Según el refrán popular, los niños, locos y borrachos siempre dicen la verdad.
Sheldon Adelson, conocido judío estadounidense, ya hace muchas décadas dejó de ser niño y no hay ningún motivo para suponer que no está en sus cabales. Sin embargo, ciertas conductas de los últimos tiempos nos permiten sospechar que está bajo la influencia de una feroz borrachera como consecuencia de su inmensa fortuna acumulada.
Adelson no es un judío adinerado cualquiera. Es un mega-magnate con una colosal riqueza cuyo comportamiento en Estados Unidos le valió una preponderante posición entre aquellos millonarios que más invierten e interfieren en la política de ese país [1]. El poder de influencia de su posición económica privilegiada no se limita únicamente a la problemática interna del estado norteamericano. Sin riesgo a cometer un grave error de apreciación, se puede afirmar que Adelson, hoy en día, se convirtió en un factor trascendental en el liderazgo del pueblo judío, tanto en Israel, como ante los distintos estratos de la sociedad norteamericana en favor de Jerusalén.
No en vano, gracias a las relaciones especiales y carentes de transparencia de Netanyahu con este magnate judío-estadounidense, la gran mayoría de los medios de información israelíes le otorgan a Adelson la función de «patrón» o «mentor» del premier israelí. El diario israelí de mayor tirada, «Israel Hayom», financiado totalmente por Adelson y de distribución gratuita, se convirtió en los últimos años en la principal plataforma de promoción política de Netanyahu.
Según el conocido periodista Amnón Abramovich, «si las relaciones entre Netanyahu y Adelson no se clarifican, el tema seguramente se convertirá en el mayor caso de investigación penal en manos del Fiscal del Estado israelí» [2].
En una reciente sesión del Consejo Americano Israelí (IAC, por sus siglas en ingles) parece que Adelson se pasó de copas de judaísmo para liberar lo que siente como verdades. Aparentemente, su borrachera no le permitió percibir que, en realidad, más bien se trata de comprometedoras confesiones para el pueblo elegido.
En un intercambio de opiniones con su camarada de círculo, el israelí-estadounidense Haim Sabán, ambos millonarios expresaron su molestia por lo que consideran la visión sesgada con que los medios del país del norte informan respecto del conflicto en Oriente Medio [3].
Embriagado por la fuerza de su dinero, Adelson ni siquiera sopesó basarse en la razón apoyada por sólidos argumentos para rebatir lo que en su pensar son los errores o mala praxis del periodismo norteamericano. Directamente le propuso a Sabán comprar medios importantes para que se conviertan en voceros oficiales de Israel: «¿Tal vez tú y yo tratamos de comprar The New York Times?», retó a su par.
En un alarde de opulencia, expresó que para convencer a los propietarios del famoso periódico estadounidense «nosotros tenemos que ofrecer mucho más de lo que el diario vale».
En la misma ocasión agregó otras perlitas que ponen serias dudas sobre ciertas cualidades muy comunmente asociadas a la democracia israelí. Adelson se descargó contra periodistas que critican a Israel afirmando que «sólo hay que informar noticias buenas». Para contradecir a todos aquellos que alaban a Israel como la única democracia en Oriente Medio, Adelson les preparó una sorpresa inesperada. Para este magnate «la Torá no contiene ni una palabra sobre democracia. La Torá habla de fraternidad, de buenos gestos, no de un Israel democrático».
La mayoría del mundo le dice claramente a Israel: «Seguridad sí, colonias no». Adelson, al igual que el liderazgo hebreo, impugna esta posición acusando ridículamente que se trata de un intento de borrarlo del mapa.
La realidad demuestra que para defenderse de su conducta expansionista, Israel dispone de muy endebles y sobre todo insuficientes razones y justificativos. Dinero para movilizar voceros y aduladores o comprar medios, parece que le sobra.
Hacer ostentación de dinero judío para obtener poder de influencia internacional significa justamente avalar los argumentos de un conocido libro antisemita de un siglo atrás.
Ojalá me equivoque...
[1] «Billionaires: Reflections on the Upper Crust»; Darrel West, Brooking Institution; 18.9.14.
[2] «Hay que clarificar las relaciones Adelson - Netanyahu»; Canal 2 Israel; 22.1.10.
[3] «¿Tal vez tú y yo tratamos de comprar The New York Times?»; Diario Globes; 11.10.14.