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Asalto al poder de EE.UU

warDifícilmente James Vanderbilt pensó en su momento que su imaginación estaba anticipándose a una realidad. Su guión de la película «Asalto al poder» («White House down»; EE.UU; 2013) detalla los acontecimientos de la toma de la Casa Blanca por un grupo terrorista.

En estos días somos testigos de un asalto y toma de control de la diplomacia del país de norte, aunque con ciertas diferencias de la película dirigida por Roland Emmerich. En este caso la embestida no la llevan a cabo terroristas sino Netanyahu, el primer ministro del Estado Judío. La víctima, el presidente Obama, para su pesar, no dispone de un personaje como John Cale, ese aspirante a agente de seguridad que lleva a un final feliz el largometraje norteamericano.

Para quien los conflictos se solucionan sólo por la fuerza, los trascendidos de avances en el dialogo entre las potencias occidentales e Irán respecto del plan nuclear de Teherán son motivo de exasperación. Cuando esas negociaciones son lideradas por Obama y el Congreso estadounidense está dominado por la oposición republicana, es necesario actuar con celeridad para armar una confabulación que logre sabotear el posible acuerdo con los iraníes.

Existe un consenso generalizado que la imposición de nuevas sanciones por parte del Capitolio es una garantía del cese de las negociaciones. Con ese objetivo se organizó, a espaldas de Obama, una insólita reunión de las dos cámaras del Congreso para escuchar las arengas del premier israelí. «Para el Ejecutivo estadounidense no hay duda que la invitación a la exposición de Netanyahu en el Congreso se cocinó en una maquinación común entre los congresales republicanos, la oficina del primer ministro de Israel y los patrocinadores judíos de ambos lados» [1].

La prensa israelí no dejó de recalcar con letras mayúsculas este grosero intento de copar un centro de poder de otro país.  

«Cuando se dispone de sponsors millonarios que abren afectuosamente sus billeteras a los miembros del Partido Republicano, Netanyahu puede conseguir todo. Con el patrocinio de los multimillonarios, Netanyahu será recibido en el Capitolio con alfombra roja» [2].

Yoav Karni es mucho más preciso al respecto. Él afirma que «la intención de Netanyahu es entorpecer la estrategia del presidente norteamericano en Oriente Medio. Nunca fuimos testigo de algo parecido».

Para reafirmar el predominio y disuasión del dinero judío en las decisiones de los congresales de Washington, Karni agrega en su artículo que en oportunidad que senadores estadounidenses aprobaron el abastecimiento de armamento norteamericano a Arabia Saudita en oposición a Israel, «el lobby judío pro-israelí puso en la mirilla a todos aquellos que apoyaron la iniciativa. Donaciones de individuos y agrupaciones, bajo su sugerencia informal, cumplieron un papel fundamental en el fracaso de reelección de esos senadores en la elección siguiente» [3].

Para el diario «Haaretz», «Netanyahu hace todo para promover nuevas sanciones contra Irán. De esta manera él sabotea los esfuerzos de Obama de aprovechar los dos años que le quedan para conseguir un acuerdo con Irán. Netanyahu quiere convertir al Congreso estadounidense en una sucursal de AIPAC» [4].

La Casa Blanca cayó en una trampa burocrática donde sólo pudo responder con represalias inocuas que nada conmueven a Netanyahu: declarar que se trata de una contradicción al protocolo y rehusar a reunirse con él.

El pobre Kerry, que apenas días atrás se vio obligado a salir en defensa de Israel frente a la acusación palestina ante la Corte Penal Internacional, no podrá fácilmente desprenderse de la imagen de un servil tonto.

Esta última trama de Netanyahu sólo acentúa la impresión que ha decidido profundizar la toma de control en la Administración norteamericana y de esta manera el continuo proceso de institucionalización de Israel como potencia supranacional.

¿Cuánto más necesita un ciudadano de cualquier país para no sentirse atraído por aquella diatriba que adjudica a los judíos el propósito de dominar el mundo con su dinero?

Ojalá me equivoque...

[1] «Detrás de mí el diluvio»; Najum Barnea; Yediot Aharonot; 22.1.15.

[2] «Con un poco de ayuda de amigos»; Orly Azulay; Yediot Aharonot; 22.1.15.

[3] «Primer ministro israelí lo espera a la vuelta de la esquina»; Yoav Karni; Globes; 23.1.15.

[4] «Netanyahu pone en peligro a Israel»; Editorial Haaretz; 23.1.15.