versión diplomática de Israel de proyectiles de artillería callejeros aterrizaba de lleno en la Casa Blanca y en Downing 10.
Después de desgastar a Kerry y sacar de quicio a Obama, el próximo objetivo de Bibi es su reelección. Con ese fin, hace todo lo posible para mantener su actual Gobierno el mayor tiempo posible y a cualquier precio, es decir, hasta noviembre de 2017. Y su mejor apuesta, en ese sentido, puede ser un electorado muy abatido y desesperanzado como para molestarse incluso en ir a votar.
En caso de que eso fracase, sin embargo, otra posible línea de ataque como defensa salió a la luz la semana pasada; la noción de que la gente que se quejaba de las dificultades de la vida cotidiana en Israel no son para Bibi más que un conglomerado de antipatriotas llorones y/o sinvergüenzas a quienes nada les alcanza y no tienen idea donde viven.
En un artículo de opinión en «Israel Hayom», el diario de gran tirada diaria pro-Bibi, la columnista Emily Amrusi argumentó que «no hay hambre en Israel y que la pobreza es, en gran medida, una ficción promulgada y explotada por las ONG cazadoras de donaciones».
El artículo viene a raíz de las cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que muestran que Israel tiene el mayor índice de pobreza en el mundo desarrollado, con más de uno de cada cinco israelíes viviendo en bajo el umbral y con el crecimiento de esa misma población en mayor grado que en cualquier otra nación de la OCDE.
La nota también se refiere a un estudio publicado este año, que demuestra que de los 190.000 sobrevivientes del Holocausto que viven hoy cerca en Israel, 50.000 de ellos se encuentran en la pobreza, con uno de cada cinco obligado a elegir entre comprar alimentos o medicamentos durante los últimos dos años.
No obstante, Amrusi concluye, «Israel es uno de los mejores lugares del mundo para vivir».
Ahí tienes el modelo de la línea de Bibi: «No hay pobres; no hay problema».
Como así «No hay Estado palestino; no hay problema».
O «¿Gaza en ruinas? Es problema de otros».
Fuente: Haaretz
Traducción: www.israelenlinea.com